Índice
Yod La Rueda de la Fortuna

La décima lámina, Yod La Rueda de la Fortuna, jeroglíficamente representa el dedo del hombre, el índex en ademán de ordenar. Por esto es que esta letra se ha transformado en la imagen de la manifestación potencial, de la duración espiritual, en fin, de la eternidad de los tiempos y de todas aquellas ideas que con ella se relacionan. La iod es un letra simple. Corresponde astronómicamente al signo zodiacal Virgo. Dos ideas principales deben ser expresadas por este símbolo:
1° La idea de mando, de supremacía.
2° La idea de duración, de la eterna acción del tiempo.
La rueda de la fortuna gira sobre un eje. A la derecha está Hermanubis, genio del bien ascendente; a la izquierda Typhon, genio del mal descendente; en la parte superior y en el medio, la Esfinge en equilibrio, la cual aprisiona una espada entre sus garras de león.
La idea primera queda expresada por el ternario: Hermanubis o positivo, Typhon o negativo, la Esfinge o equilibrio dominante.
La segunda idea se halla expresada por la rueda, cuya circunferencia carece de comienzo y de fin: símbolo de la eternidad.
El arcano 10 ocupa un lugar intermedio entre el 7 y el 13: 7 + 13 = 20; 20/2 =10 y expresa el equilibrio incesante que atempera la realización creadora del septenario por la destrucción necesaria de la muerte (arcano 13). Los arcanos 7, 10 y 13 corresponden exactamente a la trinidad hindú o TRIMURTI:
Brahma Creador Arc. 7
Siva Destructor Arc. 13
Vichnou Conservador Arc. 10
Es la representación del curso de los acontecimientos según la ley ternaria que dirige las manifestaciones divinas.
La décima lámina del Tarot es el comienzo de la porción negativa del segundo septenario. En consecuencia expresará a éste en sus reflejos.
1° Reflejo de la voluntad (Arc. 4).
LA NECESIDAD
EL KARMA de los hindúes
2° Reflejo del poder y de la realización.
LA POTENCIA MÁGICA
La fortuna (Voluntad)
3° Reflejo del alma universal.
LA FUERZA EN POTENCIA DE MANIFESTACIÓN
La fuerza creadora absoluta se ha diferenciado, sucesivamente en el fluido animador universal (arc. 4); la luz astral (arc. 7) está ahora representada por la fuerza en potencia de manifestación. Veremos manifestarse esta fuerza en el arcano siguiente.
Relaciones:
JEROGLÍFICO PRIMITIVO: El Índice
CÁBALA: Malchut
ASTRONOMÍA: Virgo
MES: Agosto
LETRA HEBRAICA: Iod (simple)
Significados:
LA NECESIDAD El Karma de los hindúes LA POTENCIA MÁGICA La Fortuna Reflejo del alma universal LA FUERZA EN POTENCIA DE MANIFESTACIÓN.
Todas las religiones han conservado el recuerdo de un libro primitivo escrito en figuras por los sabios de los primeros siglos del mundo, y cuyos símbolos, simplificados y vulgarizados más tarde, han suministrado a la Escritura sus letras, al Verbo sus caracteres, a la Filosofía oculta sus signos misteriosos y sus pantáculos.
Este libro, atribuido a Enoc, el séptimo maestro del mundo, después de Adám, por los hebreos: a Hermes Trismegisto, por los egipcios; a Cadmo el misterioso fundador de la Villa Santa, por los griegos; era el resumen simbólico de la tradición primitiva, llamada después Kábala o Cábala, de una palabra hebrea, que es la equivalente a tradición. Esta tradición reposa por completo en el dogma único de la magia; lo visible es para nosotros la medida proporcional de lo invisible.
Así, pues, los antiguos, habiendo observado que el equilibrio es, en física, la ley universal y que resulta de la oposición aparente de dos fuerzas, dedujeron del equilibrio físico, el equilibrio metafísico, y declararon que en Dios, es decir, en la primera causa viviente y activa se debían reconocer dos propiedades necesarias e inherentes la una a la otra; la estabilidad y el movimiento, la necesidad y la libertad, el orden racional y la autonomía volitiva, la justicia y el amor, y, por consecuencia también, la severidad y la misericordia, y son estos dos atributos los que los cabalistas hebreos personifican de algún modo bajo los nombres de Geburah y de Chesed.
Por encima de Geburah y de Chesed reside la corona suprema, el poder equilibrador, principio del mundo o del reino equilibrado, que encontramos designado bajo el nombre de Malchut, en el versículo oculto y cabalístico de Pater, de que ya hemos hablado. Pero Geburah y Chesed, mantenidos en equilibrio, en lo alto por la corona y en lo bajo por el reinado, son dos principios que pueden considerarse, sea en su abstracción, sea en su realización. Abstractos o idealizados, toman los nombres superiores de Chomach, la sabiduría y de Binah la inteligencia. Realizados, se llaman la estabilidad y el progreso, es decir, la eternidad y la victoria, Hod, y Netsah.
Tal es, según la cábala, el fundamento de todas las religiones y de todas las ciencias, la idea primitiva e inmudable de las cosas; un triple triángulo y un círculo, la idea del ternario, explicada por la balanza y multiplicada por sí misma en el dominio de lo ideal, después la realización de esta idea en las formas. Ahora bien, los antiguos ligaron las primeras nociones de esta sencilla y grandiosa teología, a la idea misma de los números, y calificaron así todas las cifras de la primera década.
1 Keter. —La corona, el poder equilibrador.
2 Chocmah. —La sabiduría, equilibrada en su orden inmutable por la iniciativa de la inteligencia.
3 Binah. —La inteligencia activa, equilibrada por la sabiduría.
4 Chesed. —La misericordia, segunda concepción de la sabiduría, siempre bienhechora, porque es fuerte.
5 Geburah. —El rigor necesitado por la misma sabiduría y por la bondad. Sufrir el mal es impedir el bien.
6 Thipereth. —La belleza, concepción luminosa del equilibrio en las formas, el intermediario entre la corona y el reino, el principio mediador entre el creador y la creación. (¡Qué sublime idea encontramos aquí de la poesía y de su soberano sacerdocio!)
7 Netsah. —La victoria, es decir, el triunfo eterno de la inteligencia y de la justicia.
8 Hod. —La eternidad de las victorias del espíritu sobre la materia, de lo activo sobre lo pasivo, de la vida sobre la muerte.
9 Jesod. —El fundamento, es decir, la base de toda creencia y de toda verdad, que es lo que nosotros llamamos en filosofía lo absoluto.
10 Malchut o Malkout. —El reino es el universo, es toda la creación, la obra y el espejo de Dios, la prueba de la razón suprema, la consecuencia formal que nos fuerza a ascender a las premisas virtuales, al enigma cuya palabra es Dios, es decir, razón suprema y absoluta.
Estas diez primeras nociones unidas a los diez primeros caracteres del alfabeto primitivo, significando a la vez principios y nombres, son lo que los maestros de la cábala llaman las diez sefirots.
El tetragramaton sagrado
Trazado de esta manera indica el número, el manantial y la relación de los nombres divinos. Es el nombre de Iotchavah, escrito con esos veinticuatros signos coronados de un triple florón de luz, a los que hay que referir los veinticuatro tronos del cielo y los veinticuatro ancianos coronados del Apocalipsis. En cábala, el principio oculto, se llama el anciano, y este principio multiplicado y como reflejado en las causas segundas crea sus imágenes, es decir, tantos ancianos como hay de concepciones diversas de su única esencia.
Estas imágenes, menos perfectas al alejarse de su manantial, lanzan a las tinieblas un último reflejo, o un postrer resplandor que representa a un anciano horrible y desfigurado; es lo que se llama vulgarmente el diablo. Así, un iniciado ha osado decir: «El diablo es Dios comprendido por los malvados.» Y otro, en términos más extraños, pero no menos enérgicos; ha agregado:
«El diablo está formado de jirones de Dios.»
Nosotros podríamos resumir y explicar estas aserciones tan nuevas, haciendo advertir que en el propio simbolismo, el demonio es un ángel caído por haber querido usurpar la divinidad. Esto pertenece al lenguajea legórico de los profetas y de los autores de leyendas. Filosóficamente hablando, el diablo es una idea humana de la divinidad sobrepasada y desposeída del cielo por el progreso de la ciencia y de la razón. Moloch, Adramelek, Baal, han sido entre los orientales primitivos, las personificaciones del Dios único, deshonradas por los bárbaros atributos. El dios de los jansenistas creando para el infierno a la mayoría de los humanos, y complaciéndose en las torturas eternas de aquellos a quienes no ha querido salvar, es una concepción todavía mas brutal que la de Moloch así, el dios de los jansenistas, es ya para los cristianos prudentes e instruidos, un verdadero Satanás caído del cielo.
Los cabalistas, multiplicando los nombres divinos, los han ligado todos, o a la unidad del tetragrámaton, o la figura del ternario, o a la escala sefírica de la década, trazando así la escala de los nombres y de los números divinos:
Triángulo que puede traducirse así en letras romanas.
El conjunto de todos estos nombres divinos formados del único tetragrámaton, pero fuera del propio tetragrámaton, es una de las bases del Ritual hebreo y compone la fuerza oculta que los rabinos cabalistas invocan con el nombre de Schemhamphoras.
Vamos a hablar aquí de los Tarots, desde el punto de vista cabalístico. Ya hemos indicado el origen oculto de su nombre. Este libro jeroglífico se compone de un alfabeto cabalístico y de una rueda o círculo de cuadro décadas, especificadas por cuatro figuras progresivas representando a la humanidad: hombre, mujer, joven y anciano; amo, ama, combatiente y pechero. Las veintidós figuras del alfabeto representan primeramente los trece dogmas, y después, las nueve creencias autorizadas de la religión hebraica, religión fuerte y fundada sobre la más elevada razón.
He aquí la clave religiosa y cabalística del Tarot, manifestada en versos técnicos a la manera de los antiguos legisladores:
1 -Todo anuncia una causa activa, inteligente.
2 – El número sirve de prueba a la unidad viviente.
3 – Nada puede limitar a lo que contiene el todo.
4 – Único, antes de todo principio, está presente en todas partes.
5 – Como es el único dueño, es el único adorable.
6 – Revela a los corazones puros su dogma verdadero.
7 – Pero es preciso un jefe único a las obras de la fe.
8 – Por esta razón no tenemos más que un altar y una ley.
9 – Y nunca el eterno cambiará la base.
10- De los cielos y de nuestros días rige cada fase.
11- Rico en misericordia y poderoso para castigar.
12 – Promete a su pueblo un rey en el porvenir.
13 – La tumba es el paso a una nueva tierra, ¡a muerte termina, la vida es inmortal
Tales son los dogmas puros, inmutables, sagrados; completos, ahora, los números reverenciados
14 – El buen ángel es aquel que calma y atempera.
15- El malo es el espíritu del orgullo y de la cólera.
16- Dios manda en el rayo y gobierna el fuego.
17- Vesper (lucero vespertino) y sus resplandores obedecen a Dios.
18 – Coloca sobre nuestras torres de centinela a la luna.
19 – Su sol es el manantial en donde todo se renueva.
20- Su aliento hace germinar el polvo de las tumbas.
20
O —– A donde los mortales sin freno descienden en rebaños.
21
21
O —– Su corona ha cubierto la propiciatoria y sobre los querubines
22- hace resplandecer su gloria.
Con la ayuda de esta explicación, puramente dogmática, se pueden comprender las figuras del alfabeto cabalístico del Tarot. Así, la figura número 1, llamada el Batelero(o el Mago), representa el principio activo en la unidad de la autotelia divina y humana; la núm. 2, llamado vulgarmente la Papisa, representa la unidad dogmática fundada en los números; es la Cábala o la Gnosis personificada; la núm. 3, representa la Espiritualidad divina bajo el emblema de una mujer alada, que sostiene en una mano el águila apocalíptica y en la otra el mundo suspendido por el extremo de su cetro. Las demás figuras están tan claras y son tan explicables como las primeras.
Pasemos ahora a los cuatro signos, es decir, a los Bastos, Copas, Espadas y a los Círculos o Pantáculos, llamados vulgarmente Oros. Estas figuras son los jeroglíficos del tetragrámanton; así el Basto, es el Phalus de los egipcios o el Jod de los hebreos; la Copa es el Cteis o la He, primitiva; la Espada es la conjunción dedos o el Lingan, figurado en el hebreo anterior a la cautividad por la Vau; y el Círculo o Pantáculo, imagen del mundo, es la He final del nombre divino.
Ahora, tomemos un Tarot y reunamos cuatro a cuatro todas las páginas que forma la Rueda o Rota de Guillaume Postel; coloquemos juntos los cuatro ases, los cuatro doses, etc., y tendremos diez paquetes de cartas que dan la explicación jeroglífica del triángulo de los nombres divinos en la escala del denario que hemos publicado más atrás. Se podrá, pues, leerlas así refiriendo cada número a la Sefirot correspondiente:
HÉ-VAU-HÉ-IOD
1 .-KETER
Los cuatro ases
La corona de Dios lleva cuatro florones.
2.—CHOCMAH
Los cuatro doses
La sabiduría se esparce y forma cuatro ríos.
3.-BINAH
Los cuatro treses
De su inteligencia da cuatro pruebas.
4.-CHESED
Los cuatro cuatros
De la misericordia resultan cuatro beneficios.
5.—GERURAH
Los cuatro cincos
Su rigor castiga cuatro veces otros tantos crímenes enormes.
6.-TIPHERET
Los cuatro seises
Por cuatro rayos puros se revela su belleza
7.- NETSATH
Los cuatro sietes
Celebremos cuatro veces su eterna victoria.
8.—HoD
Los cuatro ochos
Cuatro veces triunfa en su eternidad.
9.—IESOD
Los cuatro nueves
Sobre cuatro fundamentos está basado su trono.
10.—MALCHUT
Los cuatro dieces
Su único reinado es cuatro veces el mismo.
Y conforme a los florones de la divina diadema.
Se ve por este arreglo tan sencillo cabalístico de cada lámina. Así, por ejemplo, el cinco de bastos significa rigurosamente Geburah de Jod, es decir, justicia del creador o cólera del hombre; el siete de copas significa victoria de la misericordia o triunfo de la mujer; el ocho de espadas significa conflicto o equilibrio eterno; y así sucesivamente.
También puede comprenderse cómo se valían los antiguos para hacer hablar a este oráculo.
Tiradas las láminas al azar, ofrecen siempre un sentido cabalístico nuevo, pero rigurosamente verídico en su combinación, que sólo era fortuita; y con la fe de los antiguos no confiaba nada al azar, leían las respuestas de la Providencia en los oráculos del Tarot, que se llamaba entre los hebreos Theraph o Theraphims, como lo presento el primer sabio cabalista Gaffaret, uno de los magos titulares del cardenal Richelieu .Cuanto a las figuras, he aquí un último dístico para explicarlas:
REY, REINA, CABALLERO, SOTA
Esposo, hombre joven, niño, toda la humanidad. Por estos cuatro escalones se remonta a la unidad .Ya publicaremos al final del Ritual otros detalles y documentos completos sobre el maravilloso libro del Tarot, y demostraremos que es el primitivo, la clave de todas las potencias y de todos los dogmas, y, en una palabra, el libro inspirador de libros, inspirados, cosa que no presintieron ni Court de Gebelin en su ciencia, ni Alliette o Etteilla en sus singulares intuiciones.
Las diez sefirots y los veintidós tarots, forman lo que los cabalistas llaman las treinta y dos vías de la ciencia absoluta. Cuanto a las ciencias particulares, las dividen en cincuenta capítulos a los que llaman las cincuenta puertas (sabido es, que puerta significa gobierno o autoridad entre los orientes).
Los Rabinos dividen también la Cábala en Bereschit, o Génesis universal y en Mercavah, o carro de Ezéquiel. De las dos maneras de interpretar los alfabetos cabalísticos forman dos ciencias denominadas: la Gematría y la Temurah, y componen el arte notorio, que no es otra cosa en el fondo que la ciencia completa de los signos del Tarot y su aplicación compleja y variada en la adivinación de todos los secretos, sea de la filosofía, sea de la Naturaleza o sea también el porvenir. Volveremos a hablar de esto en el capítulo XX de esta obra.
LA CLAVE DEL OCULTISMO
Profundicemos ahora el tema de los pantáculos, por cuanto en ellos estriba toda la virtud mágica, en tanto que el secreto de la fuerza está en la inteligencia que la dirige.
No volveremos a ocupamos de los pantáculos de Pitágoras y de Ezequiel, de los cuales ya hemos ofrecido la explicación y el grabado. Probaremos en otro capítulo, que todos los instrumentos del culto hebraico eran pantáculos, y que Moisés había escrito en oro y en cobre, en el tabernáculo y en todos sus accesorios, la primera y la última palabra de la Biblia. Pero cada mago puede y debe de tener su pantáculo, porque un pantáculo, bien entendido, no es más que el resumen perfecto de un espíritu.
Por esto es por lo que se encuentra en los calendarios mágicos de Ticho- Brahé y de Duchenteau, los pantáculos de Adam, de Job, de Jeremías, de Isaías y de todos los grandes profetas que fueron, cada cual, en su época, los reyes de la Cábala y los grandes rabinos de la ciencia.
Siendo el pantáculo una síntesis completa y perfecta, manifestada por un solo signo, sirve para reunir toda la fuerza intelectual en una mirada, en un recuerdo, en un contacto. Es algo así como un punto de apoyo, para proyectar la voluntad con fuerza. Los nigromantes y los goecios trazaban sus pantáculos infernales sobre la piel de las víctimas que inmolaban. Se encuentran en muchas clavículas y grimorios, las ceremonias de la inmolación, la manera de degollar el cabrito, el de salarle, secar y blanquear su piel.
Algunos cabalistas hebreos cayeron también en esta especie de locura, sin acordarse de las maldiciones pronunciadas en la Biblia contra aquellos que sacrificaban lo mismo en los terrenos elevados, que en cavernas de la tierra. Todas las efusiones de sangre celebradas ceremonialmente son abominables e impías, y desde la muerte de Adonhiran la Sociedad de los verdaderos adeptos tiene horror por la sangre. Ecclesia abhorret a sanguine.
El simbolismo iniciático de los pantáculos, adoptado en todo el Oriente, es la clave de todas las mitologías antiguas y modernas. Si no se conociera el alfabeto jeroglífico se perdería uno en las oscuridades de los Vedas, del Zend-Avesta y de la Biblia.
El árbol generador del bien y del mal, el manantial único de los cuatro ríos, de los cuales, uno riega la tierra de oro, es decir, de la luz, y otro corre en la Etiopía, o en el reino de la noche; la serpiente magnética que seduce a la mujer y la mujer que seduce al hombre, revelando así la ley de la atracción.
Después el Querube o Esfinge colocado a la puerta del santuario edénico, con la espada refulgente de los guardianes del símbolo; luego la regeneración por el trabajo y el parto por el dolor, ley de las iniciaciones y de las pruebas; la división de Caín y de Abel, idéntica al símbolo de la lucha de Anteras y de Eros; el área transportada sobre las aguas del diluvio, como el cofre de Osiris; el cuervo negro que no retorna, y la paloma blanca que regresa, nueva emisión del dogma antagónico y equilibrada.
Todas estas magníficas alegorías cabalísticas del Génesis que, tomadas al pie de la letra y aceptadas como historias reales, merecerían todavía mayores risa y desprecio, que el que les prodigó, Voltaire, sino se hicieran luminosas para el iniciado, quien saluda entonces con entusiasmo y amor la perpetuidad del verdadero dogma y la universalidad de la misma iniciación en todos las santuarios del mundo.
Los cinco libros de Moisés, la profecía de Ezequiel y el Apocalipsis de San Juan, son las tres claves cabalísticas de todo el edificio bíblico. Las esfinges de Ezequiel, idénticas a las del santuario y del arca, son una cuádruple reproducción del cuaternario egipcio; sus ruedas, que giran las unas dentro de las otras, son las esferas armónicas de Pitágoras; el nuevo templo, del que dio las medidas cabalísticas, es el tipo de los trabajos de la masonería primitiva.
San Juan, en su Apocalipsis, reproduce las mismas imágenes y los mismos números y reconstituye, idealmente, el mundo edénico en la nueva Jerusalén; pero en el manantial de los cuatro ríos, el cordero ha reemplazado el árbol misterioso. La iniciación por el trabajo y por la sangre se ha verificado, y ya no hay templo, porque la luz de la verdad se ha esparcido por todas partes y el mundo se ha convertido en templo de la justicia.
Este hermoso sueño final de las santas Escrituras, esta hermosa utopía divina, por la cual la iglesia se refiere con razón, a la realización de una vida mejor, han sido el escollo de todos los antiguos heresiarcas y de un gran número de ideólogos modernos. La emancipación simultánea y la igualdad absoluta de todos los hombres, supone la cesación del progreso, y, por consecuencia, de la vida; en la tierra de los iguales no puede haber ni ancianos ni niños; el nacimiento, lo mismo que la muerte, no podrían admitirse.
Esto es suficiente para probar que la nueva Jerusalén no es, en este mundo, más que el Paraíso primitivo, en donde no debía conocerse ni el bien ni el mal, ni la libertad, ni la generación, ni la muerte; es, por tanto, en la eternidad en donde empieza y concluye el ciclo de nuestro simbolismo religioso.
Dupuis y Volney han derrochado gran erudición para descubrir esa identidad relativa de todos los símbolos y han concluido en la negación de todas las religiones. Nosotros llegamos por la misma vía a una afirmación diametralmente opuesta y reconocemos, con admiración, que jamás hubo falsas religiones en el mundo civilizado; que la luz divina, ese esplendor de la razón suprema, del Logos, del Verbo, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, no ha faltado a los hijos de Zoroastro.
Lo mismo que las fieles ovejas de San Pedro; la revelación permanente, única y universal, está escrita en la naturaleza visible, se explica en la razón y se completa por las sabias analogías de la fe; que no hay, en fin, más que una religión verdadera, más que un dogma y una creencia legítima, como no hay más que un Dios, una razón y un universo; la revelación no está oscura para nadie, puesto que todo el mundo comprende poco o mucho, la verdad y la justicia, y puesto que todo lo que puede ser no debe ser más que analógicamente a lo que es.
EL SER ES EL SER (he-iod-he-aleph resch-shin-alep he-iod-he-aleph)
Las figuras, tan extravagantes en apariencia, que presenta el Apocalipsis de San Juan, son jeroglíficas, como todas las de las mitologías orientales, y pueden encerrarse en una serie de pantáculos. El iniciador, vestido de blanco, en pie entre los siete candelabros, teniendo en su manto siete estrellas, representa el dogma único de Hermes y las analogías-universales de la luz.
La mujer, vestida de sol y coronada por doce estrellas, es la Isis celeste, es la gnosis en que la serpiente de la vida material quiere devorar al hijo; pero toma las alas de un águila y se escapa al desierto.
El ángel colosal, cuyo rostro es un sol; la aureola, un arco iris; el vestido, una nube; las piernas, columnas de fuego, y el que tiene un pie sobre la tierra y el otro sobre el mar, es un verdadero Pantheo cabalístico.
Los pies, representan el equilibrio de Briah o del mundo de las formas; sus piernas, son las dos columnas del templo masónico Jakin y Bohas; su cuerpo, velado por nubes de entre las cuales sale una mano que sostiene un libro, es la esfera de Jezirah o de las pruebas iniciáticas; la cabeza solar, coronada del septenario luminoso, es el mundo de Aziluth o de la revelación perfecta, y no puede uno asombrarse bastante de que los cabalistas hebreos no hayan reconocido y divulgado ese simbolismo tan inseparable y estrechamente ligado a los más elevados misterios del cristianismo, al dogma secreto, pero invariable, de todos los maestros en Israel.
La bestia de las siete cabezas, es, en el simbolismo de San Juan, la negación material y antagónica del septenario luminoso y la prostituta de Babilonia, corresponde del mismo modo a la mujer revestida de sol; los cuatro caballeros, son análogos a los cuatro animales alegóricos; los siete ángeles con sus siete trompetas, sus siete copas y sus siete espadas, caracterizan lo absoluto de la lucha del bien contra el mal, por la palabra, por la asociación religiosa y por la fuerza. Así, los siete sellos del libro oculto, son sucesivamente levantados, y la iniciación universal se verifica. Los comentaristas que han buscado otra cosa en ese libro de alta cábala, han perdido su tiempo y su trabajo hasta llegar a hacerse ridículos.
Ver a Napoleón en el ángel Apollyon, a Lutero en la estrella que cae, a Voltaire y a Rousseau en los saltamontes equipados para guerrear, es fantasear bastante. Lo propio sucede con todas las violencias hechas con los nombres de personajes célebres, a fin de encerrar en determinadas cifras el fatal 666, que ya hemos explicado lo bastante; y cuando se piensa en esos hombres que se llamaron Bossuet y Newton se han entretenido en esas quimeras, se comprende cómo la humanidad no es tan maliciosa en su genio, cual podía suponerse por el aspecto de sus vicios.
En una de las más misteriosas palabras del Maestro se habla de diez vírgenes, cinco necias y cinco prudentes; y se cuenta que las vírgenes necias fueron a buscar aceite, llegaron demasiado tarde a la puerta del festín nupcial y el esposo les dijo: no os conozco. He aquí el final inédito de esta parábola.
“Como las cinco vírgenes se arrepintieran de no haber dado aceite a sus compañeras, o de no haberles dejado utilizar por lo menos sus lámparas para alumbrarse y para poder entrar junto con ellas al festín del esposo y la esposa, le dijeron al esposo: ¿Podéis no conocerlas, Señor, cuando nos conocéis y sabéis que nosotras las conocemos?
“Son nuestras hermanas y compañeras, cuyas lámparas se habían apagado, pero las han vuelto a encender.
“Esta luz ilumina ahora sus rostros bañados de lágrimas y podéis reconocerlas como nosotras las reconocemos.”
“Habían sido negligentes, pero han atravesado el campo durante la noche y han ido a buscar aceite”.
“Han sido privadas de las alegrías de la primera hora, pero ¿No recordáis Señor a los obreros que admitisteis para que trabajaran en vuestra viña a cualquier hora del día? Y cuando llegó la noche ¿no disteis a todos la misma recompensa?
“¿Seréis más inexorable en vuestra noche de bodas que durante un día de trabajo? Y el Señor no dijo nada; pero dio la llave a las vírgenes prudentes para que abrieran la puerta a sus hermanas.” Dios, considerado solamente en su rigor y en su autocracia, sin balanza y sin control, es el diablo de este gracioso señor de Mirville y de su estúpido lacayo Des Mousseaux.
Es el Dios de los pseudo-católicos, clericales que ven toda la religión solamente desde el punto de vista del poder temporal, porque el reino de Jesucristo no es de este mundo, y porque Satán, por el contrario, es el príncipe de este mundo en el que todavía reina el despotismo y la violencia produciendo el irremediable pecado contra el espíritu, consistente en la extinción de la verdad y de la ciencia: una reacción femenina se produce contra esta opresión brutal y se produce fuera de la Iglesia, en los círculos espiritistas, o dentro de la Iglesia, en las hermandades místicas y en las afectaciones zalameras y sentimentales del culto a la madre de Dios. Es la corza blanca opuesta a la corza negra.
Pero estas dos fracciones de la verdad opuestas entre sí no son nada más que la negación la una de la otra. La Religión todavía salta a la pata coja, unas veces sobre la pierna derecha y otras sobre la pierna izquierda. Cuando llegue el reino mesiánico, comenzará a caminar.
Las vírgenes necias llaman a la puerta de la cámara nupcial, pero solamente entrarán en ella cuando las vírgenes prudentes vengan a su encuentro y las lleven de la mano.
Entonces se cumplirán las palabras de la Sagrada Escritura:
¡ustitia et pax osculatae sunt—Justitia et ventas obvlaverunt sibi.
Esto completa el sentido de la parábola de las vírgenes, en cuyo texto la luz queda a la entrada, ya que las necias convertidas en prudentes tienen aceite y todavía se les niega la entrada, sin embargo.
Puede ver que esta adición es necesaria y que el final de la parábola que no se da en el texto sucede realmente en el espíritu.
El 10 está compuesto por la unidad luminosa y por el cero tenebroso. Hay dos pentagramas en este número, igual que hay dos triángulos en el número 6; el pentagrama blanco y el pentagrama negro; los cinco números puros y los cinco números impuros; las cinco razas de gigantes y los cinco ángeles que los combaten por la virtud rnwn~ , las cinco vírgenes necias y las cinco vírgenes prudentes; así pues, las bodas del esposo y la esposa son el espacio entre lo blanco y lo negro y constituyen la separación entre las vírgenes.
Del mismo modo que la leyenda nos dice que en la época en la que el verbo de Dios pronunció ~ ~ , hubo una separación entre los ángeles. En efecto, la luz no se manifiesta sin la sombra y la sombra es necesaria para la luz. Asimismo, la luz adopta a la sombra y la ilumina con sus reflejos. Esto basta para explicar someramente la parábola de las diez vírgenes de la que en la última carta le he dado una conclusión oculta y una adición inédita.
Dibuje el árbol de los Sephiroth y considere un solo lado o sea:
Kether-Binah-Guébura
Obtendrán la media luna y los cuernos de la corza negra. Hagan lo mismo en sentido contrario y obtendrán la media luna blanca y los cuernos de la corza del amor. Estas expresiones han sido consagradas por los Cabalistas y no tienen nada en ellas que pueda asombrarles. Así pues, tiene en cada lado cinco números: unos blancos, otros negros; unos rigurosos, otros misericordiosos. Kether y Malkuth pueden ser considerados como bien y como mal, ya que el uno es la causa del otro y en Malkuth el bien y el mal parecen estar mezclados.
La décima letra del alfabeto sagrado es la letra Iod , en hebreo . Esta letra es la fundamental y se coloca en medio del pentáculo de las letras entre las tres madres. Por ella comienza el nombre de Jehovah y por ella acaba el de Adonai . De ella proviene el nombre de Judaei o Joudaei que se da a los judíos, que es como si se dijera el pueblo de Jod o de Joud. El nombre de Juda o Iehouda proviene de la misma raíz y debía pertenecer a la tribu real cuya vara o cetro representados por Jod no había de dejar de florecer hasta la llegada del Salvador.
El nombre de la letra en hebreo se escribe Jod , vau, daleth, significa: el universo, la creación, el maestro o la ley, la libertad y el poder, lo que podrá comprobar examinando los jeroglíficos de la 6ª y de la 4ª llave del Tarot.
Esta palabra significa también: el padre, el amor, el Señor o el padre, el Espíritu Santo y el hijo. Vea cuántas cosas importantes en una letra y en su nombre, y pienso que ahora entenderán por qué la figura cabalística de Dios es un triángulo en un cuadrado circunscrito a un círculo, y en el centro del triángulo un único jod.
El triángulo es tres; el cuadrado cuatro; el círculo doce; el todo diecinueve, cuyas cifras sumadas nos dan diez. Así pues, l y 2 son 3 y 4= 7, y 5 nos da l2, y 6= l8 y 7= 25, cuyas cifras sumadas nos dan 7 (etc., etc.). Los diez números nos dan 55, cuyas cifras sumadas nos dan también diez. El número 10 es la unidad, figura del ser, y el cero, la imagen de la vida.
Es la varita y la serpiente, es el jeroglífico universal.
Del mismo modo que hay 10 Sephiroth, hay diez mandamientos, y la ley moral, igual que la ley dogmática, puede denominarse decálogo, o el verbo en diez letras. Por ello el castigo del pecado está representado por las diez plagas de Egipto. Ya que cada pecado requiere un castigo especial, y hay diez pecados porque hay diez leyes. Pero estas 10 están en correspondencia con 7, estas 7 con 3 y estas 3 con 2. Los siete pecados contra las siete virtudes; las tres cabezas de la concupiscencia, el orgullo, la codicia, la lujuria, y los dos pecados contra Dios y contra el prójimo, todo ello comprendido en uno solo, que es la injusticia o pecado contra la justicia, ya que nos debemos a Dios y al prójimo (etc.).
Había llegado hasta aquí en mi carta cuando recibí su última en la que se lamentaba de haber comprendido demasiado bien los misterios del novenario. Me dice que le oculto algo. Por supuesto que le oculto todo lo que todavía no le he escrito, pero nuestra correspondencia, gracias a Dios, todavía no ha terminado. Todo llegará a su tiempo y en su lugar. Permítame que ponga no un poco de reserva, sino un poco de método en mi enseñanza. ¿No se da cuenta de que en el Tarot el sabio del número 9 se ilumina con una linterna y que el sol no comienza a brillar hasta la llave 19?
La tierra de Canaán fue habitada, antes de ser conquistada por los hebreos, por los hijos de los gigantes, es decir, por los herederos de las colosales iniquidades del viejo mundo.
Iniquidades cuyo recuerdo conservado en la familia de Noé, se convirtió en una tradición viva en la raza maldita de Canaán, hija de Cam, el profanador del sueño de su padre.
Entre estos nuevos titanes de la impiedad se encontraban cinco razas diferentes que tenían nombres característicos. Eran los Enacim, los Nephilim, los Geburim, los Raphaim y los Ainalecitas.
Estos cinco nombres quieren decir:
Enacim, los anarquistas o los hijos de Belial, los hombres sin ley.
Geburim, los hombres vigorosos o violentos.
Nephilim, los voluptuosos o afeminados.
Raphaim, los perezosos o apocados.
Amalecitas, los agresores, porque fueron los primeros que atacaron a los israelitas en el desierto.
Tracemos ahora el pentagrama de la perfección con las cinco letras que forman el nombre de Jehosuah, Josué o Jesús, su vencedor.
Jod, el padre y maestro supremo negado por los anarquistas.
Hé, la madre o la providencia misericordiosa negada por los Geburim.
El Hé correspondiente — la naturaleza ultrajada por los afeminados.
Vau, la fecundidad creadora que otorga la libertad por medio del trabajo, negada y ultrajada por los perezosos.
Schin, el equilibrio material o la justicia elemental ofendida por lo agresores.
Jod es la manifestación de Kether en Tiphereth. El primer hé corresponde a Gédulah; el segundo a Géburah; vau corresponde a Netsah y Schin a Hod. Los ángeles que los defienden son los Ketherielim o los Jodielim conducidos por el arcángel San Miguel (etc.).
Los ángeles del primer hé son los Chocmaeim, los Chesedielim y los Helim, conducidos por el arcángel San Gabriel. Los defensores del Vau sagrado son los Geburielim o los Vauielim, conducidos por Samuel. Los defensores de Schin son los Elohim inferiores, conducidos por Uriel y los protectores del segundo hé o los ángeles de la naturaleza son los Elohim o los Emmanueim, conducidos por el arcángel San Rafael. Puede ver claramente que los gigantes y los ángeles no son en este caso personajes, sino fuerzas puras e impuras en lucha entre sí.
Tal es el genio primitivo de las sagradas escrituras que encierran siempre un doble sentido y que no han de ser tomadas jamás al pie de la letra ni aceptadas en su sentido literal, como dijo San Pedro en su epístola católica o en su encíclica a todas las Iglesias: Omnis scriptura… propia interpretationes non fit. Pasaje claro y decisivo cuyo sentido original es transformado por los comentadores interesados de la forma siguiente: “Las Sagradas Escrituras no han de interpretarse según el juicio propio del que las lee sino según el sentido establecido por la autoridad de la Iglesia”. Estas cinco razas de gigantes, es decir, los cinco vértices de la estrella negra o pentagrama invertido, han sido representadas también por las cinco ciudades de la Pentápolis que fueron amortajadas bajo las aguas fangosas y bituminosas del mar muerto:
Sodoma,Gomorra, Adama, Seboim y Segor. Sodoma quiere decir el misterio de los hombres; Gomorra, el pueblo rebelde; Adama, el hombre afeminado; Seboim, los esclavos; y Segor,la pequeñez o bajeza. Estos son también los vicios opuestos al nombre de Jesús.
Les confieso que la mujer de Lot, transformada en estatua de sal, me inquieta lo mismo que Niobé transformada en roca. La sal es el símbolo de la sabiduría. La desgracia de unos se convierte en la sabiduría de otros. Por ejemplo: Los sodomitas querían violar a los ángeles y Lot les ofreció sus dos hijas (¡a los sodomitas!), luego hizo él mismo, después de haber bebido, lo que los sodomitas no quisieron hacer, etc., etc.; todo esto ofrece las mismas garantías de ser cierto que la metamorfosis de Ovidio. La guerra de Troya es un hecho histórico, pero ¿acaso es verdad que Venus fuese herida por Diómedes?
Reprendería a un niño de diez años si me hiciera esa pregunta. Incluso le diría que hay que desconfiar bastante en lo referente al Palladium y al caballo de madera, pero que hay que admirar muchísimo la bella poesía de Homero y creer firmemente en su elevada filosofía; que Aquiles y Ulises representan los dos tipos de fuerza, una violenta, la otra prudente; que la lijada y la Odisea son la doble epopeya de la humanidad; sobre todo la Odisea, que se parece alegóricamente al gran poema de Job y que representa la iniciación del hombre por medio del trabajo y del dolor.
Ulises llega solo, desnudo, herido y cubierto por la suciedad del mar, a la costa de los fenicios, es despojado de todo, como el santo árabe, y va a demostrar que es rey por su propia grandeza y por sus méritos personales. ¿Es una historia? Sí, la de los elegidos de la humanidad.
¿A quién contó Dios lo que dijo antes de crear el sol? Enoch, el primero, escribió, o más bien dibujó sobre dos columnas, no la historia, sino la ciencia primitiva. Si el Génesis fuese una historia, sería una historia soñada por Moisés.
San Pedro nos dijo que los libros sagrados no han de ser interpretados literalmente. Ahora bien, el Génesis, que contiene los grandes secretos de la generación universal, es el libro sagrado por excelencia. Está escrito de forma jeroglífica y simbólica. Es decir, que encontramos en él un doble simbolismo: el de las letras y el de las alegorías. Saben que las dos primeras palabras de este libro colosal encierran toda la ciencia del libro entero y de toda la Cábala:
Coloque a Jod en el centro de todo, entre las dos letras madres que representan el ser y la vida, la luz y la sombra, la idea y la forma; después los dos padres en oposición fecundante con las dos madres, dos Aleph casados con dos Beth: lo que está arriba es como lo que está abajo, y todo ello equilibrado por el doble Resch de los Elohim que explica el renacimiento eterno.
¿Me va a preguntar ahora si todo esto es una historia? Sí, es la historia de la Eternidad; es la crónica eterna de Dios:
¡bienaventurado el que se considere digno de descifrar la primera palabra! El número diez es el de los Sephiroth o el de las nociones numerales de Dios. Podemos conocer a Dios por los números y por los nombres. Las nociones por los números se llaman Sephiroth, las nociones por los nombres se llaman Schemoth. Los Schemoth son las explicaciones del Schema o nombre por excelencia; el Schema explicado se denomina Schema hamphorasch.
Los números y los nombres se corresponden y explican entre sí. Cada nombre expresa una idea especial de Dios, y todas las ideas de Dios son ideas invariables y universales.
Hay diez nombres asociados a los diez Sepbiroth. Cuando los Sephiroth se repiten cambiando de marco conceptual, los nombres cambian. Así es como tenemos cuarenta nombres correspondientes a los Sephiroth repetidos cuatro veces y relacionados con las cuatro letras del Tetragrama, ya que todos los números están contenidos en cada número.
Los Sephiroth forman 70 nombres subiendo y bajando a escala del Septenario, que al añadirles dos, es decir la unidad primaria y la unidad sintética, el Alfa y el Omega de los griegos, el Aheph y el Thau de los hebreos, nos dan el valor numérico de 72, el número de nombres grabados por Salomón sobre los treinta y seis talismanes.
Los diez Sephiroth se reparten en tres triángulos y un círculo. El primer triángulo está al derecho, los otros dos invertidos. Los dos invertidos son el doble espejismo del triángulo en su porción normal: o, si se prefiere, los tres triángulos son los tres ángulos perfectos de un mismo triángulo.
Las treinta y dos vías de la Ciencia son los diez Sephiroth multiplicados por tres con el invariable Aleph, Thau del principio y del fin. Las cincuenta puertas son los Sephiroth multiplicados por cinco, las puntas de la estrella resplandeciente, imagen de la y de la Ciencia universal.
Las cincuenta puertas se abren con treinta y dos llaves que son los números y las letras.
Las veintidós letras bastan para representar las treinta y dos vías, porque las diez primeras expresan a la vez la idea y el verbo, la concepción pura y la forma primaria, el número abstracto y el número concreto, lo figurado y la figura, el número y lo numerado, lo absoluto y lo relativo. El primer número es la corona y el último el reino: Kether y Malkuth. El reino presupone la corona, el universo demuestra a Dios, la naturaleza demuestra a la providencia; el ojo de abajo está iluminado por el ojo de arriba; el hijo presupone el padre.
El equilibrio de uno de los platillos de la gran balanza presupone necesariamente el del otro platillo; la humanidad demuestra a Dios. ¡Kether! la corona. ¿Pero dónde está la corona del rey supremo, sino en Malkuth, que es también el reino? Dios se corona con sus obras. Se revela por el pensamiento humano. Así pues, lo que está arriba es como lo que está abajo. Kether está en Malkuth y la concepción de Kether es el Malkuth de la inteligencia humana. Dios crea el alma del hombre y el alma humana engendra la ciencia de Dios. ¡Parturit horno Deum!
La justicia infinita, equilibrada por la infinita bondad, y la bondad, sostenida y motivada por la justicia, constituyen el ideal de belleza que llamamos el esplendor de Dios, la Schechinah, el Zaour o Zohar, la luz gloriosa: ¡Tiphereth! Es en el centro de este sol de inteligencia humana donde se escribe el incomunicable tetragrámmaton, el nombre indecible de J .H.V.H., el nombre que no se lee, pero que se deletrea, el Jod hé vau hé, el iahouvahou, el i, e, o, u, a, con el que formamos Jehovah, reemplazando por nuestras cinco vocales las cuatro grandes letras jeroglíficas de los hebreos.
Así pues, el nombre sagrado solamente está escrito en el primer reflejo, la última
palabra ascendente de la inteligencia humana que deja las cimas más árduas de la Ciencia para confiarse a las de la fe. No es nada más que el nombre humano de Dios, o si lo prefiere, el nombre divino de la naturaleza y del hombre.
Jod, Ja actividad creadora; hé, la sabiduría inmutable, vau, la unión equilibrada de ambas.
Jod-Chokmah; he-Binah; vau-Tiphereth; el segundo hé, el reino, o Malktuh, en el que encontramos el espejismo y una especie de arco iris de la corona; ésta es la noción divina de los tres mundos. Tres triángulos que no son nada más que uno. Tres concepciones completas, tres personificaciones distintas y absolutas del mismo Dios, tres en uno y tres en cada uno de los tres; nueve y uno. El círculo y el eje alrededor del que gira el círculo, el ser y la vida, los dos signos jeroglíficos del número.
Lo volátil y lo fijo, el movimiento y la estabilidad, la forma variable hasta el infinito y el ser inmutable en su esencia, son la balanza eterna de la vida. La forma, mejorándose y renaciendo más viva después de una aparente destrucción es el progreso, la victoria, Netsah. El orden invariable, la ley siempre estable, el ser siempre indestructible, es la eternidad, es Hod; y la armonía de estos dos contrarios es la ley de la creación: Jesod.
Estas dos fuerzas y esta ley armónica se manifiestan en toda la naturaleza. El reino de Dios, es decir, la creación, no es nada más que estabilidad y cambio. Nada es inmortal en la forma, nada es mortal en la esencia. Lo efímero no vive más que un día y su tipo es inmortal. ¿Qué nos revelan estos fenómenos tan diversos? La existencia en la causa de lo que se manifiesta en el efecto. El orden eterno demuestra una sabiduría eterna. El progreso en las formas anuncia una inteligencia siempre fecunda y siempre activa. Hod prueba a Chokmah; Netsah es la demostración de Binah, igual que Malkuth es la razón perentoria de la fe para la existencia de Kether.
La ley de la creación prueba un creador legislador. El reino prueba el rey del que no podemos comprender y afirmar nada más que la corona. Con fessionern et decorem induisti, amictus lurnine sictu vestirnento. Netsah, Hod y Jesod son los tres ángulos del triángulo invertido que corresponde en la estrella de Salomón a los tres ángulos del triángulo en su posición normal, Kether, Chokmah, Binah; y encontramos entre estas dos extremidades, como si se tratara de un espejismo mediador, a Gédulah, Géburah y Tiphereth.
Kether es la corona de la sabiduría, de la inteligencia, de la misericordia, de la justicia, de la belleza, etc. Chokmah es la sabiduría de la corona, de la inteligencia, etc. y así sucesivamente. De este modo, el denario entero se corresponde con cada unidad del denario.
El nombre anunciado con Kether es Ele ascher eje: el. ser es el ser. El ser es proporcional al ser. Esta afirmación absoluta es la última palabra de la ciencia y la primera palabra de la fe.
La ciencia tiene por objeto la verdad y la realidad del ser, y la fe tiene como base la esencialidad, la inmutabilidad y la inmortalidad del ser; sin fe, la ciencia se hunde en el abismo del escepticismo y ni siquiera se atreve a afirmar que el ser es. Solamente observa el fenómeno variable y no se atreve a contar con el testimonio dudoso de los sentidos. No ve el ser, ve los seres, y no osa hacer la síntesis, ya que escapan a su análisis. La materia ¿es o no divisible hasta el infinito? ¿ Es sensible por naturaleza o accidentalmente? Si puede dejar de ser sensible, puede dejar de ser corporal. Que se transforma entonces en la distinción entre la materia y el espíritu.
Lo que llamamos alma (1) ¿es una sustancia inmaterial o una actividad de la materia? Todo se confunde, todo es duda, todo es abismo. La vida se convierte en un sueño, el silencio es más juicioso que la palabra. El “¿qué sé?” de. Montaigne resume toda la ciencia. ¡ El reino entero desaparece cuando la corona desaparece! ¡Sin embargo, el ser existe! Y al afirmar el ser, afirmo a Dios, que es la razón suprema del ser, ¡Eie se demuestra por Jehovah! Dios no perdona jamás, porque jamás está irritado. Su justicia es idéntica a su bondad; es justo porque es bueno y es bueno porque es justo. Es, pues, inútil tratar de aplacarlo cuando se ha obrado mal, hay que expiar el mal hecho y volver a comenzar. “Dios es paciente porque es eterno”, dijo San Agustín.
Podríamos decir también que es implacable porque solamente golpea para curar. Ahora bien, ¿qué pensaría de un cirujano que por compasión hacia su enfermo le cortara el brazo a medias o le cauterizara una úlcera gangrenosa a medias y de forma imperfecta? Así son de rigurosos y severos entre sí el progreso y el orden cuando se prestan mutua ayuda. Todo desorden es. una regresión, solamente el orden es un progreso, del mismo modo que todo progreso real tiene una ley como punto de apoyo; la autoridad falta de razón es una autoridad sin futuro y la razón sin autoridad, es una razón sin base y falta de verdad. Dios es bueno porque es sabio; es severo porque siendo creador ha de ser conservador; demuestra su sabiduría inmutable por medio de obras progresistas y variadas hasta el infinito, (etc., etc.).
El primer triángulo explica y representa a Jod; el segundo explica a Hé; el tercero, a Vau, y Malkuth representa el segundo Hé. Así es como cuatro se explica y se representa por diez y que el árbol sefírico es el primer pentáculo revelador de los misterios del Schema Hamphorasch.
¿Me pregunta si los Enacim y otros gigantes son razas o fuerzas que han existido verdaderamente? Me podría preguntar lo mismo de los Titanes. Son fábulas que se asocian a recuerdos históricos ahora ya confundidos con la poesía simbólica de las leyendas.
*Eliphas Levi, en sus obras con relación al alma, el alma de la tierra; el alma del mundo; agente mágico; mediador plástico; revolución de las almas.
El número 10. De la novena viene la décima y la última sephira, con la que se completa la década. Se llama (MLUTH), Malkuth, el Reino, y también la Reina, la Matrona, la Madre inferior, la Esposa del Microposopus; y Shekinah, representada por el nombre Divino de, Adonai, y por las huestes angelicales de los Kerubim, (KRUBIM).
Cada uno de los sephiroth tiene una cierta graduación de androginismo, porque cada una recibe lo que la sephira anterior le transmite, la que transmite es masculina y la que recibe femenina. Pero ni Malkuth, ni Kether tienen una sephira de conexión. Por esta razón Chokman tiene algo de femenino a pesar de ser una sephira masculina. La conexión se realiza a través de Ruach, el Espíritu, por todos los sephiroth, como mezcla, la influencia oculta.
10: El secreto de la puerta de la iniciación.
10: La Década, el fin Divino. Representa al “1” regresando al “0”, derivado de 1+2+3+4.
La Hija caída y tocando con sus manos los caparazones.
La envoltura física ilusoria; la fachada del edificio.
- Nombre Divino: Iah, (Dios).
Atributo en el árbol de la vida: Malkuth, el Reino, imperio o Templo de Dios, influenciado por los héroes. Es por su ministerio que los seres humanos reciben la inteligencia, la influencia activa y el conocimiento de las cosas divinas. (hasta aquí llega el mundo angélico).
No perdáis la oportunidad de saber más y apuntaros al Curso de cábala oculta en el Tarot donde aprenderéis a interpretar todo esto, su simbología, el número pitagórico, alquimia, física cuántica y mucho más.
→ Ver la siguiente carta 11 Caph La Fuerza
Este trabajo está hilado de las siguientes obras:
- La Cábala tradición secreta de occidente (Papus)
- Curso de filosofía oculta sobre la cábala y los números (Eliphas Levi)
- Dogma y ritual de alta magia 1 y 2 (Eliphas Levi)
- El Tarot de los Bohemios (Papus)
- Gematria dogma cabalístico (Aleister Crowley)
Ana Suero Sanz