Zayn El Carro

La séptima carta, Zayn El Carro, expresa jeroglíficamente, una flecha. De aquí las ideas de “arma”, o instrumentos utilizados por el hombre para “dominar”, “vencer” y realizar sus fines.

La zaïn expresa la victoria en todos los mundos. Astronómicamente corresponde al signo zodiacal “Los Gemelos”.

El simbolismo de esta lámina concuerda exactamente con las ideas que debe expresar. Sobre un carro de forma cúbica, cubierto por un dosel de color azul tachonado de estrellas y sostenido por cuatro columnas, avanza un triunfador coronado con un círculo, sobre el cual relumbran tres pentagramas de oro.

Este símbolo reproduce, en un nuevo orden de ideas, el arcano 1 y el 22. Las cuatro columnas corresponden a los cuatro animales del arcano 22 y a los cuatro símbolos del arcano 1; expresan el cuaternario en todas sus acepciones.

El triunfador

Ocupa el centro de los cuatro elementos— es el hombre que ha vencido y que dirige las fuerzas elementales; esta victoria se halla confirmada por la forma cúbica del carro, como asimismo por los pentagramas que coronan al iniciado.

El triunfador ostenta sobre su coraza tres escuadras superpuestas. Lleva sobre las espaldas el “urim” y el “thumin” del soberano sacrificador, figurado por los dos crecientes; esgrime el cetro terminado por un globo, un cuadrado y un triángulo.

En el frente del carro se halla el lingham indio sobre el cual se divisa la esfera volante de los egipcios. Dos esfinges, una blanca, la otra negra, se hallan enganchadas al carro.

Tal es la representación del septenario sagrado en todas sus manifestaciones. El nombre “iod hé vau hé” está representado en la parte delantera del carro por el globo alado para indicar que el septenario da la clave total del Tarot. Las dos esfinges corresponden a los dos principios: activo y pasivo. El triunfador corresponde sobre todo a la “espada” y a la “vau” del nombre sagrado.

La séptima lámina del Tarot

Muestra la influencia de la creación en la conservación, de lo divino en lo humano. Representa también la “iod” o el Dios del segundo septenario.

El Dios del 2° septenario. El hombre como función del Dios creador. EL PADRE La ley del 29 septenario.

La Realizazión

Reflejo del poder. El hombre del 2° septenario. La naturaleza haciendo funciones de Adán

La Luz Astral

Apenas se opera el pasaje de un mundo al otro, vemos surgir la misma ley del primer septenario. El tercer término de esta serie será el reflejo del primero, así como el segundo término de la primera serie reflejaba también aquél. No obstante, como el segundo septenario constituye el término medio de los otros dos, hallaremos en el fondo de todos estos arcanos la idea de mediación o equilibrio. Es precisamente lo que nos mostrará la octava lámina.

La espada flamígera.

El septenario es el número sagrado en todas las teogonías y en todo los símbolos porque se compone del ternario y del cuaternario.

El número 7 representa el poder mágico en toda su fuerza; es el espíritu ayudado de todas las potencias elementales, es el alma servida por la Naturaleza, es el sanctum regnum, de que se ha hablado en las clavículas de Salomón, y que representando en el tarot por un guerrero coronado que lleva un triángulo sobre su coraza y de pie sobre un cubo, y al cual van unidas dos esfinges, la una blanca y la otra negra, que tiran en sentido contrario y vuelven la cabeza mirándose.

Este guerrero está armado de una espada flamígera y tiene en la otra mano un cetro cuya punta concluye en un triángulo y en una bola.

El cubo es la piedra filosofal

Las esfinges son las dos fuerzas del gran agente, correspondientes a Jakin y Bohas, que son las dos columnas del templo; la coraza es la ciencia de las cosas divinas que hace invulnerable la sabiduría a los ataques humanos; la espada flamígera es el signo de la victoria sobre los vicios que son, con respecto al número siete, como las virtudes; las ideas de estas virtudes y de estos vicios, estaban figuradas por los antiguos, bajo los símbolos de los siete planetas entonces conocidos.

Así, la fe, esa aspiración a lo infinito, esa noble confianza en sí mismo sostenida por la creencia en todas las virtudes; la fe, que en las naturalezas débiles puede degenerar en orgullo, era representada por el Sol; la esperanza, enemiga de la avaricia, por la Luna: la caridad, opuesta a la lujuria por Venus, la brillante estrella de los crepúsculos; la fuerza, superior a la cólera, por Marte; la prudencia, opuesta a la pereza, por Mercurio; la templanza, opuesta a la glotonería, por Saturno, a quien se le da a comer una piedra en lugar de sus hijos, y la justicia, por último, opuesta a la envidia, por Júpiter, vencedor de los titanes.

Tales son los símbolos que la astrología toma del culto helénico. En la cábala de los hebreos, el Sol representa al ángel de luz; la Luna al ángel de las aspiraciones y de los sueños; Marte, al ángel exterminador; Venus, al ángel de los amores; Mercurio, al ángel civilizador, Júpiter, al ángel del poder; Saturno, al ángel de la solicitud. Se les llama así: Miguel, Gabriel, Samahel, Anael, Raphael, Zachariel y Orifiel.

Estas potencias dominadoras de las almas, se repartían la vida humana por periodos,que los astrólogos median por las revoluciones de los planetas correspondientes. Pero, no hay que confundir la astrología cabalística con la astrología judiciaria. Ya explicaremos esta distinción. La infancia esta dedicada al Sol, la adolescencia a la Luna, la juventud a Marte y a Venus, la virilidad a Mercurio, la edad madura a Júpiter y la vejez a Saturno. Ahora bien, toda la humanidad, vive bajo leyes de análogo desenvolvimiento a las de la vida individual.

Es sobre esta base como Trithemo establece su clavícula profética de los siete espíritus, de los que ya hablaremos, y por medio de la cual se puede, siguiendo las proporciones analógicas de los desenvolvimientos sucesivos, predecir con certidumbre los grandes acontecimientos futuros y fijar anticipadamente de período en período, los destinos de los pueblos y del mundo.San Juan, depositario de la doctrina secreta de Cristo, ha consignado esta doctrina en el libro cabalístico del Apocalipsis, que él representa cerrado con los siete sellos. En ella se encuentran los siete genios de las mitologías antiguas, con las copas y las espadas del Tarot.

El dogma

Oculto bajo estos emblemas, es pura cábala, ya perdida para los fariseos en la época de la venida del Salvador los cuadros que se suceden en esta maravillosa epopeya profética, son otros tantos pentáculos, cuyo ternario, cuaternario, septenario y duodenario son las llaves. Las figuras jeroglíficas son análogas a las del libro de Hermes, o del Génesis de Enoc, para servirnos del título aventurado, que sólo manifiesta la opinión personal del sabio Guillaume Postel.

El querube o toro simbólico que Moisés coloca a la puerta del mundo edénico, y que tiene en la mano una espada flameante, es una esfinge, que tiene cuerpo de toro y cabeza humana; es la antigua esfinge asiria, en la que el combate y la victoria de Míthra era el análisis jeroglífico. Esta esfinge armada, representa la ley del misterio, que vela a la puerta de la iniciación para apartar a los profanos. Voltaire, que no sabía nada de todo esto, ha reído mucho al ver un buey sostenido una espada.

¿Qué habría dicho si hubiera visitado las ruinas de Menfis o de Tebas y cómo hubiera podido responder a sus sarcasmos, tan aplaudidos en Francia, ese eco de los pasados siglos que duerme en las sepulturas de Psammética y de Ramsés? El querube de Moisés representa, asimismo, el gran misterio mágico, cuyo septenario manifiesta todos los elementos, sin ofrecer, no obstante, la última palabra.

Ese verbum innenarrable de los sabios de la escuela de Alejandría; esa palabra que los cabalistas hebreos escribían HVHY y traducían por ATYDADA (seria en caracteres hebreos) manifestaba, también, la triplicidad del principio secundario, el dualismo de los medios y la unidad tanto del principio como del fin; lo mismo que la alianza del ternario con el cuaternario en una palabra compuesta de cuatro letras, que forman siete por medio de una triple y de una doble repetición; esta palabra se pronuncia ARÀRITA. La virtud del septenario es absoluta en magia, porque el número es decisivo en todas las cosas. Así todas las religiones le han consagrado en sus ritos.

Jubilario

El séptimo año para los judíos era jubilario; el séptimo día está consagrado al reposo y a la oración; tiene siete sacramentos, etc. Los siete colores del prisma, las siete notas de la música, corresponden a los siete planetas de los antiguos, es decir, a las siete cuerdas de la lira humana. El cielo espiritual no ha cambiado nunca y la astrología ha quedado más invencible que la astronomía. Los siete planetas no son otra cosa, en efecto, que símbolos jeroglíficos del clavero de nuestra afecciones.

Confeccionar talismanes al Sol y a la Luna, o a Saturno, es agregar magnéticamente la voluntad a signos que corresponden a los principales poderes del alma; consagrar alguna cosa a Venus o a Mercurio, es magnetizar esa cosa con una intención directa, sea de placer, sea de ciencia, sea de provecho. Los metales, los animales, las planetas y los perfumes análogos son en estos nuestros auxiliares. Los siete animales mágicos son: entre las aves correspondientes al mundo divino: el cisne, la alondra, el vampiro, la paloma, la cigüeña, el águila y la abubilla; entre los peces, corresponden al mundo espiritual o científico: la foca, el  oelurus, lucio, thimallus, mújol, delfín y la sepia, y entre los cuadrúpedos correspondiendo al mundo natural son: el león, el gato, el lobo, el macho cabrío, el mono, el ciervo y él topo.

Su cerebro se combina con los perfumes de los planetas y está reconocido por la práctica de los antiguos, que poseían virtudes magnéticas correspondientes a las siete influencias  planetarias. Los talismanes de los siete espíritus se hacen: sea sobre piedras preciosas, tales como carbunclo, cristal, diamante, esmeralda, ágata, zafiro y onix; sea sobre metales, como oro, plata, hierro, cobre, mercurio fijado, estaño y plomo. Los signos cabalísticos de los siete espíritus son: para el Sol, una serpiente con cabeza de león: para la Luna, un globo cortado por dos medias lunas: para Marte un dragón mordiendo las guardas de una espada; para Venus, un lingam; para Mercurio, el caduceo hermético y el cinocéfalo; para Júpiter, el pentágrama flameante, en las garras o en el pico de un águila; para Saturno un viejo cojuela o una serpiente enlazada con la piedra helíacà .

Se encuentran todos estos signos sobre piedras grabadas por los antiguos hombres, y particularmente, en talismanes de las épocas gnósticas, conocidas bajo el nombre de Abraxas. En la colección de talismanes de Paracelso, Júpiter está representado por un sacerdote en traje eclesiástico, y en el tarot, tiene la figura de un gran hierofante, en cuya cabeza ostenta la tiara de tres diademas y sustentado en la mano la cruz de tres pisos, que forman el triángulo mágico y representan a la vez, el cetro y la llave de tres mundos. Reuniendo todo cuanto hemos dicho acerca de la unidad, del temario y del cuaternario, se tendrá todo lo que nos restaría por decir del septenario, esta grande y completa unidad mágica, compuesta de cuatro y de tres.

Siendo las ceremonias, los vestidos, los perfumes, los caracteres y las figuras, como ya lo hemos dicho, necesarias para emplear la imaginación en la educación de la voluntad, él éxito de las obras mágicas depende de la fiel observación de todos los ritos. Estos ritos, como ya lo hemos dicho, no tienen nada de fantástico ni de arbitrario, nos han sido transmitidos por la antigüedad y subsisten siempre por las leyes esenciales de la realización analógica y de la relación que necesariamente existe entre las ideas y las formas. Después de haber pasado muchos años en consultar y comparar todos los grimorios y todos los rituales que me merecieron mayor autenticidad, hemos llegado, no sin trabajo, a reconstituir todo el ceremonial mágico universal y primitivo.

Los únicos libros serios que hemos encontrado, son manuscritos, trazados en caracteres convencionales que hemos llegado a descifrar con ayuda de la poligrafía de Trithemo; otros estaban escritos por completo en jeroglíficos y los símbolos con que aparecían exornados y disfrazando la verdad de sus imágenes bajo ficciones supersticiosas de un texto mistificador. Tal es, por ejemplo, el Enchiridión del Papa León III, que jamás se imprimió con sus verdaderos caracteres y que hemos reconstituido para nuestro uso particular, conforme a su antiguo manuscrito.

Los rituales conocidos bajo el nombre de Clavículas de Salomón, abundan mucho. Bastantes han sido impresos, otros han permanecido manuscritos y algunos fueron copiados con el mayor cuidado. Existe un hermoso ejemplar en la Biblioteca Imperial; está adornado de pantáculos y de caracteres que se encuentran, en su mayoría, en los calendarios mágicos de Tycho-Brahe y de Duchentau. Existen, por último, clavículas y grimorios que son mixtificaciones y vergonzosas especulaciones de la baja librería.

El libro tan conocido y tan cacareado de nuestros padres y conocido por el nombre de Pequeño Alberto, pertenece por su redacción a esta última categoría; no hay en él de serio más que algunos cálculos tomados de Paracelso y algunos talismanes. Cuando se trata de realización de ritual, Paracelso es una autoridad poderosa. Nadie ha realizado, como él, las grandes obras, y por esto mismo oculta el poder de las ceremonias y enseña únicamente en la filosofía oculta la existencia del agente magnético y el poderío de la voluntad; resume también toda la ciencia de los caracteres y de los signos, que son las estrellas macro y microcósmicas. Era decir bastante para los adeptos; lo importante era no iniciar al vulgo. Paracelso, pues, no enseñaba el ritual; pero lo practicaba y su práctica era una sucesión de milagros.

Ya hemos dicho la importancia que tienen en magia el ternario y el cuaternario. De su reunión se compone el número religioso y cabalístico que representa la síntesis universal y que constituye el sagrado septenario. El mundo, a juzgar por lo que creían los antiguos, está gobernado por siete causas secundarias, como las llama Trithemo, secundæ y son las fuerzas universales designadas por Moisés, por el nombre plural de Eloim, los dioses. Estas fuerzas análogas y contrarias entre sí, producen el equilibrio por-sus contrastes y regulan el movimiento de las esferas.

Los hebreos Michael, Gabriel, Raphael, Anael, Samael, Zadkiel y Oriphiel. Los gnósticos cristianos nombran a los cuatro últimos, Uriel, Barachiel, Sealtiel y Jehudiel. Los demás pueblos han atribuido a esos espíritus, el gobierno de los siete planetas principales y les han dado los nombre de sus grandes divinidades. Todos han creído en su influencia relativa y la astronomía les ha repartido el cielo antiguo y les ha atribuido el gobierno de los siete días de la semana. Tal es la razón de las diversas ceremonias de la semana mágica y del culto septenario de los planetas.

Ya hemos visto aquí, que los planetas son signos y no otra cosa; tienen la influencia que la fe universal les atribuye, porque son realmente más astros del espíritu humano que estrellas del firmamento.

El Sol, que la antigua magia ha mirado siempre como fijo, no podía ser más que un planeta para el vulgo; así represente en la semana el día del reposo que llamamos, sin que se sepa por qué, domingo, y que los antiguos denominaban el día del Sol.

Los siete planetas mágicos corresponden a los siete colores del prisma y a las siete notas de la octava musical; representan así mismo la siete virtudes, y por oposición, los siete vicios de la moral cristiana.

Los siete sacramentos

Se refieren también a este gran septenario universal. El bautismo, que consagra el elemento del agua, se refiere a la Luna; la penitencia rigurosa está bajo los auspicios de Samael el ángel de Marte; la confirmación, que da el espíritu de inteligencia que comunica al verdadero creyente el don de lenguas, está bajo los auspicios de Rafael el ángel de Mercurio; la Eucaristía sustituye la realización sacramental de Dios hecho hombre por el imperio de Júpiter, el matrimonio está consagrado por el ángel. La extremaunción es la salvaguardia de los enfermos prontos a caer bajo la faz de Saturno, y el orden, que consagra el sacerdocio de luz, es el que está más especialmente marcado con los caracteres del Sol.

Casi todas estas analogías han sido advertidas por el sabio Dupuis, quien llegó a la conclusión de la falsedad de todas las religiones, en lugar de reconocer la santidad y la perpetuidad de un dogma único, siempre reproducido en el simbolismo universal de las formas religiosas sucesivas. No comprendió, no, la revelación permanente transmitida al genio humano por las armonías de la naturaleza y no vio más que una serie de errores en esa cadena de imágenes ingeniosas y de eternas verdades.

Las obras mágicas son también en número de siete: 1ra, obras de luz y de riqueza, bajo los auspicios del Sol; 2da obras de adivinación y de misterios, bajo la invocación de la Luna; 3ra, obras de habilidad, de ciencia y de elocuencia, bajo la protección de Mercurio; 4ta, obras de cólera y de castigo, consagradas a Marte; 5ta, obras de amor, favorecidas por Venus; 6ta, obras de ambición y de política, bajo los auspicios de Júpiter; 7ma, obras de maldición y de muerte, bajo el patronato de Saturno.

Simbolismo teológico

En simbolismo teológico, el Sol representa el Verbo de verdad; la Luna, la misma religión; Mercurio, la interpretación y la ciencia de los misterios; Marte, la justicia divina; Venus, -la misericordia y el amor; Júpiter, al Salvador resucitado y glorioso; Saturno, al Dios Padre, o el Jehová de Moisés. En el cuerpo humano, el Sol es análogo al corazón; la Luna, al cerebro; Júpiter, a la mano derecha, y Saturno, a la izquierda; Marte, al pie izquierdo, y Venus al derecho, y Mercurio, a las partes sexuales, lo que hace representar a veces al genio de este planeta, bajo una figura andrógina.

En la faz humana, el Sol domina la frente; Júpiter, el ojo derecho y Saturno, el izquierdo; la Luna reina entre ambos ojos, en la raíz de la nariz, de la cual Marte y Venus gobiernan ambas fosas; Mercurio, por último, ejerce su influencia sobre la boca y la barbilla.

Estas nociones formaban entre los antiguos la ciencia oculta de la fisonomía, encontrada imperfectamente después por Lavater.

El mago que quiera proceder a las obras de luz, debe operar en domingo de media noche a las ocho de la madrugada, o desde las tres después del mediodía hasta la noche. Estará revestido de un traje de púrpura , con tiara y brazaletes de oro. El altar de los perfumes y el trípode del fuego sagrado, estarán rodeados de  guirnaldas de laurel, de heliotropos y de girasoles; los perfumes serán el cinamomo, el incienso macho, el azafrán y el sándalo rojo; los lápices serán de pieles de león; el anillo será de oro con una crisolita o un rubí; los abanicos serán de plumas de gavilán.

El lunes

Llevará un traje blanco laminado de plata con un triple collar, de perlas, de cristales y de selenitas; la tiara estará recubierta de seda amarilla, con caracteres de plata, formando en hebreo el monograma de Gabriel, tal y como se hallan en la filosofía oculta de Agrippa; los perfumes serán: sándalo blanco, alcanfor, ámbar, áloes y la simiente del cohombro pulverizada; las guirnaldas serán de artemisa, selenótropos y ranúnculos amarillos. Se evitarán las tinturas, los vestidos o los objetos de color negro y no se llevará encima ningún otro metal que no sea plata.

El martes

Día de las operaciones de cólera, el traje será de color de fuego, de orín o de sangre, con un cinturón y brazaletes de acero; la tierra estará rodeada de hierro y no se servirá -de la varita, sino únicamente del estilete mágico y de la espada; las guirnaldas serán de ajenjo y de ruda y se llevará en el dedo una sortija de acero con una amatista como piedra preciosa.

El miércoles

Día favorable para la alta ciencia, el traje será verde o de una tela que sea tornasolada de distintos colores; el collar será de cuentas de vidrio hueco, conteniendo mercurio; los perfumes serán el benjuí, el macís y el estoraque; las flores, el narciso, el lirio, la mercurial, la fumaría y la mejorana; la piedra preciosa será el ágata.

El jueves

Día de las grandes obras religiosas y políticas, el traje sera de color de escarlata, y se llevará en la frente una lámina de estaño con los caracteres del espíritu de Júpiter, y, estas tres palabras: GIARAR, BETHOR, SAMGABIEL; los perfumes serán en incienso, el ámbar gris, el bálsamo, el grano del paraíso, el macis y el azafrán; el anillo estará adornado de una esmeralda o de un zafiro; las guirnaldas y las coronas serán de encina, de álamo, de higuera y de granado.

El viernes

Día de las operaciones amorosas, el traje será de un color azul azulado; las tinturas serán verdes y rosas; los adornos de cobre pulido; las coronas de violetas, rosas, mirto y olivo; el anillo estará adornado de una turquesa: el lapislázuli y la barilla, servirán para la tiara y los broches: los abanicos serán de plumas de cisne y el operador llevará sobre el pecho un talismán de cobre con el carácter de Anael y estas palabras: AVEEVA VADELILITH.

El sábado

Día de las obras fúnebres, el traje será negro o pardo, con caracteres bordados en seda, color de naranja; se llevará al cuello una medalla de plomo con el carácter de Saturno y estas palabras: ALMALEC, APHIEL, ZARAHIEL; los perfumes serán el diagridium, la escamonea, el alumbre, el azufre y la asafétida; el anillo tendrá una piedra de ónix; las guirnaldas serán de fresno, de ciprés y de eléboro negro; sobre el ónix del anillo se grabará con el punzón consagrado y en las horas de Saturno una doble cabeza de Jano.

Tales son las antiguas magnificencias del culto secreto de los magos. Es con semejante aparato como los magos de la edad media procedían a la consagración diaria de los pantáculos y de los talismanes relativos a los siete genios. Ya hemos dicho que un pantáculo es un carácter sintético, resumiendo todo el dogma mágico en una de sus concepciones especiales. Es, por tanto, la expresión verdadera de un pensamiento y de una voluntad completa; es la signatura de un espíritu.

La consagración ceremonial de este signo, va fuertemente unida a la intención del operador y establecer entre él y el pantáculo una verdadera cadena magnética. Los pantáculos pueden trazarse indistintamente sobre pergamino virgen, sobre papel o sobre los metales. Se llama talismán a una pieza de metal que lleve, sea pantáculos, sean caracteres, y que haya recibido una consagración especial para una intención gdeterminada.

Gaffarel

Gaffarel, en una erudita obra sobre las antigüedades mágicas, ha demostrado científicamente el poder real de los talismanes, y la confianza en su virtud está de tal modo en la naturaleza, que se llevan de buen grado encima, recuerdos de aquellos a quienes se ama; con la persecución de que esas reliquias nos preservarán de peligros y deberán hacernos más felices. Se hacen talismanes con los siete metales cabalísticos y se graban en ellos, en los días y horas favorables, los signos queridos y determinados. Las figuras de los siete planetas con sus cuadrados mágicos, se encuentran en el Pequeño Alberto, tomados de Paracelso, y éste es uno de los raros lugares serios de este libro de magia vulgar.

Es preciso advertir que Paracelso reemplaza la figura de Júpiter por la de un sacerdote, substitución que no está hecha sin una intención misteriosa y bien marcada. Pero las figuras alegóricas y mitológicas de los siete espíritus, se han convertido en nuestros días demasiado clásicos y hasta vulgares, para que todavía se pueda trazarlos con éxito sobre los talismanes; “es preciso recurrir a signos más sabios y más expresivos”.

Pentagrama

El pentagrama debe grabarse siempre en uno de los lados del talismán, con un círculo para el sol, un creciente para la luna, un caduceo alado para Mercurio, una espada para Marte, una G para Venus, una corona para Júpiter y una guadaña para Saturno.(El Talismán es tu propio cerebro al que alimentaras con el pan de la sabiduría y el templo tu cuerpo) El otro lado del talismán debe llevar el signo de Salomón, es decir, la estrella de seis rayos hecha con dos triángulos superpuestos, colocándose una figura humana en el centro en los del Sol, una copa en los de la Luna, una cabeza de perro en los de Mercurio, una cabeza de águila en los de Júpiter, una de león en los de Marte, una paloma en los de Venus y una cabeza de toro o de macho cabrío en los de Saturno.

A esto se agregará los nombres de los siete ángeles, sea en hebreo, sea en árabe, sea en caracteres mágicos semejantes a los del alfabetos de Trithemo.(Para todo esto es muy útil tener un diccionario mito hermético) Los dos triángulos de Salomón pueden reemplazarse por la doble cruz de las ruedas de Ezequiel, que se hallan en gran número de antiguos pantáculos y que son, como ya lo hemos dichos en nuestro Dogma, la clave de los trigramas de Fohi.

Así, los talismanes y los pantáculos del Sol, no deben ser vistos ni tocados por personas disformes o contrahechas o por mujeres de malas costumbres; los de la Luna se sienten profanados por las miradas y por las manos de personas crapulosas y de mujeres que estén con sus reglas; los de Mercurio pierden su virtud si son tocados por sacerdotes asalariados; los de Marte deben ocultarse a los cobardes; los de Venus a los hombres depravados y aquellos que han hecho voto de celibato; los de Júpiter a los impíos y los de Saturno a las vírgenes y a los niños, no porque las miradas o el contacto de estos últimos sea impuro, sino porque el talismán les causaría desdichas y de este modo perdería su fuerza.

Condecoraciones

Las cruces de honor y otras condecoraciones análogas son verdaderos talismanes que aumenten el valor o el mérito personales. Las distribuciones solemnes que de ellos se hace equivalentes a las consagraciones. La opinión pública les da un prodigioso poder. No se ha advertido bien la influencia recíproca de los signos sobre las ideas y de éstas sobre aquéllos; no menos ciertos es que la obra revolucionaria de estos tiempos modernos, por ejemplo, ha sido simbólicamente resumida por la sustitución napoleónica de la estrella de honor por la cruz de San Luis.

Ese pentagrama sustituido por el labarum; es la rehabilitación del símbolo de la luz, es la resurrección masónica de Adonhiram. Se dice que Napoleón creía en su estrella, y si se le hubiera preguntado qué entendía por esa estrella, hubiera respondido que su genio; debió, pues, adoptar por signo el pentagrama simple de la soberanía humana para la iniciativa inteligente. El gran soldado de la revolución sabía poco, pero todo lo presentía y adivinaba; por eso ha sido el mayor mago instintivo y práctico de los tiempos modernos. El mundo está lleno todavía de sus milagros y hasta habrá gentes sencillas que no crean que ha muerto.

Los objetos benditos e indulgenciados, tocados por santas imágenes o por personas venerables; los rosarios llegados de Palestina; los agnus Dei compuesto con cera del cirio pascua y los restos anuales del santo crisma; los escapularios, y las medallas, en fin, son verdaderos talismanes. Una de estas medallas se ha hecho popular en nuestros tiempos, y aun aquellos que no profesan ninguna religión, la cuelga del cuello de sus hijos. Y como las figuras que en ellas aparecen son perfectamente cabalísticas, la tal medalla es verdaderamente un doble y maravilloso pantánculo.

De un lado se ve a la grande iniciadora, la madre celeste de Sohar, la Isis del Egipto, la Venus Urania de los platonianos, la María del cristianismo, en pie sobre el mundo y aplastado la cabeza de la serpiente mágica. Extiende las manos en forma tal, que trazan un triángulo, del que la cabeza de la figura es la cima; sus manos están abiertas e irradiando efluvios, lo cual forma un doble pentagrama, cuyos rayos se dirigen hacia la tierra, lo que representa evidentemente la libertad de la inteligencia por el trabajo.

Del otro lado se ve la doble Tau de los hierofantes, el Lingam en el doble Cteis, o en el triple Phallus, soportado con enlace y doble inserción por la M cabalística y masónica representando la escuadra entre las dos columnas Jakin y Bohas; por encima háyanse al mismo nivel dos corazones doloridos y amantes y en derredor 12 pentagramas. Todo el mundo os dirá que los portadores de esta medalla no alcanzan su significación; pero no por esto deja de ser menos mágica, teniendo un doble sentido, y por consiguiente, una doble virtud. Las revelaciones extáticas nos han transmitido ese talismán, que fue grabado cuando ya existía en la luz astral, lo que demuestra una vez más la íntima conexión de las ideas con los signos, dando nueva sanción al simbolismo de la magia universal.

Cuanta más importancia y solemnidad se da a la consagración de los talismanes y de los pantáculos, mayores virtudes adquieren, como debe comprenderse, por la evidencia de los principios que hemos establecido. Este consagración debe hacerse en los días especiales que hemos marcado con las ceremonias indicadas. Se consagran por los cuatro elementos exorcizados, después de haber conjurado a los espíritus de las tinieblas, con la conjuración de los cuatro.

Por lo que respecto a instrumentos mágicos, los principales son: la varita, la espada, la lámpara, la copa, el altar y el trípode. En las operaciones de la alta y divina magia, se sirve uno de la lámpara, de la varita y de la copa; en las obras de la magia negra se reemplaza la varita por la espada, y la lámpara por la candela de Cardan.

Pasemos a la descripción y consagración de los instrumentos. La varita mágica, no hay que confundirla con la simple varita adivinatoria, ni con la horquilla de los nigromantes o el tridente de Paracelso; la verdadera y absolute varita mágica debe ser de una sola rama (nosotros somos arboles…); sea de árbol de almendro o de consagración de la varita debe durar siete días, comenzando en la luna nueva. Y debe ser hecha por un iniciado poseedor de grandes arcanos y que también posea una varita consagrada. Esta es la transmisión del sacerdocio mágico.

La manera de transmitir la varita, es uno de los arcanos de la ciencia que no esta permitido revelar.

Continuemos hablando de los misterios de Bereschith.

Primer día de la Creación. La Luz; unidad espléndida y resplandeciente.

Segundo día

El firmamento, o la separación necesaria entre el espíritu y la forma, entre lo fijo y lo volátil, entre el cielo y la tierra, constitución de la balanza del binario.

Tercer día

Germinación de la tierra bajo la influencia del cielo; la generación comienza con la revelación del ternario.

Cuarto día

El Sol y la Luna presiden el día y la noche; división de las estaciones por el cuaternario;  cuadratura primitiva del círculo.

Quinto día

La vida se manifiesta en el seno de los elementos; constitución del reino del hombre por el quinario.

Sexto día

La tierra y el fuego responden al aire y al agua y dan sus animales vivos; el triángulo, que es el espejismo del de Jéhovah, se forma en el alma del hombre y Dios le dice: Faciamus hominem, ya que el hombre debe participar en su propia creación.

El séptimo día Dios descansó, es decir, que, siendo el septenario el número perfecto, no quedaba nada por hacer.

Primer capítulo del Génesis.

La unidad de Dios se manifiesta y se resume en la unidad del hombre.

Segundo capítulo.

Dios completa al hombre con la mujer y la inteligencia con la ley.

Tercer capítulo.

La serpiente tercia entre el hombre y la mujer todavía inocentes. Dios tercia entre el hombre y la mujer ya culpables.

Cuarto capítulo.

Adán y Eva tienen a Caín y Abel y de dos se convierten en cuatro.

Quinto capítulo.

La humanidad se concreta en la persona de Set, heredero de Adán, y en la de Eva, en lugar de Caín y Abel. Uno se convierte en la síntesis de cuatro, es el quinario en toda su potencia.

Sexto capítulo.

La creación del hombre político y religioso; el comienzo del antagonismo entre los hijos de Dios y los hijos de los hombres.

¿Creen que todo esto se encuentra así dispuesto, por casualidad? ¿Y piensan que se puede entender una sola palabra de la biblia sin estar en poder de la llave de los números sagrados? ¡Y qué sucederá cuando abramos con esta llave las profundidades de Ezequiel, el libro misterioso y alegórico de Tobías, y sobre todo el sublime Apocalipsis, escollo del
genio de Bossuet y de la sagacidad de Newton!

Hay gente que piensa que es necesaria una nueva revelación. ¡Que esperen a ver si la antigua es conocida y comprendida, y así verán si es necesaria una nueva!
Esperemos que después de seis mil años de estupidez e ignorancia la humanidad descanse y que Dios sea por segunda vez el iai aour! ¡Fiat lux! ¡ Veni creator spiritus… tu septiformis munere… tu rite promissum patris, sermone ditans guttura!

Ahora, en efecto, tenemos todos los elementos necesarios para la creación cabalística y podemos adivinar la fuerza de los números que nos quedan por estudiar.

Numerología

Unamos el 3 al 4, tenemos el 7: multipliquemos 3 por 4, tenemos el 12; 4 por 2, tenemos 8; 3 por 3 nos da 9, etc., etc. Ahora bien, ya sabernos lo que es el 2, el 3, el 4, el 5… y reuniendo las ideas que tenemos de estos números, asociándolos como hacemos con las cifras, podemos encontrar con antelación lo que todavía nos falta.

Iniciados ya por estos números en el simbolismo de las figuras del tarot, ya pueden imaginarse lo que voy a contarles sobre las dieciséis letras restantes; puede interrogarlas combinándolas con el dos, el tres, el cuatro, el cinco, las deletrearán primero, las leerán a continuación.

El Génesis afirmó que Dios había creado la luna para presidir la noche, y es inútil para entender el libro sagrado averiguar si estas afirmaciones podrían ser discutidas. Aunque tengamos noches sin luna no afirmaremos por ello que la luna no existe, el astro de las noches, como se le llama vulgarmente; y aunque en las regiones polares solamente haya dos estaciones formadas por un día y una noche tampoco se puede afirmar que el resto del mundo está equivocado al reconocer que existen cuatro estaciones; las excepciones confirman la regla.

Comparen los seis días de la creación con el Nuctéméron de Apolonio de Tiana  y con la de los hebreos y comprobarán que estos cálculos cabalísticos son de la misma familia y que Moisés, al establecer las leyes creadoras del septenario, no cuenta ninguna historia, sino que revela un arcano eterno. Los seis días de Moisés representan también la Génesis de la inteligencia, en la que el caos se desenvuelve siguiendo la progresión de los números.

Los siete primeros capítulos del Génesis contienen los misterios de la más alta iniciación, la profecía de Ezequiel, el libro de Tobías y el Apocalipsis de San Juan; son libros de la Cábala tan completos y tan perfectos que aunque perdiéramos todos los demás podríamos conservar la ciencia entera, solamente con la ayuda de éstos. Es verdad que para entenderlos hay que haber entendido el Sepher Jezirah y el Zohar, libro cuya llave está oculta en los jeroglíficos de Enoch.( el Sepher Jezira lo revelare cuando termine con los 22 números, o lo revelareis facil vosotros, que os interesa la creación del hombre para expulsar el animal…)

Vau representa a Dios en la naturaleza; la idea en el verbo; Binah en Chokmah; la verdad en la religión; el espíritu tn la letra; el activo en el pasivo; el hombre en la mujer. Es el nexo de unión entre el cielo y la tierra. Es el arcángel San Miguel amenazando al diablo.

Es Edipo luchando contra la Esfinge. Es Mithra apuñalando al toro terrestre. Es por abreviatura jeroglífica, la espada del arcángel San Miguel y el puñal de Mithra. Es la cabeza mágica de Zohar con su espejismo. Son las seis alas de los querubines de Jekeschiel, los seis días de la creación, las seis edades de la Iglesia; seis es el número del hombre, el número de la lucha, del trabajo, de la libertad y del amor. Por lo tanto, este es el número también por el que se explica el enigma de la Esfinge. Seis es Tiphereth, la belleza o el ideal absoluto. Es la mujer cubierta por el sol, con la luna a los pies y que llora a causa de los dolores del parto.

666

Es el espejismo de Dios en el hombre y del hombre en Dios. Es la atracción mutua del cielo y la tierra. Es la gracia y el amor bajo el imperio del septenario, pero sin el septenario; el senario es la rebelión y el anticristianismo. El 666 es el antagonismo del hombre en los tres mundos. ¿Qué podemos hacer para corregir este número maldito? Simplificar los términos y efectuar la suma de los tres seises, lo que nos dará 18, el simbolismo jerárquico, después continuamos operando de la misma manera, sumando el 1 con el 8, lo que nos da 9. el número de la prudencia y de la iniciación. ( explico aquí parte del 6 para que hagáis una buena relación del 7).

Et exspecto resurrectionem mortuorum. Estas palabras están en el escudo de Nicea. No cambiemos los dogmas, no tenemos ni el derecho ni el poder. Guardémonos solamente de la levadura de los fariseos, que hacen el mal pan del magisterio vulgar. ¿Y cómo creer en todo lo que la Iglesia enseña sin caer en los errores farisaicos? Tratando de entender en su sentido espiritual todo lo que materializa el error de la muchedumbre. Error que, sin embargo, hay que respetar en los humildes, ya que suele constituir todas sus creencias y si se lo quitáramos los dejaríamos sin nada.

Hay mucha gente que cree firmemente que un ángel (Ser espiritual) se colocará en la boca (en una boca que no tiene) una trompeta material, despertará en el valle de Josafat a los difuntos de toda la tierra (ninguno de los cuales ha dejado de dormir, ya que la vida universal no ha dejado de influenciarlos), y los hará renacer con el mismo cuerpo esto es verdad en cuanto a la unidad de la sustancia) que tenían en el momento de su muerte. ¡Hay que dejarles que sigan creyendo en ello!

¡Traten, pues, de espiritualizar todo esto para una gente que es pobre de espíritu! Cuando pronuncia delante de hombres inteligentes las palabras de los símbolos y de las alegorías, es como si hablara de ensueños y de mentiras, y para ellos toda la religión se reduce a nada. Si al comulgar no se imaginan que tienen dentro de la boca la carne humana de Cristo, dispuesta a sangrar si la mordieran, encuentran ridícula la piadosa absolución de una hostia sin consagrar. No escandalicemos pues a los humildes y, por ello, dejemos todo su ocultismo a la filosofía del sentido común, que es y será durante mucho tiempo todavía, ¡ay!, la filosofía oculta.

Si la he revelado en mis libros, es con la convicción, como ya he dicho, de que los humildes creyentes no lo leerán y si los leen, concluirán como el señor Gougenot des Mousseaux, diciendo que son libros abominables y que yo estoy en comercio directo con maese Satanás. Ser maldito y bendecir es el destino de todos los profetas de la verdad. Perdóneles si no saben lo que hacen.

Una letra es una idea con tres grados de inteligencia. Dos letras son dos ideas asociadas de forma que una actúa sobre la otra y la fecunda: Tres letras es la reproducción de una idea. Cuatro letras es un edificio de ideas, es un trono de verdades. Cinco letras es una balanza y una especie de antagonismo entre las ideas absolutas representadas por los ternarios.

Ejemplo:

Saco al azar dos cartas del tarot, la Emperatriz y el as de copas: la generación y el amor, Venus y Cupido, Isis y Horus, Bérécynthie y la media luna, María y el santo cáliz, la naturaleza y el espacio. Las colocó en equilibrio. Y comienzo diciendo: 10, la generación del amor es igual a 20, el amor de la generación. La naturaleza ejerce su acción sobre el amor. El amor ejerce su acción sobre la naturaleza. Noten que leo alternativamente de izquierda a derecha y de derecha a izquierda para encontrar las analogías equilibradas.

Remarquen también que en los nombres que he dado a nuestras dos cartas he omitido los de orden divino, que son: fi providencia y el espacio. Leo, pues: la naturaleza fecunda el amor, el amor fecunda a la naturaleza. Podría decir: la Providencia fecunda al espacio y tendría como correspondencia análoga: el espacio fecunda a la Providencia, lo que parece absurdo.

Pero, como el absurdo es imposible en las ciencias exactas por excelencia, veo que estoy tocando un gran misterio y una alta revelación. Medito pues profundamente sobre este absurdo aparente y encuentro el secreto del matrimonio de Porus, dios de la abundancia, con Penia, diosa de la pobreza. Recuerdo que en el Mito Platónico es Penia la que sorprende y en cierta manera viola a Porus durante su sueño. Comprendo cómo el vacío atrae a la plenitud y veo cómo el espacio hambriento chupa en cierta manera los pechos de la Providencia, que no puede retener, pues, la leche. Así pues, todos los enunciados del oráculo que les parezcan absurdos o vacíos de sentido les conducirán al conocimiento de los dos grandes misterios.

Estos son resúmenes sencillos que les adelanto porque volveremos sobre la muy importante cuestión de la lectura de los oráculos, cuando hayamos visto todas las letras.

Prefiero colocarle antes la llave entre las manos, para que se familiaricen un poco con este instrumento todopoderoso que ha de abrirles para siempre el templo de la Paz profunda.

Recuerden lo que el Señor dijo de la resurrección de Dios en la persona de Juan Bautista, venido sobre la tierra in virtute Elia~, y quizás podrá entrever el misterio de la resurrección de los muertos. Las últimas estaciones en la vida están construidas por personalidades que el sujeto puede cambiar sin que la personalidad cambie. Así resucitamos los unos en los otros y ayudamos con todas las fuerzas de la evolución propia a los que viven más abajo, en la escala de nuestro envoltorio mortal, es decir en el envoltorio especial de una de nuestras estaciones inferiores. Así pues, las almas se atraen las unas a las otras y una personalidad celeste está compuesta siempre por un grupo determinado de elegidos.

En cuanto al juicio final, llegará cuando el espíritu de inteligencia haga desaparecer los nubarrones del cielo y traiga a Cristo sobre la tierra; cuando solamente Dios será Dios, según estas bellas palabras del profeta: Et exaltabitur Dominus solus in die ila~ La ley de la inteligencia revelando, pues, la ley de la justicia, los vivos y los muertos serán juzgados por la manifestación de una verdad incuestionable.

Entonces, al hacer imposible la tiranía de los hombres, los antiguos déspotas dirán a las cavernas: ocultadnos, y a las montañas: cubridnos y guardad de todas las miradas nuestras torpezas. Se reconocerá entonces que la religión no es nada más que la caridad, cuando el Salvador diga a los justos: Tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber, y el resto que se saben de memoria. He aquí el juicio final tal como el maestro lo anunció. Pero los discípulos han dibujado sobre este borrador y han inventado variantes del tema. Así, por ejemplo, San Pablo cree que sus contemporáneos verán el juicio final y que los elegidos de su tiempo serán transfigurados sin morir. San Pedro no es de la misma opinión.

Cuando el Señor inspira a Balaam, hace hablar una vez al profeta y otra al borrico del profeta. Siempre ha pasado lo mismo con los escritores sagrados. Las interpretaciones erróneas del hombre han estado siempre junto a los oráculos del Espíritu Santo, a fin de que se cumplieran estas palabras:

Qui habet aures audiendi audiat; spiritus est qui vivificat, caro non prodest quidquam.

Quod natum est de carne caro est, quod autem natum est de spiritu spiritus est.

Thesaurum portamus iii vasis fictiibus.

Por esto se dan en las sagradas escrituras apreciaciones imperfectas, e incluso errores humanos, corregidos y borrados por el espíritu divino para la inteligencia y el corazón de los videntes. El vulgo adora todo; igual que adoraría stercora Mariae virginis, la que, aunque concebida sin pecado, no hubiera podido nacer sin necesidades. Ahora, ¿cuándo llegará este juicio final? Después del año dos mil, sin duda, y precederá al reino mesiánico anunciado por todos los profetas y, sobre todo, por el apóstol San Juan. Durará un siglo entero y sucederá a tres siglos y medio de anticristianismo declarado. Ya que el anticristianismo latente comenzó en la misma época de los apóstoles.

El anticristianismo

El anticristianismo declarado comienza en el siglo XVII y acabará a mediados del XX. Los cincuenta años que seguirán serán crepusculares y preparatorios del reino nuevo… Me paro aquí, ya que no se levanta impunemente el velo del porvenir y la espada resplandeciente del querubín ciego, pronto, aquellos que aventuran una mirada demasiado audaz en las profundidades sombrías del santuario, dejemos escapar esa mano terrible que coge a los profetas de los cabellos y se los lleva por encima de los imperios y de las épocas… soy un pobre viejo ignorante y enfermo y no sé lo que me digo.

Hemos llegado al domingo de la ciencia, a la abertura del séptimo  sello. Se hace el silencio en el cielo. Dios reposa el séptimo día. Es decir, que todo se resume, se fija y se consume en este número santo. Vea al triunfador delante de la piedra cúbica, guiando a las dos esfinges que no ha podido adivinar Edipo. Ha terminado la obra de su emancipación. ¡Es Rey de Jerusalén y Tebas! El alma de los mundos se inmortaliza por medio de su transformación total en inteligencia. La luz astral ha de convertirse en el cuerpo de la luz gloriosa y de este modo volveremos a encontrar nuestro lugar en la misma tierra de un mundo transfigurado.

La raíz regenera el tronco. El tronco regenera las ramas y Dios cuenta las hojas que caen para que ninguna se pierda. Los tipos permanecen vivos y en su lugar cuando los individuos mueren. ¡Pero, lo que importa es el molde, no el yeso! El yeso puede romperse y reducirse a polvo. El molde permanece y sirve para hacer figuras de bronce, plata u oro. Todos los seres vivos están contenidos en moldes de luz. Este molde determina la apariencia de la substancia que lo rellena.

De este modo, por medio de una verdadera transubstanciación, el pan se convierte en carne y el vino en sangre. Después, cuando el molde rechaza una substancia agotada (lo que llamamos morir), el encanto cesa y el cadáver vuelve a convertirse en pan, frutos, etc. ¿Han visto alguna vez un gran árbol saliendo de un muro o de una roca, que contiene solamente en una de sus fisuras un pequeño puñado de tierra? ¿De dónde saca este árbol la sustancia? Este árbol es un imán que atrae hacia él la materia sutil dispersa en la atmósfera, ya que el molde luminoso se ha formado bajo la influencia del sol.

Podrían analizar el gran libro cabalístico De revolutionibus Animarum. Encontrarán en él una fuente abundante en la que podrá satisfacer a placer la gran sed de lo desconocido.

El septenario es el número de la caridad y representa el coronamiento del edificio espiritual cuyas columnas son:

Así pues, la fe reposa sobre la justicia y la justicia sobre la fortaleza, la esperanza sobre la templanza y la templanza sobre la prudencia, y todo ello sirve de doble base a la caridad.

Esto representa solamente la puerta principal del templo interior. En el santuario encontramos otro septenario que ya le he descrito: el de los dones del Espíritu Santo, en el que la ciencia y la inteligencia sustituyen a la esperanza y a la fe. En él la caridad se transforma en piedad, el más divino y el más perfecto de los dones celestes, pero también el peor conocido. La gente suele dar el nombre de piedad a ese gusto por las cosas materiales del culto que tan fácilmente degenera en fanatismo.

Para la mayor parte de los sacerdotes, una persona piadosa es aquélla que va a los oficios, la que hace muchas novenas y la que reza a menudo el rosario. Lo que no se le pregunta es si es caritativa, y lo que no se tiene en cuenta es que las prácticas del culto tienen carácter profano si no se las atiende con un verdadero espíritu religioso, es decir, si no se comprenden las cosas de Dios y si no se tiene caridad con el prójimo.

La caridad, ese amor que es una virtud, como lo expresa el nombre griego del que proviene, ese amor gracioso, porque es generoso. La caridad, que San Pablo describió en una página inmortal, es el objeto de nuestros esfuerzos, el fruto de nuestros trabajos. ¡La caridad, hermana de la paz, la caridad, que se enriquece dando y que puede dar siempre sin agotar jamás ni las riquezas de Dios y de la naturaleza ni las propias!

Este es el sello de Hermes:

 

Reúne las principales propiedades del septenario; indica su composición; expresa jeroglíficamente las transformaciones y la esencia de la substancia universal. Todo es cuatro y tres en la luz y en la vida. El ciclo del movimiento perfecto es tres y Cuatro o cuatro y tres; representa la cuadratura del círculo, y también la piedra de los filósofos representada en los símbolos masónicos por la piedra cúbica compuesta por seis cuadrados y cuatro triángulos. Lo que nos da la cruz del templo y la cruz latina.

La cruz del templo replegándose forma una pirámide y corona con esta imagen del principio divino y del fuego las seis caras del cubo, igual que el tetragrama junto con los seis días de Bereschith nos da diez y solamente significa siete. Podemos escribir los nombres del Sephiroth sobre estas dos cruces de la forma siguiente:

La figura de la piedra cúbica es precisamente la de las pirámides cuyos cimientos son cúbicos, lo que les da una fuerza superior a la de los elementos y a la de las épocas. De este modo el septenario se asienta en ángulo recto, siendo el número del reposo, es decir, de la estabilidad. Cuando se dice que Dios descansó, es una forma de explicar la perfección del trabajo de la naturaleza, que una vez constituida sobre el septenario parece no dar ningún otro trabajo a su autor. Es el primero de los dones del Espíritu Santo y en la enumeración de las siete virtudes cardinales corresponde a la fe.

La ciencia no es uno de los Sephiroth, sino que es el espejo en el que convergen los rayos de todos; se le denomina Daath. Como ven, en el dogma católico la economía de los números necesita la alianza, de la ciencia y de la fe que sobre una base inquebrantable constituirán la razón absoluta del verbo humano, análoga a la de Dios. Hay que remarcar que los números 1, 2, 3, 4, que expresan el Tetragrama divino, sumados nos dan 10, y que su figura geométrica corresponde a la de los Sephiroth y da como resultado una combinación según la cual Malkuth encuentra su equilibrio y se vuelve necesario. Lo que demuestra la eternidad de la Creación.

5, 6 y 7 sumados nos dan 18, el número del simbolismo, la suma de cuyas cifras nos da 9, el número de la iniciación y de la prudencia. El todo sumado nos da 19, el número del sol y de la verdad, cuyas cifras sumadas nos dan diez, es decir, la unidad sintética y compleja: el resumen de todos los números. 7 veces 7 nos dan 49, cuya suma da 13, que sumado da 4. Después del 49° día llega Pentecostés, que es la fiesta de la Inteligencia y el Sabbatum Sabbatorum, el séptimo día entre los judíos y el quincuagésimo entre nosotros, es el afio del jubileo. Hay siete ángeles que están junto a Dios, dicen las Sagradas Escrituras. Pero de estos siete la Biblia solamente nombra a tres, que son:

10, Miguel o Mica-el (1), el genio particular del judaísmo; su nombre significa: ¡que es como Dios! 1quia ut Deus! Es el destructor de los ídolos, el que disputa a Satán el cuerpo de Moisés, es decir, el que defiende a la Iglesia judaica de las horrorosas ficciones del Infierno. Es el que ha de guiar de nuevo a Israel hacia la Tierra Santa, a los aplausos de las naciones, a la época del reino mesiánico. ¡Tunc consurget Michael prtnceps magnus!

20, El segundo ángel que nombran las Sagradas Escrituras es Gabriel (2), cuyo nombre significa: la humanidad de Dios. Es el genio del cristianismo. Daniel lo vio caminar sobre las aguas y en efecto Gabriel dirige y gobierna las aguas celestes que moderan los ardores de la serpiente ígnea. Es el ángel de la mujer a la que saluda soberano como compañera del maestro: Dominus tecum.

Bendita por si misma, ¡benedicta tu y entre todas las mujeres, En mulleribus, a causa de su fruto liberador, et benedictusfructus ventris tui Jesus! Gabriel es también el ángel de la esperanza. 3° Rafael (3), cuyo nombre significa medicina de Dios, ha de ser el remedio para todos los males de la humanidad. Es él el que guiará a la generación nueva, representada por el joven Tobias y el que hará que se cure con el pez monstruoso que parecía querer devorarlo. Este pez simbólico es el de Jonás. También es el de las catacumbas, en las que se suele encontrar un pez bajo el monograma sagrado… ¿Cómo ha llegado a perderse toda esta ciencia? Quomodo obscuratum est aurum? ¿Cuándo volverá el ángel San Rafael para abrir los ojos de los ciegos?…

El emperador del Tarot lleva el signo sagrado del septenario porque el santo Tetragrama comprende tres personas y cuatro relaciones, del mismo modo que el espectro solar contiene tres colores y cuatro matices primarios: fenómeno que se reproduce por analogía en la gama musical. Así pues el tres necesita al cuatro y el cuatro da razón del siete. He aquí la figura del emperador del Tarot:

Esta figura es la signatura del Amor o luz universal en actividad; es el azufre de los filósofos herméticos, es decir

el principio motor de la naturaleza o el calor universaL Es od determinado el valor físico de Daleth.

El mercurio filosófico está representado también por una figura septenaria.

La obra acabada, el trabajo de Hércules terminado, el duodenario lleva también la signatura del septenario. Es el signo jeroglífico del elixir de la vida representado

en el Tarot por la figura del Ahorcado y que encontramos a

menudo en los jeroglíficos hieráticos de Egipto representado de la siguiente forma:

Esta abeja que sale de su alveolo es el alma que nace a la vida celeste después de haber cumplido su misión sobre la tierra. Es el misterio de la regeneración por la muerte. 12 es un número septenario, ya que es 3 multiplicado por 4; o también 3 y 4 son 7. Todo sale del 7, todo entra en el 7, todo es explicado por el 7: ¡el mundo, el tiempo y el  cielo!

El número 7

La septima sephira es Netzach, la firmeza o la vicoria, correspondiendo al nombre Divino de Yehovah Tzabaoth, el señor de los ejércitos, y a los nombres angélicos (ALHIM), Elohim, y Tharhishim, los más brillantes.

La respuesta de los ÓRACULOS se encuentra siempre en la muerte.

El septenario, el deseo, derivado del 3 y el 4 por adicción. (Existe la segunda atribución al 7 como el más grande y perfecto de los números).

La Madre degradada meramente a las emociones animales.

7. Ha formado el nombre de Zakai, (el mundo puro), y el 7º orden de los ángeles, o sea, los Principados o hijos de Elohim, mediante los cuales Dios, bajo la forma de Tetragrammaton Sabaoth, ha creado las plantas y todo lo que existe como vegetal.

Atributo en el árbol de la visda Netzah, Triunfo, equidad.

No perdáis la oportunidad de saber más y apuntaros al Curso de cábala oculta en el Tarot donde aprenderéis a interpretar todo esto, su simbología, el número pitagórico, alquimia, física cuántica y mucho más.

→  Ver la siguiente carta 8 Heth La Justicia 

Este trabajo está hilado de las siguientes obras:

La Cábala tradición secreta de occidente (Papus)

Curso de filosifía ocuta sobre la cábala y los números (Eliphas Levi)

Dogma y ritual de alta magia 1 y 2 (Eliphas Levi)

El Tarot de los Bohemios (Papus)

Gematria dogma cabalístico (Aleister Crowley)

Ana Suero Sanz

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