Heth La Justicia

La octava lámina, Heth La Justicia, jeroglíficamente expresa un campo. De aquí la idea de todo lo que exige trabajo, pena o esfuerzo.

De la continuidad del esfuerzo surge el equilibrio entre la destrucción (resultado de la acción fatal de la naturaleza) y la conservación de las obras del hombre. De estos conceptos dimana la idea de “poder equilibrante” y de justicia, conferida a esta letra. La correspondencia astronómica de la letra heth, es el signo zodiacal Cáncer. El contenido de este símbolo y, en consecuencia, lo que debe de expresar, es la idea de “equilibrio” en todas sus formas.

Una mujer, representada de frente, se halla sentada en un trono, entre las dos columnas del templo. Sobre su frente ciñe una corona de hierro y sobre su pecho se destaca la cruz estelar. Hallamos aquí de nuevo el simbolismo de los arcanos 2 y 5.

El hecho de que la mujer se halla situada entre las dos columnas traduce la primera idea de equilibrio: El equilibrio entre el bien y el mal. En la mano derecha empuña la espada, cuya punta está dirigida hacia arriba; en la mano izquierda sostiene una balanza. La ciencia oculta (2), teórica hasta hoy, adquiere un valor práctico a través de la enseñanza oral. Esta ciencia se muestra ahora en todo el rigor de sus consecuencias —terrible para el falso mago (la espada), más justa para el verdadero iniciado (la balanza)—. Este arcano ocupa —desde el punto de vista de su significado— una posición intermedia entre los arcanos 5 y 11.

Esta lámina es la complementaria de la undécima (así como la quinta lo era de la décima). En el primer septenario todas las láminas cuya suma era 7 se explicaban recíprocamente, en el segundo septenario, ocurre lo mismo con todas aquellas que suman 19.

7                                                   12

El Carro se complementa por El Ahorcado

7 + 12 = 19

19 = 10 = 1

8                                                      11

La Justicia se complementa por La Fuerza

8 + 11 = 19

9                                                              10

El Ermitaño se complementa por La Rueda de la Fortuna

9+10=19

La octava lámina del Tarot traduce el aspecto “conservador” de la segunda lámina. Sintetiza las ideas de la segunda y de la quinta lámina, además constituye el reflejo de la séptima. Representa:

1° En lo divino. Dios el hijo, del segundo septenario.

La mujer como función de Dios el hijo.

LA MADRE

Reflejo del Padre. Conservador de Dios el hijo en la humanidad.

2° Ley pasiva del segundo septenario.

LA JUSTICIA

Reflejo de la realización y de la autoridad.

3° La mujer del segundo septenario. La naturaleza en función de Eva.

LA EXISTENCIA ELEMENTAL

Reflejo de la luz astral. Conservación de la naturaleza naturada en el mundo.

La existencia elemental es el medio en virtud del cual el fluido animador astral o “luz astral” (7) se manifiesta a través del éter o “materia astral” (9). Es lo que nos demostrará el arcano siguiente.

JEROGLÍFICO PRIMITIVO: Un Campo

CÁBALA: Nizah

ASTRONOMÍA: Cáncer

Significdos y relaciones:

La mujer como función de Dios el hijo

LA MADRE- LEY- LA JUSTICIA

La Naturaleza como función de Eva

LA EXISTENCIA ELEMENTAL

LA REALIZACION

Las causas se revelan por los efectos, éstos son proporcionados a las causas. El verbo divino, la palabra única, el tetragrama, se ha afirmado por la creación cuaternaria. La fecundidad humana prueba la fecundidad divina; el jod del nombre divino es la virilidad eterna del primer principio. El hombre ha comprendido a Dios, agrandando hasta lo infinito la idea que se había formado de sí mismo. Comprendiendo a Dios como hombre infinito, el hombre se dijo a sí mismo: «Yo soy el Dios finito.»

La Magia difiere del misticismo en que no juzga apriori, sino después de haber establecido a posteriori la base misma de sus juicios, es decir, después de haber comprendido la causa por los efectos y encontrado el secreto de los efectos desconocidos en la misma energía de la causa, por medio de la ley universal de la analogía; así en las ciencias ocultas todo es real y las teorías no se establecen más que sobre las bases de la experiencia.

Son éstas las realidades que constituyen las proporciones del ideal, y el mago no admite como cierto en el dominio de las ideas más que lo que está demostrado por su realización. En otros términos; lo que es verdadero en la causa se realiza en el efecto. Lo que no se realiza como causa no puede llegar nunca a la categoría de efecto. La realización de la palabra es el verbo, propiamente dicho.

Un pensamiento se realiza al convertirse en palabra; ésta se realiza por el gesto, por los signos y por las figuras de los signos; éste es el primer grado de la realización. Después se imprime en la luz astral por medio de los signos de la escritura o de la palabra; influencia a otros espíritus al reflejarse en ellos; se refracta atravesando la diáphana de los demás hombres y adquiere formas y proporciones nuevas, traduciéndose después en hechos que pueden modificar la sociedad y el mundo; éste es el último grado de la realización Los hombres que nacen en un mundo modificado por una idea llevan en sí la traza, la impresión de esta idea, y es así como el verbo se hace carne.

La huella de la desobediencia de Adam, conservada en la luz astral no ha podido ser borrada más que por otra huella, por otra impresión más fuerte, por la obediencia del Salvador, siendo así como puede explicarse el pecado original y la redención en un sentido natural y mágico. La luz astral o el alma del mundo era el instrumento del todopoderoso Adam, convirtiéndose luego en instrumento de su suplicio, después de haberse corrompido y turbado por el pecado que mezclo un reflejo impuro a las imágenes primitivas que componían, para su imaginación todavía virgen, el libro de la ciencia universal. La luz astral figurada en los antiguos símbolos por la serpiente que se muerde la cola, representa escalonadamente la malicia y la prudencia, el tiempo y la eternidad, el tentador y el redentor.

Es porque esa luz, siendo el vehículo de la vida, puede servir de auxilio lo mismo al bien que al mal, y lo mismo puede tomarse como la forma ígnea de Satanás que como el cuerpo de fuego del Espíritu Santo. Es el alma universal de la batalla de los ángeles, y lo mismo alimenta las llamas del infierno que el rayo de San Miguel. Podría compararse con un caballo de una naturaleza análoga a la que se atribuye al camaleón, y que refleja siempre la armadura de su jinete. La luz astral es la realización o la forma de la luz intelectual, como ésta es la realización o la forma de la luz divina.

Comprendiendo el gran iniciador del cristianismo que la luz astral estaba recargada de reflejos impuros de la maldad romana, quiso separar a sus discípulos de la esfera ambiente de los reflejos y llamar toda su atención hacia la luz interna, a fin de que por medio de una fe común, pudieran comunicarla por nuevos cordones magnéticos, que él denominó gracia, y vencer de ese modo las desbordadas corrientes del magnetismo universal, al que dio los nombres de diablo y de Satanás para manifestar la putrefacción. Oponer una corriente a otra corriente, es renovar el poder de la vida fluídica. Así, los reveladores no han hecho más que adivinar por la exactitud de sus cálculos la hora propicia para las reacciones morales.

La ley de la realización produce lo que nosotros llamamos el respiro magnético, de que se impregna los objetos y los lugares, lo cual les comunica una influencia conforme a nuestras voluntades dominantes, especialmente con las que están confirmadas y realizadas por hechos. En efecto, el agente universal, o la luz astral latente, busca siempre el equilibrio, llena el vacío y aspira la plenitud; hace al vicio contagioso, como muchas enfermedades físicas y sirve poderosamente al proselitismo de la virtud.

Por esto es por lo que la convivencia con seres que nos son antipáticos se hace intolerable, y por lo que la reliquias, sean de santos, sea de grandes malvados, pueden ofrecer maravillosos efectos de conversión o de perversión súbita; también es por esto por lo que el amor sexual se produce generalmente por un soplo o por un contacto, y no solamente por el contacto con la misma persona, sino por medio de objetos que ella haya tocado o magnetizado sin saberlo. El alma aspira y respira exactamente igual que el cuerpo. Aspira lo que cree conviene a su dicha, y respira ideas que resultan sensaciones íntimas.

Las almas enfermas tienen mal aliento y vician su atmósfera moral, es decir, mezclan a la luz astral que las penetra reflejos impuros y establecen corrientes etéreas. Hay quien se asombra de verse asaltado en sociedad por pensamientos malvados que no se hubieran creído nunca posibles, ignorando, quizá, que se deben a alguna proximidad mórbida. Este secreto es de la mayor importancia porque conduce a la manifestación de las conciencias, uno de los poderes más incontestables y más terribles de la magia.

El respiro magnético produce alrededor del alma una radiación de que es centro, y se rodea del reflejo de sus obras, que le hacen un cielo o un infierno. Ni hay en ello actos solitarios ni podría tampoco ver en ellos actos ocultos; todo cuanto realmente queremos, es decir, todo cuanto confirmamos por medio de actos permanece escrito en la luz astral, en donde se conservan los reflejos de esos actos. Estos reflejos influencian constantemente nuestro pensamientos por mediación de la disciplina, y así es como nos convertimos en hijos de nuestras propias obras.

La luz astral, transformada en luz en el momento concepción es la primera envoltura del alma y al combinarse con los fluidos más sutiles, forman el cuerpo etéreo o el fantasma sideral de que habla Paracelso en su filosofía de intuición (Philosophia sagax.) Este cuerpo sideral, al desprenderse del resto del ser, a la muerte, atrae hacia sí y conserva durante largo tiempo, por la simpatía de los homogéneos, los reflejos de la vida pasada; si una voluntad poderosamente simpática le atrae, en una corriente particular, se manifiesta naturalmente, porque no hay nada más natural que los prodigios. De este modo es como se producen las apariciones.

Pero ya desarrollaremos este tema de un modo completo en el capítulo especial de la Nigromancia. Ese cuerpo fluídico, sometido, como la masa de la luz astral, a dos movimientos contrarios, atractivo a la izquierda y repulsivo a la derecha, o recíprocamente en los dos sexos, produce en nosotros luchas de diferentes índoles, contribuye a las ansiedades de la conciencia; con frecuencia se ve influenciado por reflejos de otros espíritus, siendo así como se produce, sean las tentaciones, sean las gracias sutiles e inesperadas. Esta es, también la explicación del dogma tradicional de los dos ángeles que nos asisten y nos experimentan. Las dos fuerzas de la luz astral pueden figurarse por una balanza, en la que se pesan nuestras buenas intenciones para el triunfo de la justicia y de la emancipación de nuestra libertad.

El cuerpo astral no es siempre del mismo sexo que el terrestre, es decir, que las proporciones de ambas fuerzas, variando de derecha a izquierda, parecen contradecir, desde luego, la organización visible. Esta es la causa que produce los errores aparentes de las pasiones humanas, y puede justificar, sin justificarlas en modo alguno ante la moral, las singularidades amorosas de Anacreonte o de Safo. Un magnetizador hábil debe apreciar todos estos matices, y por nuestra parte ofrecemos en nuestro Ritual los medios para reconocerlos. Existen dos clases de realización; la verdadera y la fantástica.

La primera es el secreto exclusivo de los magos; la otra pertenece a los hechiceros y a los brujos. Las mitologías son realizaciones fantásticas del dogma religioso; las supersticiones son el sortilegio de la falsa piedad; pero las mismas mitologías y las supersticiones son más eficaces sobre la voluntad humana que una filosofía especulativa y exclusiva de toda práctica. Por esta razón San Pablo opone las conquistas de la locura de la cruz a la inercia de la sabiduría humana. La religión realiza la filosofía adaptándola a las debilidades del vulgo; tal es para los cabalísticas la razón secreta y la explicación oculta de los dogmas de la encarnación y de la redención.

Los pensamientos que no se traducen en palabras, son pensamientos perdidos para la humanidad; las palabras que no se confirman por medio de actos son palabras ociosas, y de la palabra ociosa a la mentira no hay más que un paso. El pensamiento formulado por palabras y confirmado por hechos es lo que constituye la buena o la mala obra. Así, pues, sea en vicio, sea en virtud, no hay palabra de que uno no sea responsable; no hay, sobre todo, actos diferentes. Las maldiciones y las bendiciones surten siempre su efecto, y todo acto, sea el que fuere, cuando está inspirado por el amor o por el odio, produce efectos análogos a su motivo, a su alcance y a su dirección.

El emperador aquel cuyas imágenes habían mutilado, y que, al llevarse la mano al rostro, decía: «Yo no me siento herido», hacia una falsa apreciación y disminuía de ese modo el mérito de su clemencia. ¿Qué hombre de honor vería con sangre fría que se insultara su retrato? Y si realmente semejantes insultos, dirigidos a nuestra persona, cayeran sobre nosotros por una influencia fatal, si el arte de la hechicería fuera positivo, como no le es permitido a un adepto dudarlo, ¿cuán imprudentes y aun temerarias no se considerarían las palabras de ese buen emperador?

Hay personas a quienes no se las ofende impunemente y si la injuria que se le ha hecho es mortal, desde luego comienzan a morir. No se habla en vano y hasta la mirada cambia la dirección de nuestra vida. El basilisco que mata al mirar, no es una fábula, es una alegoría mágica. En general, es malo para la salud tener enemigos, y no debe desdeñarse impugnemente la reprobación de nadie. Antes de oponerse o a una fuerza o a una corriente, es necesario asegurarse bien si se posee la fuerza o si se ve uno arrastrado por la corriente contraria, de otro modo se verá uno aplastado o fulminado, y muchas muertes repentinas no obedecen a otras causas.

Urbain Grandier

Las muertes terribles de Nadab y Abiu, de Osa, de Ananías y de Salira, fueron causadas por corrientes eléctricas de las creencias a que ellos ultrajaban; los tormentos de las Ursulinas de Loudun, de las religiosas de Louviers y de los convulsionarios de Jansenismo, obedecían al mismo principio y se explican por las mismas leyes naturales ocultas.

Si Urbano Grandier no hubiera sido ejecutado, habrían ocurrido de todas estas cosas una: o que las religiosas poseídas hubieran muerto presas de horribles convulsiones, o que los fenómenos de frenesí diabólico hubieran ganado, al multiplicarse, tantas voluntades y tanta fuerza que Grandier, a pesar de su ciencia y de su razón, se habría alucinado a sí mismo, hasta el punto de calumniarse como había hecho el desdichado Gaufridy o que hubiera muerto repentinamente con todas las espantosas circunstancias de un envenenamiento o de una venganza divina.

El desgraciado poeta Gilbert fue, en el siglo XVIII, víctima de su audacia al desafiar la corriente de opinión, y aun de fanatismo filosófico, de su época. Culpable de esa filosofía, murió loco furioso, víctima de los terrores más espantosos, como si el mismo Dios le hubiera castigado por haber sostenido su causa fuera de sazón. Mas, en efecto, murió sentenciado por una ley que no podía conocer; se había opuesto a una corriente eléctrica y caía fulminado por sus rayos. Si Marat no hubiera sido asesinado por Carlota Corday, habría muerto indefectiblemente víctima de una reacción de la opinión pública. Lo que le hacía leproso era la execración de las gentes honradas y a las que debía sucumbir.

La reprobación suscitada por San Bartolomé fue la única causa de la enfermedad, de la horrible enfermedad y muerte de Carlos IX y Enrique IV; si no hubiera estado sostenido por una inmensidad popularidad que debía al poder de proyección o a la fuerza simpática de su existencia astral, Enrique IV —repetimos— no hubiera sobrevivido a su conversión y habría perecido bajo el desprecio de los protestantes, combinado con la desconfianza y el odio de los católicos. La impopularidad puede ser una prueba de integridad y de valor, pero no es jamás una demostración de prudencia o de política; las heridas hechas a la opinión son mortales en los hombres de estado. Aún puede recordarse el fin prematuro y violento de muchos hombres ilustres que no conviene nombrar aquí.

Las heridas que se infieren a la opinión pública pueden ser grandes injusticias; pero no por eso dejan de ser motivadas por el fracaso y son con frecuencia decretos de muerte. Como revancha, la injusticia infligidas a un solo hombre pueden y deben, sino se reparan, causar la pérdida de todo un pueblo o de toda una sociedad; es lo que se llama el grito de sangre, porque en el fondo de toda injusticia existe el germen de un homicidio. Es a causa de esas terribles leyes de solidaridad por lo que el cristianismo recomienda tanto el perdón de las injurias y la reconciliación. Aquel que muere sin perdonar se arroja a la eternidad armado de un puñal y se entrega a los horrores de un asesinato eterno.

Es una tradición y una creencia invencible entre el pueblo, la de la eficacia de las bendiciones o de las maldiciones paternales o maternales. En efecto, cuando mayores son los lazos que unen a dos personas, más terrible es el odio que se tengan entre sí en sus efectos. El tizón de Altheo quemando la sangre de Meleagro, es una mitología, el símbolo de este poder terrible. Que los padres se percaten de estos dioses para que no enciendan el infierno con su propia sangre. No es nunca un crimen el perdonar y es siempre un peligro y una mala acción la de maldecir.

Como ya hemos dicho en muchas ocasiones, las operaciones de esta ciencia no están exentas de peligro. Pueden conducir  la locura a aquellos que no se hayan basado en la suprema, absoluta e infalible razón. Pueden también sobreexcitar el sistema nervioso y producir terribles e incurables enfermedades.

Cuando la imaginación se asusta pueden producir igualmente desvanecimientos, y aun la muerte, por congestión cerebral.

No sabremos encarecer nunca lo bastante a las personas nerviosas, y naturalmente exaltadas, a las señoras y a las jóvenes y aquellas personas que no tienen completo dominio de sí mismas, los peligros de las operaciones mágicas. Nada más peligroso, también, que convertir esta ciencia en un pasatiempo. Aun las mismas experiencias magnéticas hechas en semejantes condiciones pueden, no solamente causar trastornos en los sujetos, sino también desacreditar a la ciencia. No se juega impunemente con los misterios de la vida y de la muerte; las cosas que deben tomarse en serio, han de tratarse seriamente y con la mayor reserva.

No cedáis nunca al deseo de convencer por medio de efectos. Los más sorprendentes efectos no serían pruebas para personas no convencidas de antemano. Se podría siempre atribuirlos a prestigios naturales y mirar al mago como un competidor más o menos diestro de Robert Houdini o de Hamilton. Solicitar prodigios para creer en la ciencia, es mostrarse indignos o incapaces de la misma. SANCTA SANCTIS. No os vanagloriéis jamás de las obras que hayáis realizado, así hayáis resucitado muertos. Temed la persecución. El gran maestro recomendaba siempre el silencio a las enfermos, a quienes curaba; y si ese silencio hubiera sido fielmente observado, no hubieran crucificado al iniciador antes de la conclusión de su obra.

Meditad sobre la duodécima figura del Tarot; pensad en el gran símbolo de Prometeo y callaos.

Todos los magos que han divulgado sus obras han muerto violentamente y muchos se han visto obligados al suicidio, cama Cardan, Shroeppfer, Cagliostro y otros. El mago debe vivir en el retiro y no dejarse abordar fácilmente. Esto es lo que representa el símbolo noveno del Tarot, en donde el iniciado está representado por un ermitaño envuelto completamente en su manto. Sin embargo, ese retiro no debe llegar al aislamiento. Le son necesarios actas de abnegación y amistades que debe escoger y conservar a cualquier precio. Debe tener otra profesión que la de mago; la magia no es un oficio. Para dedicarse a la magia ceremonial, es preciso tener el espíritu libre de preocupaciones inquietantes; es de necesidad procurarse todos los instrumentos de la ciencia y saber confeccionarnos por sí mismo; y es necesario, finalmente, un laboratorio inaccesible en donde no haya el temor de verse sorprendidos o molestados.

Después, y esta es una condición esencial, es preciso saber equilibrar las fuerzas, y contener los vuelos de su propia iniciativa. Esto es lo que representa la octava figura de las claves de Hermes, en la que se ve a una mujer sentada entre dos columnas, teniendo en una mano una espada recta y en la otra una balanza. Para equilibrar las fuerzas, es preciso mantenerlas simultáneamente, y hacerlas funcionar alternativamente, doble acción representada por la balanza.

Este arcano está también representada por la doble cruz de los pantáculos de Pitágoras y de Ezequiel, en donde las cruces están equilibradas entre sí, y los signos planetarios siempre en oposición. Así, Venus es el equilibrio de las obras de Marte, Mercurio atempera y realiza las obras del Sol y de la Luna, Saturno debe balancear a Júpiter. Es por ese antagonismo de los antiguos dioses que Prometeo, como si dijéramos el genio de la ciencia, llega a introducirse en el Olimpo y a robar el fuego sagrado. ¿Será preciso hablar más claramente?

Cuanto más dulces y más calmosos seáis, mayor será el poder de vuestra cólera; cuanto más enérgicos os mostréis, mayor será el encanto de vuestra dulzura; cuanto más hábiles seáis, mayor producto obtendréis de vuestra inteligencia y aun de vuestras virtudes; cuanta más indiferentes os mostréis, más fácilmente os haréis amar. Esto es de experiencia en el orden moral y se realiza rigurosamente en la esfera de acción. Las pasiones humanas producen fatalmente, cuando no son dirigidas, los efectos contrarios a su deseo desenfrenado. El amar excesivo produce antipatía; el ciego odio se anula y se castiga a sí mismo; la vanidad conduce al rebajamiento y a las más crueles humillaciones.

El gran maestro revelaba un misterio de la ciencia mágica positiva cuando dijo: ¿Queréis acumular carbones encendidos sobre la cabeza de aquel que os ha causado daños? Perdonadle y devolverle el bien por mal. Se dirá tal vez, que Semejante perdón es una hipocresía y se parece mucho a una venganza refinada. Pero es preciso tener en cuenta que el mago es un soberano. Ahora bien; un soberano no se venga nunca, por cuanto tiene derecho de castigar. Cuando ejerce ese derecho cumple con su deber y es implacable como la justicia.

Advirtamos también, para que nadie tome en mal sentido mis palabras, que se trata de castigar al mal con el bien y de oponer la dulzura a la violencia. Si el ejercicio de la virtud es una flagelación para el vicio, nadie tiene derecho a solicitar que se le ahorre o que se tenga piedad de sus vergüenzas y de sus dolores.

El que se entrega a las obras de la ciencia debe realizar diariamente un ejercicio moderado, abstenerse de veladas largas y seguir un régimen sano y regular. Debe evitar las emanaciones cadavéricas, la vecindad de lugares en que haya aguas corrompidas y alimentos indigestos o impuros. Debe especialmente distraerse diariamente de las preocupaciones mágicas por medio de cuidados materiales, o de trabajos de arte, de industria, etc. El medio de ver bien, es el de no mirar siempre, y aquel que se pasara toda su vida mirando hacia el mismo sitio no llegaría nunca a él. Una precaución que no debe desdeñarse, es la de no operar cuando se está enfermo.

Siendo las ceremonias, como ya lo hemos dicho, medios artificiales para ejercitar la voluntad, cesan de ser necesarias cuando se ha adquirido la costumbre. Es en este sentido en el que Paracelso prohibía, a las adeptos perfectos, las ceremonias mágicas. Es preciso simplificarías progresivamente, antes de omitirlas del todo, según la experiencia que se haya adquirido de las fuerzas y las costumbres establecida en el ejercicio del querer extranatural.

Los horizontes de la ciencia son vastos, pero el campo que ocupa está dividido tan regularmente y los rayos que surgen del centro de la circunferencia son tan regulares y perfectos, que si le dan el ángulo se puede llegar a conocer la medida y la situación de todas las cosas. Ahora bien, se encuentra en el centro de esa tierra prometida a la que teme no llegar jamás. El laberinto está ahora en ustedes, tienen en sus manos el hilo de Ariadna.

El pez simboliza la vida física en su primer elemento, que es el agua, según la física de los Antiguos. El Leviatán del libro de Job es el gran agente mágico que contiene todo, absorbe todo y llena todo. Según el simbolismo indio, la primera encarnación de Vishnu fue un pez. Egipto encarnaría el agente universal en la figura del pez de Oannés. El pez jeroglífico se diferencia de la serpiente en que la serpiente de fuego representa el principio ígneo o activo del agente universal, mientras que el pez representa el elemento acuoso o pasivo y absorbente. Asimismo, en las figuras místicas de las catacumbas de Roma, el pez de Jonás, que absorbe primero y que proyecta o arroja después, reúne en él las dos formas, la del pez y la de la serpiente.

Tiene dos cabezas: una que devora y otra que vomita, y esta figura expresa así, completamente, el gran arcano de la física oculta y de la magia natural. El pez es también un símbolo del ocultismo porque es mudo . Los primeros cristianos iniciados en los misterios de la cábala encontraron también en el nombre griego del pez IXTIJS, además del nombre de Jesús y el monograma del Lábaro, las iniciales de las palabras IESOUS XRISTOS THEOU UIOS SOTER. Por ello encontramos en las tumbas de los antiguos mártires estos signos:

Esto es todo lo que puedo anticiparles sobre el pez de Tobías. Volveremos a ello y explicaremos porqué su hígado quemado purifica la unión conyugal y por qué su hiel cura la ceguera del viejo Tobías.

Mientras tanto, no se asusten de las inmensidades de la ciencia. Un rayo de sol basta para iluminar la inmensidad del cielo y nuestros ojos, por pequeños que sean, reflejan esta inmensidad. Ánimo, pues, y adelante.

Esta ley ha de ser de tal modo que el príncipe pueda hacer todo por ella y para ella, pero absolutamente nada en contra de ella. Este es el problema político. En lo concerniente a la unidad y al absolutismo que necesita el poder ejecutivo (basado en la ley), nuestro ilustre y encantador La Fontaine nos lo ha ilustrado perfectamente en su fábula del dragón de múltiples cabezas y múltiples colas. Según mi opinión el más grande de nuestros poetas es también el más grande de nuestros filósofos.

Los tres ángeles cuyos nombres nos dieron las Sagradas Escrituras corresponden al Sol, la Luna y el planeta Mercurio. El ángel del Sol es Miguel, que proclama al Dios único como el astro principal del sistema universal; Gabriel es el ángel de la Luna, el que María tiene a sus pies; es el genio de la mujer típica, a la que se llama en el SHIR HA-SHIRIM o el Cántico de los Cánticos (la poesía de las poesías) bella como la Luna; y Rafael es el ángel del Mercurio, que está asimismo representado por el bastón o la vara augural, el pez análogo de la doble serpiente y el perro, el jeroglífico de Hermanubis el fiel guardián de los secretos del templo. Rafael es el mediador del matrimonio legítimo igual que Mercurio, entre los griegos, era el proxeneta de los amores impuros. Es médico, igual que Hermes y Orfeo.

Miguel es el ángel de Jakin; Gabriel, el ángel de Bohaz, y Rafael, el ángel de la puerta sagrada. Es Miguel el que se aparece a San Juan con el sol por aureola y un pequeño libro en la mano. Es el que cuando se abre el primer sello toca la primera trompeta y vierte la primera copa; mientras tanto los cuatro ángeles son encadenados sobre el Eufrates, el río de la cautividad, ya que la verdad del santo tetragrama sigue siendo cautiva del error.

Dios todavía no se ha manifestado por medio del triángulo sacerdotal y solamente bajo el reino mesiánico será conocido el cuadrado real. Entonces serán revelados los verdaderos nombres de los cuatro últimos ángeles que son análogos a los querubines de Ezequiel. Los cuatro ángeles cuyos nombres no fueron revelados por la Biblia corresponden a los planetas simbólicos: Marte o la fortaleza, Júpiter o la justicia, Venus (púdica), Urano o la templanza y el viejo Saturno o la prudencia. ‘Todavía no están en la tierra y deben constituir un día la moral sobre una base inquebrantable, del mismo modo que los tres primeros ángeles constituyeron el dogma: Miguel, la unidad ternaria de Dios representada por Aleph; Gabriel, la encarnación o la manifestación binaria del creador representada por Beth, y Rafael, la redención, ya representada anteriormente por Ghimel.

Asimismo, el libro de Tobías es la historia profética de la redención y de su perfecta consumación a través de la historia del viejo Tobías, o e1 antiguo Israel, que se volvió ciego a causa de los excrementos de la golondrina, es decir por el contacto con las supersticiones peregrinas y extrañas, y que cuando sea ungido con la hiel, lo que representa recoger el fruto de sus amarguras y sus dolores, abrirá los ojos a la verdad, verdad que tomará no de más abajo sino de más arriba de la escala de la tradición, remontándose finalmente hasta la verdadera Cábala del hijo de Jacob, que es la única que puede redimir el escándalo de un hombre-dios y que puede volver razonable la locura de la cruz.

Entonces, el Cristianismo, representado por el joven Tobías, volverá a su padre, guiado por Rafael, y le llevará a su esposa, la verdad triunfante de los siete errores, del mismo modo que Sara escapó a los deseos de sus siete maridos indignos y Asmodea será encadenada en el alto Egipto.

Ya saben que Egipto, dividido y gobernado por grandes hierofantes, era totalmente simbólico. Estaba dividido en tres reinos que solamente eran uno: el alto, el medio y el bajo Egipto. El demonio encadenado en el alto Egipto es la fuerza fatal subyugada por la autoridad legítima, es la restauración del arte sacerdotal y del arte real indicada por las tradiciones de Moisés. Así pues, el Neo-Judaismo o el Cristianismo pueden convertirse en esposos de Sara, nombre que nos recuerda a la esposa de Abraham y que caracteriza a la Iglesia activa, siempre joven, como la sabiduría y la verdad. Solamente entonces puede convertirse en médico de su padre, transformando la hiel del odio, todavía reciente, en bálsamo reparador para la vista del viejo. Entonces Israel habrá sido purificado por la persecución, la sangre del pueblo de Dios habrá expiado la del hombre-dios y los que gritaron:

Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos

Comprenderán que se han consagrado a una redención más inmediata y abundante. ¿Esta sangre purifica al que la toca, e Israel no está totalmente cubierto por ella? Y bien, nosotros los cristianos, los hijos de aquellos que crucificaron a Israel, podemos gritar hablando de este gran pueblo: ¡que su sangre caiga sobre nosotros y nuestros hijos, no para acusarnos, sino para aclamar en nuestro favor, no para ensuciarnos, sino para absolvemos! Grandes sabios a los que perseguíamos con la antorcha en la mano sin darnos cuenta de que en la vuestra llevabais la antorcha que había de iluminar y salvar al mundo, ¡Mártires de Israel, rogad, rogad, rogad por  nosotros!

Los hombres no pueden entender todavía ni la fortaleza ni la prudencia ni la templanza ni la justicia, porque todas estas virtudes tienen como regla el equilibrio perfecto, que las sociedades humanas no han alcanzado todavía. Así pues, su fuerza es violenta, su prudencia, astuta y pérfida; su templanza, desordenada y malsana; su justicia, variable como sus intereses y sus costumbres. Por ello las naciones están predestinadas a perecer bajo la espada de los cuatro ángeles encadenados. La moral todavía no existe en el mundo. Es una gran esperanza para los culpables, pero también es un tema que hace temblar a los justos. Por eso hemos tenido razón hasta ahora cuando decíamos: es la fe la que salva. Hacemos bien cuando creemos hacer bien.

El mundo no ha pasado todavía de ese estadio; pero semejante mundo no se parece lamentablemente al manicomio de Kaulbach, en el que cada uno se aísla en su quimera, bajo la vigilancia de un guardián indiferente blandiendo un látigo para imponer silencio a las convicciones demasiado ardientes, es decir, a los locos que gritan demasiado fuerte. No sé si conocen este sombrío cuadro esbozado por un pintor alemán, pero no puedo contemplarlo sin soñar profundamente, después me voy sacudiendo la cabeza y los ojos se me llenan de lágrimas, ¡ Veni creator spiritus/ Que el soplo de los cuatro ángeles del cielo alcance a estos muertos y vivirán. Paciencia, el espíritu sopla cuando quiere y cuando debe: Nos autem qui vivimus, benedicimus Domino ex hoc nunc et usque in seculum. Acabo de revelarles, amigos míos, cosas grandes y terribles, ¡recojámonos pues y recemos!

Liber occultationis est ¡ile qui describit l/brationem bilancis. Así comienza el Siphara Stzenioutha o Libro del ocultismo, el libro dogmático del Zohar, el tratado más sublime de teología que existe. Es pues, siguiendo el mismo texto que acabo de citarle, el libro que describe el movimiento equilibrado de la balanza. ¿De qué balanza? Bilanx quae pendet in loco qul non est. De la balanza cuyos platillos se encuentran en todas partes y en ninguna. Antequam bilanx esset, non respiciebat facies ad faciem. Antes de la concepción de esta balanza, no se concebía la ley conservadora del movimiento y de la vida, la ley de las analogías universales, representada por el número misterioso del octonario.

La octava llave del Tarot

Representa la Justicia manteniendo esta balanza en equilibrio. Es la justicia soberana, como puede verse por su diadema. No es la justicia de los hombres, ya que no es ciega. El número ocho, por su forma, representa las serpientes del caduceo; representa la vida una y doble, por consiguiente triple, ya que en esta figura se pueden concebir tres unidades; representa también el ser y la vida. Puede encontrarla con todas sus connotaciones en el pentáculo de Tebas, en el que se indica la forma de las letras y de los números; tiene por cuadratura dos cuadrados, que en su máxima expresión, la forma cúbica, nos dan doce cuadrados, otra figura del ser y la vida, de la estabilidad y del movimiento.

El octonario representa también la eternidad, porque suma eternamente 1 a 7, es decir, el comienzo después del fin, el renacimiento después de la muerte, la mañana después de la noche.

Reúnan todo lo que le he dicho sobre el cuaternario y el binario, expliquen el uno a partir del otro y tendrán la ley de la creación como forma y principio de toda física real. Todo se equilibra en la naturaleza y todo puede ser representado por dos cubos en equilibrio. Toda armonía es el resultado de la analogía de los contrarios, todo peso se apoya en un contrapeso igual, toda fuerza tiene como punto de apoyo una resistencia de la misma fuerza.

El senario representa el antagonismo, ya que dos triángulos no encuentran inmediatamente su equilibrio mutuo, pero no sucede lo mismo con dos cuadrados, que no pueden luchar entre sí, ya que solamente representan el movimiento cuando están inscritos en el círculo y producen por combinación figuras siempre regulares, sobre todo si utilizamos figuras sólidas, como cubos de cartón o madera. Dos juntos nos darán un paralelo gramo que se apoya sobre la superficie en todos sus puntos, mientras que dos triángulos dan un rombo que no puede apoyarse sobre los vértices y cuya elevación siempre será menor si se apoya sobre los lados.

El octonario, aunque represente el movimiento, es también, pues, y ante todo, la imagen de la estabilidad. Esta figura conjuga las leyes contrarias de la naturaleza. Explica la eternidad por medio del tiempo, la fe por medio de la ciencia, Dios por el hombre. Por ello el 8 es el número de Jesucristo, el hombre-dios y el mediador universal cuyo  número completo es 888, así como el del Anticristo es 666, ya saben por qué.

La locura es más triste que la muerte, ya que la muerte es un pasaje y la locura es una callejón sin salida. Es un sincope de la razón, a la que tiene que abandonar el juicio, ya que la voluntad ha quedado fijada en el absurdo. Las almas de los locos se parecen a esos personajes de leyenda que fueron transformados en estatuas por la Gorgona y que se quedaron en la posición en que estaban cuando la miraron. Su pensamiento es una moneda falsa que la naturaleza ha tachonado sobre su despacho para que no circule.

Me imagino por lo tanto su dolor. Dios les prueba, amigos míos, porque quiere hacer de ustedes unos sabios, y sin embargo, no pensemos que es Dios el que elige nuestros dolores; no hace mal a unos para hacer bien a otros. Su providencia camina serenamente por la vía del orden eterno y la justicia; el sufrimiento es fatal para todos, pero solamente es un mal para los injustos; es un bien para los demás. Lo que para unos es una desgracia, para otros es una prueba y, por consiguiente, una esperanza.

He traducido como los traductores más conscientes han hecho con la Biblia, cuyo texto, en el latín de la vulgata, es casi tan bárbaro como los versos de Charrot.

Lea estos salmos, por ejemplo:

¡Ecce quam bonum et quam iucundum habitare fratres in unumi Sicut unguentum in capite, quod descendit in barbam, barbam Aaron.

Literalmente:

Qué bueno y qué agradable es vivir con los propios hermanos. Como óleo perfumado sobre la cabeza que desciende sobre la barba, la barba de Aarón. Y el salmo 67.

Si dormiatis inter medios cleros; pennae coiombae deargen tatae, et posteriora dorsi eius in palloe aun. Dum discernit caelestis reges ~per eam, nive dealbabuntur iii Selmon.

Literalmente:

Si habéis dormido entre las medidas insuficientes, las plumas de la paloma plateada y la parte posterior de su espalda, cuya palidez es de oro, serán blanqueadas por la nieve in Selmon mientras que el celeste elige reyes para ella. Creo que hay en ese párrafo un galimatías más inextricable que este:

¡Espero, alma impaciente,

Que la celeste Imma,

Luz ambiente de Abba,

De al hijo el Diorama!

O que este:

De la ciudad de los sabios

La gloria de una desposada

A través de todas las épocas

Su marcha ha sido anunciada.

Avanzo lentamente

a los acordes de mi lira

Como un fiel amante

Que ella elegirá

Esto es todo lo que recuerdo del texto de nuestro poeta. En cuanto al texto de David, es muy poético en hebreo y lo único que he hecho ha sido tratar de adivinar el hebreo de nuestro pobre amigo Charrot. Esto es todo lo que recuerdo del texto de nuestro poeta.

El octonario es el número de la justicia.

¿Pero qué es la justicia? Es la acción de la razón dirigida a la verdad. Recuerden la estrella: Ser — Verdad — Realidad — Razón — Justicia.

El vulgo lo entiende de otra manera y para él la justicia es una virtud que da a cada uno lo que le corresponde o un poder que recompensa y castiga. La triste realidad modifica este último punto en cuanto que la justicia de los tribunales, lo que llamamos propiamente justicia humana, castiga y no recompensa. Además, las faltas no son expiables; envía a Lesurques al cadalso y no lo rehabilitación. ¿Por qué sucede esto? Porque la justicia actual es un expediente y no una razón; una fuerza y no un poder. Porque la sociedad mata a su cuerpo defensor y quiere tener razón, porque es la más fuerte. Si puede equivocarse, como no puede reparar, tiene que expiar.

Ahora bien, no puede expiar más que abdicando de la justicia del viejo mundo… Es el viejo derecho de la guerra: ¡Desgraciados los vendidos! Los ideólogos actuales que escriben o hablan contra la pena de muerte me hacen el efecto de un bravo cuáquero que en un campo de batalla gritara a los generales y a los soldados:

¡hermanos! ¡está prohibido matar al prójimo! ¡no seáis homicidas!… Si la pena de muerte fuera abolida mañana, habría que enviar a las galeras, al mismo tiempo, a toda la magistratura por complicidad en los asesinatos.. ¡La pena de muerte! ¡cuestión terrible y sombría! ¡fundamento del viejo edificio social que se hundiría entero si se aboliera el cadalso! ya que el verdugo sostiene la tierra del mismo modo que el diablo sostiene el cielo. ¡He aquí, en dos palabras, el programa y la condenación del viejo mundo! Ante la eterna razón, no hay ninguna restitución que hacer. No se da nada, se deja a cada uno lo que le pertenece.

Todo ha de estar en su sitio y todo lo que está desplazado es un obstáculo a la vida. El ejercicio de la justicia es pues el de la razón más simple. Lo mal adquirido no es provechoso, es uno de esos proverbios que podría figurar entre los axiomas dignos de la eterna sabiduría. Si el mal pudiera hacernos felices, haríamos bien en hacerlo. He osado decir esto en mis Fábulas y Símbolos, el más atrevido y el más profundo de mis libros, y además de verdad (Fábulas y Símbolos de Eliphas Levi). En efecto, no confundamos la felicidad con el delirio de la embriaguez.

Un miserable roba; con el dinero robado se embriaga y ríe estúpidamente, mascullando que es el más feliz de los hombres… ¿pero quién se atrevería a envidiar esa espantosa felicidad? Lacenaire, uno de los malvados más inteligentes de nuestro siglo, escribió: “¡Heme aquí, he vivido! ya esperaba el verdugo.” He aquí cómo vivió; ¡esperando el verdugo y arrastrando esa pesadilla de embriaguez en embriaguez! ¡Oh santa e inevitable justicia, hay que estar loco para ignorarte! En relación con esto, amigos míos, les recordaré una bella alegoría de la Biblia. Dios hizo llover en el desierto maná para todos.

Había que recogerlo a la hora; unos tomaban más, otros menos, pero el exceso se corrompía y las medidas incompletas se llenaban por sí solas. ¿Cuándo pues dejará de estar cerrado el libro de Dios a los hombres? Amigos míos, ¡me habla del horror de un nadador que se encuentra solo en pleno océano!… ¡Y al decirme esto, pensaba en sí mismo!… ¿Y en cuanto a mí, pues, quién se acordará de mí sí me olvida? ¡Yo, que tengo el espíritu suspendido entre tantas inmensidades y abismos!

Sumens illud ave

Gabrielis ore,

Funda nos in pace,

Mutans evue fornen.

Solve vincla reis,

Profer lumen caecis…

Salve Regina Mater misericordiae.

vita, dulcedo, et spes nostra, salve.

—Eita ergo…, illos tuos misericordes oculos ad nos converte.

Esta invocación a María, entre tantísimas otras que encontramos en la liturgia de la Iglesia, serían impiedades si no se dirigieran a la divina Imma, a la sabiduría madre e hija de Dios, a la providencia misma. Si le decimos a María que ruegue por nosotros, no podríamos hacer la misma oración al Espíritu Santo más que siguiendo a San Pablo: ¡ipse postular pro nobis gemitibus inmarrabilibus!

Me preguntan si el mal binario ha precedido al bueno. Recuerden que en todas las cosas sometidas a la ley del progreso el mal precede siempre al bien. Caín nació antes que Abel y el hijo pródigo pecó antes de volver a su padre. Se trata pues del campo de las formas, según un pasaje del Zohar, en el que se dice que antes de la determinación de la balanza, el equilibrio no existía, y esto se renueva en todos nosotros, ya que cada hombre es un pequeño mundo. Ahora, si me dicen que el desorden y el caos han precedido el orden durante toda la eternidad… Esta cuestión no es digna de ustedes, la atribuyo a una distracción pasajera y espero que no les moleste el que no le responda a ella.

Después de haber atravesado la gran Semana de la Creación, no vamos a tratar de desenredar el caos y a poner todo en cuestión. Lo mismo digo del pasaje de su carta en el que me dice que Jesucristo no debió haber descubierto la Santa Cábala, algo difícil de conciliar con su divinidad, que sabe todas las cosas. Según vuestra opinión, pues, Jesucristo sabía hablar, caminar, leer, etc., desde su nacimiento, ya estamos otra vez en el dios disfrazado de hombre, en el fantasma de Vishnu, etc…

La letra Heth

La letra Heth es jeroglífica, tanto en el hebreo antiguo, es decir, en el anterior a la Cautividad, como en el hebreo moderno. Dos cuadrados yuxtapuestos, frontón transversal apoyado en dos columnas, la doble cruz jerárquica del bastón pontifical. Añada a estos signos el del número , caduceo foto de arriba…que representa las dos serpientes del caduceo o la serpiente única de algunos hieráticos de Hermes y tendrá todos los lineamientos fundamentales del pentáculo de Tebas.

El número 8 representa sobre todo la vida eterna, que se mantiene por el equilibrio del movimiento. La figura de los dos cuadrados yuxtapuestos designa el equilibrio en la estabilidad y la altura del edificio en proporción a su base. El bastón sacerdotal nos da la cuadratura jerárquica y proporcional del círculo y nos indica la relación del octonario con el ternario; en efecto, dos cruces nos dan 8, pero si estas dos cruces se forman con dos barras sobre el mismo fuste, la figura completa es la del ternario y representa la revelación de la providencia por la naturaleza, del padre por el hijo, de la madre eterna por la madre moral, de Chokmah por la mujer, de la ley divina por la Iglesia que está sobre la tierra. Además, este signo ha sido siempre el de los grandes Hierofantes y el de los soberanos pontífices.

También es la figura de la balanza suprema y de la justicia eterna, cuyos platillos de arriba son análogos a los de abajo. Ya ve cuántas profundidades y misterios están ocultos en estas diversas figuras. El octonario es también el símbolo de la eternidad, ya que 7 representa toda la duración imaginable, y la unidad que vuelve a comenzar después del 7 está más allá de cualquier posible duración. ¡La Eternidad! objeto de nuestras aspiraciones y de las más ambiciosas de nuestras esperanzas. La Eternidad de la que solamente Dios puede ser comienzo y fin.

Ese círculo que abraza todo y que devora el tiempo reproduciéndolo sin cesar. La Eternidad, que no podría ser el sueño o la nada de las criaturas; la Eternidad, pues, esta actividad sin principio ni fin, este entrecruzamiento de los ciclos innombrables, este abismo del tiempo pasado en su duración, que es infinita, en su renacimiento y su sucesión. La eternidad, este infinito cuya duración es tan absurda en apariencia, pero tan rigurosamente necesaria, como el infinito en el espacio. La Eternidad, esta edad de Dios que no podría ser la del mal.

Un crimen no puede ser eterno y castigado y el mal sería Dios si fuera infinito. La Eternidad, equilibrada, sin embargo, como el tiempo, y teniendo por consiguiente un poder positivo y una resistencia negativa, es lo que Ezequiel y San Juan representaron por una esfera de luz coronando una esfera de fuego 8, lo que nos lleva al signo jeroglífico del número ocho, que representa el equilibrio del ser y la vida, del pensamiento y del verbo, de la idea y de la forma, de la luz y la sombra, del espíritu y la materia.

Así pues, no hay vida sin ser y no hay ser sin vida, no hay verbo sin pensamiento y no hay pensamiento sin verbo, no hay forma sin idea y no hay idea sin forma, no hay luz sin sombra y sombra sin luz, no hay espíritu sin materia y materia sin espíritu, por consiguiente, no hay cielo sin infierno y no hay infierno sin cielo. Pero este infierno necesario se vuelve divino como el cielo. Eum adstarint filli Dei, adfuit inter eos etiam Satan. Así pues, es uno de los grandes misterios de la ciencia que hay que procurar no revelar.

El número 8.

Aquí procede la potencia femenina, Hod, el esplendor, y responde al nombre Divino de Elohim Sabaoth, el Dios de los ejércitos, y entre los ángeles a Bené Elohim los hijos de los Dioses.

8 el carro del secreto del Universo.

La octava, intelecto (cambio de estabilidad). derivado del 2 y el 3 por multiplicación, Ocho igual a Dos elevado al cubo.

El Padre degradado al razonamiento meramente animal. Razón.

8 Nombre divino:

Chased (Misericordioso), y el 8º orden de los ángeles o hijos de Dios, Bené Elohim (que corresponde al coro de los arcángeles y a Mercurio), por cuyo ministerio Dios, bajo la forma de Elohim Sabaoth ha creado los animales y el reino animal.

Atributo en el árbol de la vida: Hod, Alabanza.

No perdáis la oportunidad de saber más y apuntaros al Curso de cábala oculta en el Tarot donde aprenderéis a interpretar todo esto, su simbología, el número pitagórico, alquimia, física cuántica y mucho más.

→  Ver la siguiente lámina 9 Teht El Ermitaño  ←

Esta información está hilada de las siguientes obras:

* La Cábala tradición  secreta de Occidente (Papus)

*Dogma y ritual de alta magia 1 y 2 (Eliphas Levi)

* Curso de filosofía oculta y la ciencia de los números (Eliphas Levi)

*El tarot de los Bohemios (Papus)

*Gematria dogma kabalistico (Aleister Crowley)

Ana Suero Sanz.

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