Diferencias entre Alma, Mente y Espíritu
Existen muchas diferencias entre alma, mente y espíritu. En este artículo vamos a entender esto mucho mejor.
En la Grecia antigua el intelecto se llamaba Nous o Noos, y correspondía al Espíritu.
Para Platón, el Nous equivalía a inteligencia.
Según el gran alquimista Paracelso
“el saber no está almacenado en un sólo lugar, sino disperso por sobre toda la superficie de la tierra”
Fundando con ello el sagrado y necesario universalismo de la verdadera ciencia, por el cual y a pesar de todas las vicisitudes pasadas, actuales y futuras, el hombre acaba sintiendo que la vida no es un corto viaje inútil, sino es el mismo hombre el Creador.
Paracelso explica que el Alma (del corazón del sol), Mente (el cerebro, la razón, la luna) y el fuego del Alma que inherente nos acompaña de nuestro origen divino o Dios. El corazón ilumina el cerebro a la mente, como el sol alumbra a la luna, y podemos iluminar esta luna. El espíritu es lo que tú haces nacer en el equilibrio entre sol y luna, o dicho de otra forma el alma y el espíritu, es una coherencia total corazón/cerebro, y es la huella electromagnética de cada ser.
Alice Bailey en su libro “Tratado sobre magia blanca”,[…] nos dice que Síquico. En lo que concierne al reino humano hay, dos tipos de manifestación, de esa fuerza mencionada, y deben ser claramente captados. Una fuerza anima a los reinos subhumanos de la naturaleza, energía animadora que conjuntamente con la energía de la materia y del yo, produce todas las formas. El efecto de esta conjunción es agregar a la inteligencia embrionaria de la sustancia misma, la sensibilidad latente y la respuesta, lo cual produce ese algo subjetivo que llamamos alma animal. Existen cuatro grados o estados de percepción sensoria:
- La conciencia del reino mineral.
- La conciencia del reino vegetal.
- La conciencia del reino animal.
- La conciencia de la forma animal, a través de la cual actúa el hombre espiritual que, en última instancia, no es más que un sector del grupo anterior en su presentación más elevada.
Fuerza síquica
Existe también esa fuerza síquica que es el resultado de la unión del espíritu con la materia sensoria del reino humano, y produce el centro síquico denominado el alma del hombre, el cual es un centro de fuerza, y la fuerza que custodia o manifiesta, pone en actividad la respuesta y percepción del alma de la vida planetaria, conciencia grupal que trae consigo facultades y conocimientos de orden distintos de los del alma animal. Éstos finalmente, reemplazan los poderes del alma animal, que limitan, deforman y aprisionan, dando al hombre una esfera de contactos y conocimientos infalibles, libre de error, que le concede “la libertad de los cielos”. Los resultados de la libre acción del alma del hombre sirven para demostrar la falibilidad y la relativa inutilidad de los poderes del alma animal.
Debe recordarse que La Doctrina Secreta, de H.P. Blavatsky, expresa con exactitud esta idea, en las siguientes palabras:
“Consideramos la vida como la única forma de existencia, manifestándose en lo que llamamos materia, o que separándolas incorrectamente, denominamos espíritu, alma y materia, en el hombre. Materia es el vehículo para la manifestación del alma en este plano de existencia, y el alma es el vehículo, en un plano más elevado, para la manifestación del espíritu; los tres son una trinidad sintetizada por la vida que los compenetra”.
(La materia es solo un estado más denso de la energía, más lenta en su vibración. Como nos enseñó Einstein. Lo cual todo es Espíritu…)
El alma se desarrolla mediante el empleo de la materia, y llega a su culminación en el alma del hombre.
Lo homogéneo se vuelve heterogéneo, y sin embargo permanece siendo una unidad; el uno se manifiesta en diversidad, y no obstante, es inmutable; la unidad central es conocida en tiempo y espacio, como compuesta y diferenciada, y sin embargo cuando no existan tiempo y espacio (pues no son más que estados de conciencia) sólo permanecerá la unidad y únicamente persistirá el espíritu, además de una acrecentada acción vibratoria y la capacidad para intensificar la luz cuando retorne el ciclo de manifestación. Dentro de la pulsación vibratoria de la Vida una en manifestación, todas las vidas inferiores repiten el proceso de ser Dioses, ángeles, hombres y miríadas de vidas que se expresan mediante las formas de los reinos de la naturaleza y las actividades del proceso evolutivo. Todo llega a ser autocentrado y autodeterminado.
La intuición
Esto conduce inevitablemente al surgimiento de la tercera rama del conocimiento, la intuición. En realidad, la intuición es sólo la apreciación mental de algún factor de la creación, de alguna ley de la manifestación y de cierto aspecto de la verdad, conocido por el alma, que emana del mundo de las ideas, siendo de la naturaleza de esas energías que producen todo lo conocido y visto. Estas verdades están siempre presentes y esas leyes eternamente activas; pero únicamente a medida que la mente está entrenada y desarrollada, enfocada y abierta, pueden ser reconocidas, posteriormente comprendidas y finalmente adaptadas a las necesidades y demandas del ciclo y de la época.
Siempre han existido quienes entrenaron su mente en el arte del claro pensar, enfocaron la atención en la consiguiente receptividad de la verdad, pero hasta ahora fueron muy pocos y aparecieron de tarde en tarde. Constituyen las mentes descollantes de las épocas. En la actualidad son numerosas y aparecen cada vez con mayor frecuencia. Las mentes de la raza están en proceso de entrenamiento, y muchas al borde de un nuevo conocimiento.
La intuición, que guía a los pensadores avanzados hacia los nuevos campos del conocimiento, es sólo la vanguardia de esa omnisciencia que caracteriza al alma. La verdad de todas las cosas existe y se la denomina omnisciencia, infalibilidad y «correcto conocimiento» en la filosofía hindú. Cuando el hombre capta un fragmento de ella y la absorbe en la conciencia racial, se lo denomina formulación de una ley o descubrimiento de uno de los procesos de la naturaleza. Hasta ahora esto ha sido una empresa lenta y fragmentaria. Más adelante, y dentro de no mucho tiempo, la luz afluirá, la verdad será revelada y la raza tomará posesión de su herencia la del alma.
Tres en Uno, el Uno en Tres
Los tres aspectos de la divinidad, o la energía central o espíritu, la fuerza coordinadora o alma, y aquello que ambas utilizan y unifican, constituyen en realidad un principio vital, que se manifiesta en la diversidad. Estos son los Tres en Uno, el Uno en Tres, Dios en la naturaleza y la naturaleza misma en Dios.
Cuando tratamos de las triplicidades, tales como espíritu-alma-cuerpo, vida-conciencia-forma, empleadas con tanta frecuencia al hablar de la deidad, es de valor recordar que se refieren a diferenciaciones de la vida una, y cuanto mayor número de estas triplicidades conozcamos, en mayor armonía estaremos con un grupo cada vez más amplio. Pero cuando nos ocupamos de cosas ocultas y subjetivas, y el tema sobre el cual se escribe trata sobre lo indefinible, entonces se tropieza con dificultades.
Es sumamente importante haber incorporado al sendero del Conocimiento el sendero del amor, no podrás recibir las iniciaciones mayores, porque éstas se reciben en los niveles superiores del plano mental. Hasta que el sendero de luz no se haya unido al de la vida, no podrá efectuarse la gran transición del cuarto reino al quinto. Son posibles ciertas expansiones de conciencia. Puede percibirse algo de la visión y la Presencia. Puede llegarse al Bien Amado por medio del amor y la beatitud, y la alegría de este contacto puede traer consigo una alegría permanente, pero esta clara percepción proveniente de la existencia pasada en el Monte de la Iluminación, es muy distinta de la alegría experimentada en el Monte de la Bendición. Es uno, el Corazón es el guía, y en el otro, la Cabeza.
Una antigua escritura dice:
«No trates, oh, dos veces bendito Uno, de alcanzar la esencia espiritual antes de que la mente absorba. No es
así como se busca la sabiduría. Sólo a quien tiene la mente sujeta y percibe el mundo como un espejo, se le
puede confiar plenamente los sentidos internos. Sólo a quien sabe que los cinco sentidos son una ilusión y
que nada permanece, excepto los dos que están adelante, se le podrá revelar el secreto de la trasposición del
Cruciforme.
«El sendero hollado por el servidor es el sendero de fuego que atraviesa su corazón y conduce a la cabeza.
No es en el sendero del placer ni en el del dolor donde se alcanza la liberación ni se obtiene la sabiduría.
Mediante la trascendencia de ambos, por la fusión del dolor y el placer, se alcanza la meta, esa meta que está por delante como un punto de luz en la oscuridad de una noche de invierno. Este punto de luz puede
recordarnos el pequeño candil de alguna triste buhardilla, pero – a medida que se sigue el sendero que conduce a dicha luz, mediante la fusión de los pares de opuestos – ese punto diminuto, frío y tembloroso, aumenta con firme irradiación y le recuerda al errante viajero la cálida luz de alguna ardiente lámpara.
«Sigue tu camino, oh Peregrino, con firme perseverancia, No existe candil ni lámpara terrenal alimentada con
aceite. Acrecienta continuamente la irradiación hasta que el sendero termine en una llamarada de gloria, y el
viajero de la noche se convierta en el hijo del sol y atraviese los portales de ese radiante orbe.» […]
Por tanto cuando adquirimos conocimientos iluminamos nuestra mente, y si ese conocimiento va acompañado de pasión, añadimos el corazón, y ahora sabemos que el corazón es 5000 veces más potente que el pensamiento. Lo que ocurre es que la energía del corazón sube a la cabeza y entra en coherencia total, iluminándonos de esta manera, como nos explica Paracelso en sus obras, con sinónimos alquímicos.
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Ana Suero Sanz.