Heth La Fuerza

Caph La Fuerza

Caph La Fuerza
Caph La Fuerza

La undécima lámina, Caph La Fuerza, jeroglíficamente representa la mano del hombre, semi-cerrada y en actitud de aprehender un objeto, tal como la letra ghimel.

Mas la caph es algo así como una expresión más enérgica de ghimel, por esto es que se la puede definir también como la acción de “apretar con fuerza”. Resulta de esta última idea que la letra caph debe traducir o expresar, siempre, el concepto de fuerza.

El número 11, el que le sigue a la década, modifica el valor de la caph en su sentido de aplicación, pues este número traduce el concepto de “vida refleja y pasajera” (algo así como una muela que recibe y devuelve todas las formas).

Esta carta se deriva de la letra heth (arc. 8) que a su vez deriva de la vida absoluta hé (arc. 5). En consecuencia, desde el punto de vista de la vida elemental (arc. 8) une al significado del carácter heth la del signo orgánico ghimel (arc. 3), del cual no es —por otra parte— más que una especie de refuerzo.

Astronómicamente la letra caph corresponde al planeta Marte y al día martes.

Este arcano debe expresar dos ideas:

1° La idea de fuerza.

2° La idea de vitalidad.

Una joven cierra sin esfuerzo aparente, la boca de un león (primera idea). En la parte superior, sobre su cabeza lleva el signo vital (segunda idea).

El arcano 11 ocupa el término medio entre el 8 y el 14. Volvemos a encontrar en él el simbolismo del arcano 8 aplicado al plano físico. Representa la imagen del poder que concede la ciencia sagrada (arc. 2) aplicado con justicia (arc. 8).

La undécima lámina del Tarot nos muestra todos los aspectos negativos o reflejos de la quinta, es decir:

1º Reflejo de la inteligencia (arc. 5):

LA LIBERTAD

2° Reflejo de la autoridad, de la fe:

EL CORAJE (osar)

3º Reflejo de la vida universal. Manifestación de la fuerza:

LA VIDA REFLEJADA Y PASAJERA

La fuerza, que hasta entonces se hallaba en potencia de manifestación, se ha manifestado en el arcano 11; se equilibrará más tarde en el arcano siguiente.

Relaciones:

JEROGLÍFICO PRIMITIVO: La mano en la acción de apretar

ASTRONOMÍA: Marte

DÍA: Martes

LETRA HEBRAICA: Caph (doble)

Significados:

Reflejo de la inteligencia

LA LIBERTAD

Reflejo de la autoridad, de la fe EL CORAJE (osar)

Reflejo de la vida universal LA VIDA REFLEJA Y PASAJERA

La cadena mágica

Manus – La fuerza

El gran agente mágico que hemos llamado luz astral. que otros llaman el alma de la tierra, los antiguos alquimistas denominaban Azoe y Magnesio, esa fuerza oculta, única e incontestable la llave de todos los imperios, el secreto de todos los poderes, es el dragón volador de Medea, la serpiente del misterio Edénico; es el espejo universal de las visiones, el nudo de las simpatías, el manantial de amores, de la profecía y de la gloria. Saber apoderarse de ese agente, es ser depositario del mismo poder de Dios; toda la magia real, efectiva, todo el verdadero poder oculto, está en esto, y todos los libros de la verdadera ciencia no tienen otro fin que el de demostrarlo.

Para apoderarse del gran agente mágico son necesarias dos operaciones: concentrar y proyectar, o en otros términos, fijar y mover.

El autor de todas las cosas ha dado como base y como garantía al movimiento la fijeza: el mago debe operar en la misma forma.

El entusiasmo es contagioso, se dice. ¿Por qué? Porque el entusiasmo no se produce sin creencias arraigadas. La fe, produce la fe; creer es tener una razón de querer; querer con razón, es querer con fuerza, yo no diré que infinita, pero si indefinida.

Lo que se opera en el mundo moral e intelectual se verifica con mayor motivo en el físico; cuando Arquímedes solicitaba un punto de apoyo para levantar el mundo, buscaba simplemente el gran arcano mágico.

Sobre uno de los brazos del andrógino de Heinrich Khunrath se lee esta palabra: COAGULA y sobre el otro: SOLVE.

Reunir y repartir son los dos verbos de la Naturaleza; pero ¿cómo reunir, acumular, y cómo repartir la luz astral o el alma del mundo?

Se reúne o acumula por el aislamiento y se reparte por medio de la cadena mágica.

El aislamiento consiste para el pensamiento, en una independencia absoluta; para el corazón, en una libertad completa; para los sentidos, en una continencia perfecta.

Todo individuo que tiene prejuicios y temores; todo hombre apasionado y esclavo de sus pasiones, es incapaz de acumular o de coagular, según la expresión de Khunrath, la luz astral o el alma de la tierra.

Todos los verdaderos adeptos han sido independientes hasta el suplicio; sobrios y castos hasta la muerte, y la razón de esta anomalía es que, para disponer de una fuerza, no hay que ser presa de esa misma fuerza en forma, que sea ella la que dispone de vosotros.

Pero entonces, exclamarán los hombres que busquen en la magia un medio de contestar maravillosamente los anhelos de la naturaleza, ¿de qué sirve un poder del que no puede uno usar para su satisfacción? ¡Pobres de las gentes que lo solicitan! Si yo os lo dijera, ¿cómo lo comprenderíais? ¿No son nada las perlas porque no tengan valor alguno para las huestes de Epicuro? ¿Encontraba Curtius más hermoso mandar a los que tenían mucho porque poseerlo él? ¿No es preciso ser algo más que un hombre ordinario cuando se tiene la pretensión de ser casi un Dios? Por lo demás, yo lamento el afligiros o desanimaros, pero yo no invento aquí las elevadas ciencias; las enseño y hago constar las rigurosas necesidades al sentar sus primeras y más inexorables condiciones.

Pitágoras era un hombre libre, sobrio y casto; Apolonio de Tiana, Julio César, fueron hombres de una asombrosa austeridad; Paracelso hacía dudar de su sexo, tan extraño era a las debilidades amorosas; Ramon Llul llevaba los rigores de la vida hasta el más exaltado ascetismo; Jerôme Cardafi exagera la práctica del ayuno hasta el punto de morir de hambre si ha de creerse a la tradición; Agrippa, pobre y recorriendo el mundo de pueblo en pueblo, murió casi la miseria, antes de sufrir los caprichos de una princesa que insultaba a la libertad de la ciencia. ¿Cuál ha sido, pues, la dicha de estos hombres?

La inteligencia de los grandes secretos y la conciencia del poder. Era lo suficiente para esas grandes almas. ¿Es preciso ser como ellos para saber lo que han sabido? No, ciertamente, y este libro que escribo es quizá la prueba; mas, para hacer lo que ellos hicieran, es absolutamente necesario tomar los medios que ellos tomaron.

Pero, realmente, ¿qué es lo que han hecho? Han asombrado y subyugado al mundo, han reinado más efectivamente que los reyes. La magia es un instrumento de bondad divina o de diabólico orgullo, pero es la muerte de las alegrías de la tierra y de los placeres de la vida mortal.

—Entonces, ¿para qué estudiar? —dirán los vividores.

—Pues, sencillamente, para conocerla, y después también para aprender a deshacerse de la incredulidad estúpida o de la credulidad pueril. Hombres de placer (y como mitad de esos hombres, cuento también a las mujeres), ¿no es un placer muy grande el de la curiosidad satisfecha? Leed, pues, sin temor, que no llegaréis a ser magos, a pesar vuestro.

Además, estas disposiciones de renunciación absoluta no son necesarias más que para establecer las corrientes universales y cambiar la paz del mundo; hay operaciones mágicas relativas y limitadas a un determinado círculo de acción, para las que no son necesarias tan heroicas virtudes. Puede obrarse sobre las pasiones por medio de las pasiones, determinar las simpatías o las antipatías, hacer enfermar o curar, sin poseer el todo poderío del mago; es preciso únicamente prevenirse del riesgo que puede correrse en una reacción proporcionada a la acción y de la que fácilmente podría convertirse en víctima. Todo esto se explicará en el Ritual.

Formar la cadena mágica es establecer una corriente magnética, que será más y mas fuerte en razón a la extensión de la misma. Veremos en el Ritual cómo estas corrientes pueden producirse y cuáles son las diversas maneras de formar la cadena. La cubeta de Mesmer era una cadena mágica bastante imperfecta; muchos grandes círculos de iluminados, en diferentes países del norte, han sido cadenas más poderosas.

La misma sociedad de ciertos sacerdotes católicos, célebres por su poder oculto y su impopularidad, estaba establecida sobre el plan, y siguiendo las condiciones de las cadenas mágicas más poderosas, siendo éste el secreto de su fuerza, que ellos atribuyen exclusivamente a la gracia o a la voluntad de Dios, solución vulgar y fácil de todos los problemas de fuerza en influencia o en arrastramiento. Ya podrá apreciarse en nuestro Ritual la serie de ceremonias y de evocaciones, verdaderamente mágicas, que componen la gran obra de la vocación, bajo el nombre de ejercicios de San Ignacio.

Todo entusiasmo propagado en una sociedad por consecuencias de comunicaciones y de prácticas convenidas, produce una corriente magnética y se conserva o se aumenta por la corriente. La acción de la corriente es arrastrar y exaltar a las personas impresionables y débiles, a las organizaciones nerviosas, a los temperamentos dispuestos al histerismo, o a las alucinaciones. Estas personas se hacen pronto poderosos vehículos de la fuerza mágica y proyectan con fuerza la luz astral en la misma dirección de la corriente; oponerse entonces a las manifestaciones de la fuerza, sería, de algún modo, combatir la fatalidad.

Cuando el joven fariseo Saul o Schol vino a arrojarse, con todo el fanatismo y la testarudez de un sectario contra el cristianismo invasor, se colocaba a sí mismo, y a despecho suyo, a merced del poder que creía combatir; así fue fulminado por un relámpago magnético, realizado más instantáneamente por el efecto combinado de una congestión cerebral y de una insolación.

Marie-Alphonse_Ratisbonne Curso de cábala oculta en el Tarot
Marie Alphonse Ratisbonne

La conversación del joven israelita Alfonso de Ratisbonna, es un hecho contemporáneo de idéntica naturaleza. Nosotros conocemos una secta de entusiastas a quienes se les oye reír a distancia y de cuya risa se contagia uno sin poder remediarlo ni aun combatirla. Diré más; diré que los círculos mágicos y las corrientes magnéticas, se establecen por sí mismas, e influencian siguiendo las leyes fatales, a aquellos que se someten a su acción.

Cada uno de nosotros está atraído hacia un círculo de relaciones, que en su mundo y del que sufre la influencia. Jean-Jacques Rousseau, ese legislador de la revolución francesa, ese hombre en quien la nación más espiritual del mundo acepta como la encamación de la razón humana, fue arrastrado a la más triste acción de su vida, al abandono de sus hijos, por la influencia magnética de un círculo de libertinos y por una corriente mágica de mesa de hotel.

Lo refiere sencilla e ingenuamente en sus Confesiones, y es un hecho en que nadie ha reparado. Son los grandes círculos los que forman los grandes hombres y recíprocamente. No hay en ellos genios incomprendidos; hay sí, hombres excéntricos y la palabra parece haber sido inventada por un adepto. El hombre excéntrico en genio, es aquel que trata de formarse un círculo luchando contra la fuerza de atracción central de las cadenas y de las corrientes establecidas.

Su destino es ser vencido en lucha o triunfar. ¿Cuál es la doble condición del éxito es semejante caso? Un punto central de fijeza y una acción circular perseverante de iniciativa. El hombre de genio es aquel que ha descubierto una ley real y que, por consecuencia, posee una fuerza invencible de acción y de dirección. Puede morir en la obra; pero lo que ha querido se cumple a pesar de su muerte; porque la muerte es una verdadera asunción para el genio. Cuando yo me eleve de la tierra -decía el más grande de los iniciadores— yo lo arrastraré todo tras de mí.

La ley de las corrientes magnéticas es la del movimiento mismo de la luz astral. Este movimiento es siempre doble y se multiplica en sentido contrario. Una grande acción prepara siempre una reacción igual y el secreto de los grandes éxitos está todo él en la presciencia de las reacciones. Así es como Chateaubriand, inspirado por el disgusto de las saturnales revolucionarias, presintió y preparó el inmenso éxito de su Genio del Cristianismo.

Oponerse a una corriente que comienza su círculo, es querer ser quebrantado, como lo fue el grande e infortunado Emperador Juliano; oponerse a la corriente que ha recorrido todo el círculo de su acción, es tomar la cabeza de la corriente contraria. El gran hombre es aquel que llega a tiempo y que sabe innovar oportunamente.

Voltaire, en tiempo de los apóstoles, no hubiera encontrado eco a sus palabras, y no habría sido, quizá, más que un parásito ingenioso de los festines de Trimalcyon.

En la época en que vivimos todo está preparado para una nueva explosión de entusiasmo evangélico y de desinterés cristiano, precisamente a causa del desencadenamiento universal, del positivismo egoísta y del público cinismo con que se ostentan los más groseros intereses. El éxito de ciertos libros y las tendencias místicas de los espíritus, son síntomas nada equívocos de esta predisposición general. Se restauran los viejos templos y se edifican otros nuevos; cuanto más se siente el vacío de creencias, con más ahínco se espera; el mundo entero espera, una vez más al Mesías, que no puede tardar en venir.

Que se encuentre, por ejemplo, un hombre colocado en una elevada posición por su rango o por su fortuna, un papa, un rey o un judío millonario, y que ese hombre sacrifique pública y solemnemente todos sus intereses materiales a la salvación de la humanidad, que se haga el redentor de los pobres, el propagador y aun la víctima de doctrinas de abnegación y de caridad; y se formará a su alrededor un concurso inmenso, y se producirá una completa conmoción en el mundo.

Pero la elevada posición del personaje es, ante todo, necesaria, porque es nuestros tiempos de miseria y de charlatanismo, todo verbo que proceda de las bajas capas sociales, viene ya con el sello de sospecha, de una ambición desmedida y de un interés engañoso. Vosotros que no sois nadie y que no tenéis nada, no esperéis ser ni apóstoles ni Mesías. Tenéis fe y queréis proceder en razón de vuestra fe, llegad, primero, a los medios de acción, que son: la influencia del rango y del prestigio de la fortuna. En otras épocas se hacía el oro con la ciencia; hoy día es preciso rehacer la ciencia con el oro. Se fijó lo volátil, es precioso volatilizar lo fijo; en otros términos; se ha materializado el espíritu, ahora es necesario llegar a espiritualizar la materia.

La palabra más sublime no tiene eco en nuestros días, si no se produce bajo la garantía de un nombre, es decir, de un éxito que representa un valor material. ¿Cuánto vale un manuscrito? Lo que vale en librería la firma del autor. La razón social Alejandro Dumas y Compañía, por ejemplo, representa una de las garantías literarias de nuestra época; pero la casa Dumas no vale más que por sus productos habituales, las novelas. Que Dumas encuentre una magnífica utopía o una solución admirable al problema religioso, y no se considerarán esos descubrimientos más que como caprichos divertidos del novelista y nadie los tomará en seno, a pesar de la celebridad Europea del Panurgo de la literatura moderna.

Estamos en el siglo de las posiciones adquiridas; cada cual vale en razón a los que representa social y comercialmente hablando. La ilimitada libertad de la palabra ha producido tal conflicto de discursos, que ya hoy día nadie dice: “¿Qué dicen?” sino: “¿Qué ha dicho ese?” si es Rothschild, o S. S. Pío IX o aun Monseñor Dupanloud, es alguna cosa. Si es Tartempión, que fue, por lo demás (lo que es posible después de todo) un prodigio, todavía ignorado, de genio, de ciencia y de buen sentido, no es nada.

Arquímedes Curso de cábala oculta en el Tarot
Arquímedes

A aquellos que me dijeran: ¿Si posees el secreto de los grandes éxitos y de la fuerza que puede cambiar el mundo, por qué no te sirves de ella? Yo le respondería. Esta ciencia la he adquirido demasiado tarde para mí mismo, y he perdido en adquirirla el tiempo y los recursos que quizá me hubiera puesto en situación de hacer el uso debido; pero yo ofrezco a aquellos que están en posición  para hacerlo.

Hombres ilustres, ricos, grandes del mundo, que no estáis satisfechos con lo que tenéis y con lo que sois, y que sentís dentro de vuestro corazón una ambición más notable y más amplia, ¿queréis ser los padres de un mundo nuevo y los reyes de una civilización rejuvenecida? Un sabio, pobre y obscuro, ha encontrado la palanca de Arquímides y os la ofrece para el solo bien de la humanidad y sin pediros nada en cambio.

Los fenómenos que últimamente han agitado a América y a Europa, a propósito de las mesas parlantes y de las manifestaciones fluídicas, no son otra cosa que corrientes magnéticas, que comienzan a formarse, y las solicitaciones de la naturaleza, que nos invita, para la salvación de la humanidad, a reconstruir grandes cadenas simpáticas y religiosas. Efectivamente, el estancamiento de la luz astral sería la muerte del género humano, y las torpezas de ese agente secreto se han manifestado ya por espantosos síntomas de descomposición y de muerte. El cólera morbo, por ejemplo, las epidemias de las patatas y de la uva no obedecen a otra causa, como lo han, oscura y simbólicamente, visto en sueños los dos pastorcillos de la Salette.

La inesperada fe que ha encontrado su relato y el concurso inmenso de peregrinos en determinado por un relato tan singular como vago, cual es el de dos niños sin instrucción y casi sin moralidad, son pruebas de la realidad magnética del hecho, y de la tendencia fluídica de la misma tierra a operar la curación de sus habitantes.

La supersticiones son instintivas, y todo lo que es instinto tiene una razón de ser en la naturaleza misma de las cosas; es en esto en lo que los escépticos no han reflexionado todavía poco ni mucho.

Nosotros atribuimos, pues, todos los hechos extraños del movimiento de las mesas al agente magnético universal, que busca una cadena de entusiasmo para formar nuevas corrientes. Es una fuerza ciega, por sí misma, pero que puede ser dirigida por la voluntad de los hombres y que está influenciada por las opiniones circulantes.

Este fluido universal, si se quiere que sea fluido, siendo el medio común de todos los organismos nerviosos y el vehículo de todos las vibraciones sensitivas, establece entre las personas impresionables una verdadera solidaridad física, y transmite de las unas a las otras impresiones de la imaginación y del pensamiento. El movimiento de la cosa inerte, determinado por las ondulaciones del agente universal, obedece a la impresión dominante y reproduce en sus revelaciones, tan pronto toda la lucidez de los más maravillosos ensueños, tan pronto toda la extravagancia y toda la falacia de los sueños más incoherentes y más vagos.

Los golpes dados sobre los muebles; la agitación ruidosa de las vajillas; los instrumentos de música sonando por sí mismos son ilusiones producidas por las mismas causas. Los milagros de los convulsionarios de San Medardo, eran del mismo orden y parecían con frecuencia interrumpir las leyes de la naturaleza.

Exageración, por una parte, producida por la fascinación, que es la embriaguez, ocasionada por las congestiones de luz astral, y de la otra, oscilaciones o movimientos reales impresos a la materia inerte por el agente universal y sutil del movimiento y de la vida; he aquí todo lo que hay en el fondo de esas cosas tan maravillosas, como podrían fácilmente convencerse reproduciendo a voluntad, por los medios indicados en el Ritual, los más asombrados de esos prodigios, y comprobar sin dificultad la ausencia de superchería, de alucinación o de error.

Me ha ocurrido muchas veces, después de haber realizado experiencias de cadena mágica, hechas con personas sin buena intención y sin simpatías, de verme despertado, preso de un sobresalto, durante la noche, y víctima de impresiones y contactos verdaderamente horribles; una noche, entre otras, sentí la presión de una mano que me estrangulaba; me levanté, encendí la lámpara y me puse tranquilamente a trabajar para utilizar mi insomnio y desviar las fantasías del sueño. Entonces, los libros se desplazaban cerca de mí, ruidosamente; las maderas crujían con estrépito, como si fueran a romperse, y golpes continuados y sordos resonaban en el techo, en el suelo y en las paredes.

Yo observaba con curiosidad, pero tranquilamente, todos estos fenómenos, que no serían menos maravillosos si solamente mi imaginación hiciera los gastos, tanto había de realidad en sus apariencias. Como acabo de decir, no me sentía en forma alguna atemorizado, y me ocupaba en aquel momento de otra cosa que no eran ciertamente ciencias ocultas.

Fue por la repetición de estos hechos por lo que intenté experiencias de evocación, con la ayuda del ceremonial mágico de los antiguos, obteniendo resultados verdaderamente extraordinarios, que haré constar en el capítulo decimotercero de este libro.

La triple cadena

La gran obra en Magia práctica, después de la educación de la voluntad y de la creación de la personalidad del mago, es la formación de la cadena magnética, y este secreto es verdaderamente el del sacerdocio y el de la realeza.

Formar la cadena mágica es establecer una corriente magnética que será mas y mas fuerte en razón de la extensión de la misma, es dar origen a una corriente de ideas que produzcan la fe y que arrastre a un gran número de voluntades en un circulo determinado de manifestaciones por la acción. Una cadena bien formada, es algo así como un torbellino que todo lo absorbe y lo arrastra.

Puede establecerse la cadena de tres maneras: por los signos, por la palabra y por el contacto. Se establece por los signos, haciendo adoptar un signo para la opinión como representante de una fuerza. Así es como los cristianos se comunican y se unen por el de la cruz, los masones por el de la escuadra, bajo el sol, y los magos por el del microcosmos, que se hace con los cinco dedos extendidos, etc.

Los signos, una vez recibidos y propagados, adquieren fuerza por sí mismos. La vista y la imitación del signo de la cruz, bastaban para hacer prosélitos en los primeros siglos del cristianismo. La medalla, llamada milagrosa, ha operado aun en nuestros días un gran número de conversiones por la misma ley magnética. La visión y el iluminismo del joven israelita Alfonso de Ratisbona, ha sido el más notable de estos hechos. La imaginación es creadora, no sólo de nosotros mismos, sino fuera de nosotros, por nuestras proyecciones fluídicas, y no es necesario, sin duda, atribuir a otras causas los fenómenos del lábaro de Constantino y de la Cruz de Migné.

La cadena mágica por la palabra estaba representada, entre los antiguos, por esas cadenas de oro que salen de la boca de Hermes. Nada iguala a la electricidad de la elocuencia. La palabra crea la inteligencia más elevada, aun entre las muchedumbres más ignorantes y más abigarradas. Hasta aquellos peor preparados para comprender, comprenden por conmoción y se ven arrastrados como los demás. Pedro el Ermitaño ha quebrantado a Europa al grito de ¡Dios lo quiere¡ Una sola palabra del Emperador electrizaba a su ejército y hacía invencible a Francia. Proudhon mató el socialismo con su célebre paradoja: “La propiedad es un robo”.

Basta, frecuentemente, una frase corta para derribar un poder. Voltaire lo sabía perfectamente y conmovió al mundo por medio de sarcasmos. Así él, que no temía ni a los papas ni a los reyes, ni a las bastillas, se asustaba ante una frase de doble sentido.

Se está muy cerca de cumplirlos deseos de un hombre cuando se repiten sus frases.

La tercera manera de establecer la cadena mágica es por el contacto. Entre personas que se ven con frecuencia, el principio de la corriente se revela pronto, y la voluntad más fuerte no tarda en absorber la de los demás. El contacto directo y positivo de mano a mano, completa la armonía de las disposiciones, siendo por este motivo una prueba de simpatías y de unanimidad. Los niños, que están guiados instintivamente por la naturaleza, forman la cadena magnética al jugar al corro. Entonces la alegría circula y la risa se esparce. Las mesas redondas son más favorables para toda clase de juegos que las de otra forma.

El gran corro del Sabatt que era la señal de haber terminado las reuniones misteriosas de los adeptos de la edad media, era una cadena mágica que les unía a todos en una misma voluntad y para una obra común; la formaban colocándose espalda con espalda a agarrándose de las manos, con el rostro fuera del círculo, a imitación de las antiguas danzas sagradas de las cuales se ven todavía reflejos en los bajos relieves de algunos templos vetustos. La pieles eléctricas del lince, de la pantera y aun del gato doméstico, iban, a imitación de las antiguas bacanales, unidas a sus vestidos. De aquí procede la tradición de que los concurrentes al aquelarre llevaran un gato colgado de su cintura y que bailaran con todo ese aparato.

Los fenómenos de las mesas giratorias y parlantes, han sido una manifestación fortuita de la comunicación fluídica por medio de la cadena circular, luego la mistificación se mezcló en ello y personas, aun instruidas e inteligentes, se apasionaron por esta novedad, hasta el punto de mixtificarse a sí mismas y convertirse en víctima de su propio engaño. Los oráculos de las mesas eran respuestas sugeridas más o menos voluntariamente tomadas al azar, pareciéndose a las conversaciones que tenemos entre sueños.

Los demás fenómenos más extraños, podían ser productos externos de la imaginación común. No negamos, sin duda, la intervención posible de espíritus elementales en esas manifestaciones, como en las de la adivinación por las cartas o por los sueños; pero no creemos que esté probado en forma alguna, y que, nada, por consiguiente, puede obligamos a admitirlo.

Uno de los más extraños poderes de la imaginación humana es el de la realización de los deseos de la voluntad, o aun de sus, aspiraciones y temores. Se cree fácilmente lo que se teme o lo que se desea, dice el proverbio y con razón. Puesto que el deseo y el temor dan a la imaginación un poder realizador cuyos efectos son incalculables.

¿Cómo se consigue, por ejemplo, padecer la enfermedad de que se tiene miedo? Ya hemos examinado las opiniones de Paracelso a este respecto y establecido en nuestro dogma las leyes ocultas, comprobadas por la experiencia; pero, en las corrientes magnéticas y por medio de la cadena, las realizaciones son tanto más extrañas cuanto que son casi siempre inesperadas cuando la cadena no ha sido formada por un jefe inteligente, simpático y fuerte. Resultan, en efecto, combinaciones puramente fatales y fortuitas.

El espanto vulgar de los convidados supersticiosos cuando se sientan trece ante la mesa y la convicción en que se hallan de que una desdicha amenaza al más joven y al más débil de todos, es, como la mayoría de las supersticiones, un resto de ciencia mágica. Siendo el duodenario un número completo y cíclico en las analogías universales de la naturaleza, arrastra siempre y absorbe al decimotercio, número considerado como desgraciado y superfluo.

Si el círculo de una muela de molino está representada por doce, el número trece será el del grano que deberá triturar. Los antiguos habían establecido sobre semejantes consideraciones la distinción de los números felices y desgraciados, de donde se deducía la observancia de los días de bueno y de mal augurio.

Es en este asunto en donde la imaginación creadora se fija, y los números y los días no dejan de ser favorables o desfavorables a aquellos que creen en su influencia. Fue, pues, con razón como el cristianismo proscribió las ciencias adivinatorias, porque disminuyendo así el número de las probabilidades fatales, dio mayores elementos y más elevado imperio a la libertad.

La imprenta es un instrumento admirable para formar la cadena mágica por la extensión de la palabra. Efectivamente, ningún libro se pierde; los escritos van siempre a donde deben ir, y las aspiraciones del pensamiento atraen la palabra. Nosotros lo hemos experimentado cien veces durante el curso de nuestra iniciación mágica; los más raros libros se ofrecían indispensables. Así es como hemos encontrado intacta esta ciencia universal que muchos eruditos han creído sepultada bajo sucesivos catecismos; así es también como hemos penetrado en la gran cadena mágica, que comienza en Hermes o en Enoc, para no terminar más que con el mundo.

Entonces es cuando pudimos evocar y hacérnoslo presentes, los espíritus de Apolonio, de Plotino, de Sinesio, de Paracelso, de Cardan, de Cornelio Agrippa y de tantos otros más o menos conocidos, pero demasiado religiosamente célebres para que se les nombre de paso. Nosotros continuaremos su gran obra, que otros proseguirán después de nosotros. Pero ¿a quién será dable el terminarla?

  1. En los rizos se encuentra la guerra. 11 La Endecada, los caparazones condenados, que existen únicamente fuera del Árbol de la vida.

11 La Caph.

Nombre divino (poderoso). Designa el primer cielo o primum mobile, correspondiente al nombre de Dios que se expresa bajo una sola letra (Yod). Es decir, la causa primera que pone en movimiento todo lo que es susceptible de moverse. Es la primera inteligencia soberana que gobierna este primum mobile o primer cielo del mundo astrológico, atribuído  a la segunda persona de la Trinidad, denominada Metratrón.

Su atributo significa el príncipe de las dos caras: su misión es la de presentar a todos aquellos que deben comparecer ante la faz del Altísimo; bajo su égida se encuentra el príncipe Orifiel, junto con una infinidad de inteligencias subalternas; los cabalistas dicen que ha sido por intermedio del ministerio de Metatrón que Dios habló a Moisés; también por su intermedio, todas las potencias inferiores del mundo sensible reciben las virtudes de Dios.

La letra Caph , al final de una palabra, corresponde a dos altos nombres divinos, cada uno de ellos formado por dos letras hebreas: El arc.12 (seria el carácter en hebreo, mirar tabla es como una serpiente)  y Yah; estos gobiernan sobre las inteligencias del segundo orden, quienes rigen a su vez sobre el cielo de las estrellas fijas y en particular sobre los doce signos del Zodíaco, al cual llaman los hebreos Galgol Hamnazeloth; La inteligencia del segundo cielo se denomina Raziel y su atributo significa Visión de Dios y sonrisa de Dios.

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→  Ver siguiente carta 12 Lamed El Colgado

Este trabajo está hilado de las siguientes obras:

  • La Cábala tradición secreta de occidente (Papus)
  • Curso de filosofía oculta sobre la cábala y los números (Eliphas Levi)
  • Dogma y ritual de alta magia 1 y 2 (Eliphas Levi)
  • El Tarot de los Bohemios (Papus)
  • Gematria dogma cabalístico (Aleister Crowley)

Ana Suero Sanz

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