Clase 5 Hé El Sumo Sacerdote

En esta clase veremos el quinto arcano mayor del Tarot Hé El Sumo Sacerdote



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Material extra:

En esta unidad comienzan los trabajos de Hércules (Aries)

Clase 5 Hé El Sumo Sacerdote

Trabajo 1.

La captura de las Yeguas Devoradoras de Hombres

(Aries, 21 Marzo – 20 Abril)

El Mito

trabajo 1 hércules

 

El Primer gran Portal estaba abierto de par en par. Una voz llegó a través de ese portal: “Hércules, hijo mío, sal. Pasa por el Portal y entra en el Camino. Realiza tu trabajo y vuelve a mí, relatando el hecho”.

Con gritos de triunfo Hércules se lanzó, corriendo entre los pilares del Portal con arrogante confianza y seguridad de poder. Y así el trabajo empezó y el primer gran acto de servicio había comenzado. La historia que ellos cuentan lleva consigo enseñanza para los hijos de los hombres, que son los hijos de Dios.

El hijo de Marte, Diómedes, de ardiente fama, gobernaba en la tierra más allá del Portal. Allí criaba los caballos y las yeguas de la guerra, en los pantanos de su tierra. Salvajes eran estos caballos y feroces las yeguas. Todos los hombres temblaban al oírlos pues asolaban por todas partes la tierra, produciendo gran daño, matando a todos los hijos de los hombres que cruzaban su camino y engendrando constantemente caballos más salvajes y malignos.

“Captura estas yeguas y detén estos actos malvados”, fue la orden que llegó a los oídos de Hércules. “Ve, libera esta tierra lejana y a los que viven en ella”.

“Abderis”, -gritó Hércules-, “adelántate y ayúdame en esta tarea”, llamando al amigo a quien amaba profundamente y quien seguía siempre sus pasos mientras iba de un lugar a otro. Y Abderis se adelantó y tomó su lugar al lado de su amigo y con él enfrentó la tarea.

Trazando todos los planes con cuidado, los dos siguieron los caballos mientras recorrían las praderas y los pantanos de esa tierra. Finalmente arrinconó a estas yeguas salvajes dentro de un campo en donde no había más lugar para moverse, y allí las atrapó y las maniató. Luego dio un grito de alegría por el triunfo logrado.

Tan grande fue su deleite en la proeza así puesta de manifiesto que consideró por debajo de su dignidad agarrar las yeguas o conducirlas por el camino hacia Diómedes. Llamó a su amigo, diciendo: “Abderis, ven acá y conduce estos caballos a través del portal”. Y entonces volvió la espalda y orgullosamente marchó hacia adelante.

Pero Abderis era débil y temía a la tarea. No pudo retener las yeguas, o ponerles los arneses o conducirlas a través del Portal tras las huellas de su amigo. Se volvieron contra él; le desgarraron y le pisotearon en el suelo; le mataron y escaparon a las más salvajes tierras de Diómedes.

Más prudente, desconsolado, humilde y desanimado, Hércules volvió a su tarea. Buscó de nuevo a las yeguas de lugar en lugar, dejando a su amigo agonizando sobre la tierra. Nuevamente atrapó los caballos y los condujo él mismo a través del Portal. Pero Abderis yacía muerto.

El Maestro lo examinó con cuidado y envió los caballos al lugar de reposo, para ser allí domados y reducidos a su faena. La gente de esa tierra, liberada del temor, dio la bienvenida a quien les había liberado, aclamando a Hércules como salvador de la tierra. Pero Abderis yacía muerto.

El Maestro se volvió hacía Hércules y dijo: “El primer trabajo está terminado; la tarea está hecha, pero mal hecha. Aprende la verdadera lección de esta tarea y luego pasa a otro servicio para tu prójimo. Sal a la región custodiada por el segundo Portal y encuentra y haz entrar al toro sagrado al Lugar Sagrado”.

El tibetano

El Significado del Mito

Combinando esta historia astrológica y simbólica de la vida diaria y las pruebas del moderno discipulado, contaremos la historia de la tarea que emprendió Hércules, y la prueba a la cual el Rey Euristeo le sometió. Luego estudiaremos el significado del signo en el cual tuvo lugar, pues hay un vínculo estrecho entre los dos, y el trabajo sólo se hizo posible a causa de las características conferidas a Hércules en ese signo particular. Cada signo somete al hombre que está trabajando en él, a la influencia de ciertas fuerzas distintivas, y lo provee con ciertas tendencias. A éstas debemos comprenderlas para que surja el significado de la prueba.

Conectadas con cada signo del zodíaco se encontrarán otras tres constelaciones, que simbólicamente (y a menudo de la manera más asombrosa) encarna el problema del discipulado e indican la solución. A éstas deberemos considerarlas, pues el trabajo, el signo, 18 y las constelaciones aliadas con las fuerzas permiten libertad. A través de su combinación constituyen una historia completa que está llena de elementos instructivos.

Me gustaría señalar en beneficio de la claridad, por lo tanto, que las constelaciones simbolizan el triple aspecto del espíritu. Que el signo nos da el campo de actividad del alma, y que la obra retrata el trabajo del discípulo, viviendo en el plano físico y esforzándose por demostrar en el campo de batalla del mundo, su innata divinidad y sus poderes latentes. En estos tres tenemos espíritu, alma y cuerpo resumidos. La vida, la conciencia y la forma se reúnen en Hércules. El yo personal, quien, actuando bajo la influencia del alma, el Cristo morador, lleva a cabo los propósitos del signo y las constelaciones. Cerraremos cada capítulo con la aplicación definida de la historia de la prueba a la vida de un discípulo y a la de la humanidad en conjunto.

Estudiando los doce trabajos, seguimos la carrera de Hércules a medida que él pasa alrededor del zodíaco desde el signo de Aries, que es el signo del comienzo, a través de Tauro, Géminis, etc. (en sentido inverso a las agujas del reloj) hasta Piscis, el signo de la muerte y la consumación. Esto será de manera inversa a la del aparente sendero del sol (en el sentido de las agujas del reloj) que ha empezado en Aries y parece luego retroceder a través de los signos, pasando a Piscis, y luego a Acuario, y así sucesivamente a través de todos los signos intermedios, volviendo nuevamente a Aries.

El hombre que está inmerso en la forma y está viviendo bajo la influencia del aspecto materia, sigue necesariamente el sendero de la ilusión y de las apariencias; pero Hércules, el alma, sigue el verdadero Camino, invierte el procedimiento habitual y, figuradamente hablando, ya contra la corriente. Hércules, el alma despierta, está comprendiendo el día de la oportunidad. Ha recibido sus instrucciones para emprender los doce trabajos y demostrar sus capacidades. Se le ha prometido que si cumple los requerimientos, será trasladado al reino de los dioses. Ha sido equipado con todos los poderes divinos, sin embargo, hasta ahora, no sabe cómo usarlos, y ha cortado para sí mismo el garrote con su propio esfuerzo, y con éstos simbólicamente asciende a la cruz: la cruz fija de los cielos, en la cual permanece en espíritu hasta que el último trabajo haya sido realizado.

Así emprende su primer trabajo, comprendiendo poco la magnitud de su tarea, y no preparado para el fracaso. La parte encantadora de la historia de Hércules es su impulsividad y el hecho de que no siempre fuera triunfador. Fracasó a veces y tuvo que rehacer el trabajo hasta que el triunfo siguió a sus esfuerzos.

Se le dijo que Diómedes, el hijo de Marte, el dios de la guerra, poseía un gran número de yeguas madres, que estaban corriendo salvajes, devastando la comarca, haciendo mucho daño y sustentándose de la carne de seres humanos. Nadie estaba a salvo de ellas y el terror se había asentado en la vecindad. Además de esto, estas yeguas madres estaban engendrando, gran cantidad de caballos de guerra, y Diómedes se sentía muy intranquilo con el resultado de la situación. Euristeo, el Rey, le ordenó a Hércules capturarlas.

Muchos intentos se habían realizado para ello, pero siempre las yeguas habían escapado después de matar a los caballos y hombres enviados contra ellas. Pero Hércules, habiendo tomado a los caballos se los dio a tener a Abderis, mientras él se pavoneaba, no dándose cuenta de la fuerza de los caballos, de su salvajismo. Antes que él pudiera dar un paso para impedirlo, las yeguas se volvieron contra Abderis y lo pisotearon hasta la muerte, escaparon de nuevo y empezaron otra vez a asolar la comarca. Por lo tanto, él tuvo que empezar todo su trabajo de nuevo, y después de tenaces esfuerzos consiguió capturar las yeguas. El primer trabajo, por consiguiente, empieza con un parcial fracaso, como es tan a menudo el caso del aspirante falto de experiencia e impetuoso. Tal es la historia, breve, dramática y alentadora. 19 ¿Qué podemos decir del signo en el cual fue emprendida?

El Signo

Del signo de Aries, que fue el campo de la primera actividad, se ha hablado siempre como del primer signo del zodíaco. En este signo la gran rueda empieza su vuelta cíclica. Es, por consiguiente, el signo del comienzo. Cósmicamente hablando, es el signo de la creación, y este pensamiento subyace en las palabras de la Biblia.

“El Cordero muerto desde la fundación del mundo”

(Apocalipsis o Libro de la Revelación XIII, 8)

Este signo es llamado el signo del Carnero o del Cordero.

En la vida del ser humano marca el principio de la subjetiva y latente, conciencia de la existencia, y el comienzo del ser humano en el círculo de la experiencia. En la vida del aspirante al discipulado él connota el período de reorientación y de un renovado esfuerzo autoconsciente. Su comienzo en esta etapa final del sendero evolutivo que lo llevará fuera del reino humano y lo capacitará para realizar la transición al reino de los dioses. Tal es la promesa hecha a Hércules y la recompensa ofrecida a todos los discípulos. Este primer trabajo marca el primer paso sobre el “sendero de traslación”.

Aries es el signo del poder que emana del fluir evolutivo de la divina energía, desde la deidad central, Dios, o desde el ser humano, un hijo de Dios Esta energía fluye hacia afuera en dos direcciones (así el punto se vuelve la línea y el Uno se vuelve el primero): fluye dentro del mundo de las formas y también dentro del mundo del ser o del espíritu. Una corriente de energía expresa el sendero de regreso, el introspectivo, y las dos juntas constituyen los dos arcos del gran círculo de la existencia.

En este signo empieza el sendero en el cual se toma la forma y se la domina; en él asimismo empieza la vida del desarrollo interior y la dominación del alma, o del ser subjetivo. Reorganización, reorientación, repolarización y regeneración, son las características de esta etapa, y todas ellas son expresiones de la misma fuerza vital. Los dos usos de esta fuerza dependen de la atención mental del ser, divino y humano que la está utilizando. Es la misma fuerza, pero usada de dos maneras diferentes, dependiendo de si el divino utilizador ha enfocado su atención sobre si tomar forma, u hollar el sendero de la liberación de la forma.

Durante eones, esta fuerza vital ha sido aplicada a fines egoístas, a propósitos de autogratificación y a la satisfacción del deseo. Poco a poco la vida de la forma pierde su atractivo, hasta que habiendo pasado una y otra vez alrededor de la rueda zodiacal, el hombre se encuentra de vuelta nuevamente en Aries, sólo que esta vez con un nuevo enfoque, un nuevo interés y una visión diferente.

Ha visto ante sí la promesa de que, habiendo logrado ciertos objetivos, puede cesar de encarnar y alcanzar el reino de los dioses; ha aprendido por experiencia algo de su propia dualidad esencial, y anhela dejar de satisfacer el aspecto inferior de esta dualidad y encontrar la necesidad del aspecto superior, y está empezando a responder a los impulsos que vienen del mundo de las almas, y a prever los fines y objetivos del grupo. Ahora tiene que aprender a usar la fuerza vital con propósito desinteresado, y no para la satisfacción de sus apetitos personales.

Los Tres Impulsos Iniciales de Aries

Tres impulsos sobresalientes caracterizan este signo. Hay, como hemos visto, el impulso de empezar. Esto puede expresarse simplemente como el impulso de tomar forma, de involucrarse en la materia; o puede invertirse el proceso y enfocarse en el impulso de lograr la liberación de la forma, y el surgimiento del alma de la prisión de la naturaleza de la 20 forma. Luego este impulso es seguido por el consecuente impulso de crear. Esa actividad de la Deidad que resulta en la formación de mundos de expresión y satisface su deseo de encarnar en un sistema solar, y empezar el gran ciclo vital del universo.

Puede ser asimismo el impulso a la creación individual, del alma a tomar un cuerpo, o de un ser humano a crear algo que será especialmente suyo. En los antiguos días de Accadia, este signo Aries era llamado aquel “en donde se hizo el sacrificio de rectitud”, o el signo de “los ángeles caídos”. Los hijos de Dios, impelidos por este impulso básico, cayeron desde su alta condición, tomaron forma. Empezaron su individual condición, tomaron forma, y empezaron su individual revolución alrededor del zodíaco.

En tercer lugar, encontramos el impulso a la resurrección. Aries, que ha visto el principio de la forma vital y en el cual se ha iniciado el trabajo creativo empieza a sentirse el impulso de liberarse de la forma, de apartar la piedra de la puerta del sepulcro del alma, y permanecer en la libertad de los hijos de Dios. En Aries se encuentra el impulso que conduce al edificio de la forma, que durante eras constituirá la prisión del alma.

Esto alcanza su forma de masa en Cáncer, y su forma humana en Leo; la forma en su punto más denso de ilusión se alcanza en Escorpio, y en Piscis la forma muere, sólo para ser reconstruida nuevamente en la fatigosa vuelta de la experiencia de la forma. Pero en este signo el Camino de la Liberación se siente por primera vez, y la construcción del cuerpo espiritual ha empezado. Este es el signo de germinativa actividad espiritual, la que más tarde conduce al nacimiento del Cristo niño, en Virgo, al del Salvador del mundo en Capricornio y en Piscis. Principio físico y principio espiritual, creación física y creación espiritual, surgimiento físico y liberación espiritual: estos son los impulsos iniciales sentidos en Aries.

Es el signo, por lo tanto, de los impulsos fuertes y potentes, y de las violentas fluctuaciones y exagerados esfuerzos; a menudo un signo de fracaso, pero siempre de éxito final. En su signo opuesto, Libra, él alcanza su consumación de armonía y de equilibrio, pues la experiencia interviniente y las lecciones aprendidas de los cinco trabajos intermedios, logran esa serenidad y actitud equilibrada que notaremos en Hércules cuando captura el jabalí, en Libra…

En el zodíaco brahmánico, Vishnú gobierna Aries y Vishnú es la segunda persona de la Trimurti (Trinidad) hindú, o el Cristo cósmico encarnado. Cuando inicia el proceso de tomar forma, y últimamente realiza el episodio final de la resurrección. Así Vishnú o Cristo encarna los dos impulsos, el impulso de crear y construir forma y el impulso a la liberación, o resurrección fuera de la forma. Es bajo este impulso a la liberación que Hércules emprende sus trabajos.

El Signo de la Mente

Aries gobierna la cabeza. Es por consiguiente, el signo del pensador y, por lo tanto, un poderoso signo mental. Todos los principios se originan en el plano mental y en la mente del creador, ya sea que este creador sea Dios o el alma del hombre. Este universo tuvo su origen en el pensamiento de Dios, el Pensador cósmico. El alma empezó su carrera dentro de la materia a través del mismo proceso del pensamiento. La familia humana, el cuarto reino en la naturaleza, se formó cuando la mente surgió y diferenció al hombre de los animales. El aspirante empieza sus trabajos cuando llega a ser verdaderamente pensador, y en pleno conocimiento procede a actuar como el árbitro de su propio destino…

Está claro, por lo tanto, que en Aries la dirección justa y la justa orientación tienen su principio, y Hércules, el discípulo de recién adquirida reflexión, empieza su trabajo. La llave de este trabajo y del significado del signo se puede encontrar en las palabras de una antigua escritura india: “El hombre no conoce bien el camino hacia el mundo celestial, pero el caballo sí lo conoce bien”. En los muy antiguos días en la India, el sacrificio del caballo estaba ligado con el dios sol. Anualmente, el dios-sol, como el caballo del zodíaco, suponían los arios védicos que moría para salvar a todo el género humano. El carro del sol de Apolo es descrito como tirado por caballos, y el “magnífico signo del Carnero” está estrechamente conectado con la simbología del caballo, un hecho del cual este primer trabajo da testimonio.

La referencia a los libros de simbología nos mostrará que el caballo ocupa la posición de la actividad intelectual. El caballo blanco simboliza la mente iluminada del hombre espiritual, y así nosotros encontramos en el Libro de la Revelación o Apocalipsis de San Juan que Cristo avanza montando un caballo blanco. Los caballos negros representan la mente inferior, con sus ideas falsas y sus errados conceptos humanos. Las yeguas madres, tales como las encontramos en el primer trabajo, indican el aspecto femenino de la mente cuando da nacimiento a las ideas, a las teorías y a los conceptos. La tendencia de la mente a formar pensamientos está aquí simbolizada, encarnando las ideas concebidas, las cuales son desatadas sobre el mundo, devastando y destruyendo cuando emanan de la mente inferior, pero construyendo y salvando cuando vienen del alma.

El gobernante exotérico de este signo es Marte, el dios de la guerra, y así Hércules, actuando bajo la justa dirección del pensamiento y empezando su trabajo en el plano mental, toma su posición como el guerrero. Su característica sobresaliente en este signo es su espíritu pionero y militante. Las yeguas estaban en posesión de Diómedes, el hijo de Marte. (Pero el gobernador esotérico es Mercurio, que “ilumina la mente y media entre el alma y la personalidad”).

Las Constelaciones en Aries

Como es usual, hay tres constelaciones conectadas con Aries. Primero, está Casiopea, la Reina Entronizada, siempre el símbolo de la materia. Es de lo más interesante observar cómo en el círculo del zodíaco nos encontramos con tres mujeres. Con respecto a Aries, el signo del comienzo, hallamos a Casiopea, la Mujer Dominante. La Mujer y el Niño y, como veremos luego, la madre-materia es la nodriza del Cristo niño, la Virgen María da nacimiento a Jesús. En Piscis, en la terminación del gran círculo, encontramos a Andrómeda, la Mujer Encarnada. Primero la mujer entronizada y dominante. Luego la mujer cuidando del niño Cristo. Después la mujer representando la materia que ha sido dominada y controlada.

Encontraremos a Casiopea sentada en el Círculo Ártico, cercana a Cefeo el Rey, o Legislador, a quien encontraremos luego como a una de las tres constelaciones en Piscis. Al comienzo, la Ley: al final, la Ley; pues Cefeo tiene una relación estrecha con el primero y con el último signo del zodíaco. Es interesante observar que Mahoma, el fundador de la religión más combatiente, nació en este signo, y la leyenda dice que Moisés, también nació en él; Moisés, el legislador, y Mahoma, el guerrero.

El problema de Hércules, cuando emprende sus trabajos, es demostrar su poder sobre la materia y la forma. Así tiene que reconocer a Casiopea desde el mismo comienzo, la hasta ahora entronizada reina.

La segunda constelación es Ballena, el Monstruo del Mar, el Enemigo de los Peces Pequeños… Uno de los grandes símbolos del alma es el pez nadando en el océano de la materia. La Ballena, el monstruo del mar, es el símbolo de lo que llamamos el mal, que busca destruir el alma encarnada. El monstruo del mar, en el océano de la existencia, y la reina entronizada, hablan a Hércules de la magnitud de su problema, pero la tercera constelación le habla de victoria. Perseo es la tercera de las tres constelaciones, llamado en el zodíaco de Dederah, en Egipto, “el que somete”; llamado a veces, “el quebrantador”, aquel que puede encadenar a la mujer entronizada, y que puede conquistar al monstruo.

Se nos dice que Perseo poseía el casco de la invisibilidad, las sandalias de la velocidad, el escudo de la sabiduría, y la espada del espíritu. Así Hércules se veía a sí mismo reflejado en los cielos, y cuando empezó la captura de las yeguas devoradoras de hombres, descubrió en sí mismo la garantía de su logro fundamental, aún cuando en ese momento las dificultades con las cuales se enfrentó parecían insuperables.

El Misterio de la Prueba

La conquista de la materia y la superación de la ilusión se destacaron amplios ante Hércules e indicaban desde el mismo principio de los doce trabajos, la naturaleza de su logro final. Se ha dicho que el principio fundamental del signo Aries es la esperanza y, mientras él enfrentaba sus doce trabajos, la esperanza era toda la garantía que Hércules tenía entonces de que saldría victorioso. La esperanza, su no experimentado divino equipo, su clava personal, y mucho entusiasmo: así empiezan todos los discípulos.

El significado de la prueba es ahora seguramente sencillo. Hércules tenía que empezar en el mundo del pensamiento a ganar control mental. Durante eras las yeguas madres del pensamiento habían estado engendrando caballos guerreros.  A través de los pensamientos equivocados, palabras equivocadas e ideas erróneas, habían estado devastando la comarca. Una de las primeras lecciones que cada principiante debe aprender, es el tremendo poder que mentalmente maneja, y la cantidad de daño que puede causar en su vecindad. En su medio ambiente a través de las yeguas madres de su mente. El tiene, por consiguiente, que aprender el uso correcto de su mente, y la primer cosa que debe hacer es capturar este aspecto femenino de la mente y ver que no sean engendrados más caballos de guerra.

Cualquier aspirante a Hércules puede fácilmente probar que posee estas devastadoras yeguas madres. Si por un día entero pone cuidadosa atención a sus pensamientos y a las palabras que habla, que son siempre el resultado del pensamiento. Descubrirá rápidamente que el egoísmo, la falta de bondad, el amor a la murmuración y la crítica, constituyen gran parte del contenido de su pensamiento y que las yeguas madres de su mente están constantemente siendo fertilizadas por el egoísmo y la ilusión. Estas yeguas madres, en lugar de dar nacimiento a ideas y conceptos que tienen su origen en el reino del alma, y en vez de ser fertilizadas desde el reino espiritual, se vuelven las madres del error, la falsedad y la crueldad, las que tienen su origen en el aspecto inferior de la naturaleza del hombre.

Hércules se dio cuenta del daño que las yeguas madres estaban haciendo. Se precipitó valerosamente al rescate de sus vecinos. Se determinó a capturar las yeguas madres, pero se sobrestimó a sí mismo. Tuvo éxito en reunirlas y capturarlas, pero fracasó en darse cuenta de la potencia y fuerza de ellas; por lo tanto, se las entregó a Abderis, el símbolo del yo personal inferior, para retenerlas. Pero Hércules, el alma, y Abderis, la personalidad, al unísono se necesitaban para guardar a esos caballos devastadores. Abderis solo no era suficientemente fuerte, y lo que había estado ocurriendo a la gente de la vecindad, le ocurrió a Abderis; ellos lo mataron. Este es un ejemplo del trabajo de la gran ley, que 23 pagamos el precio en nuestras propias naturalezas de las palabras erradas y de las acciones malignas.

De nuevo el alma, en la persona de Hércules, tenía que ocuparse del problema del pensamiento erróneo y sólo cuando él llega a ser un aspirante unidireccional en el signo de Sagitario y en ese signo mata los pájaros devoradores de hombres, entonces realmente logra un completo control del proceso del pensamiento, de su naturaleza.

El significado práctico del poder del pensamiento, ha sido bien expresado para nosotros en las palabra de Thackeray:

“Siembra un pensamiento, y cosecha una acción, siembra una acción y cosecha un hábito, siembra un hábito y cosecha un carácter, siembra un carácter y cosecha un destino”.

(Las dos palabras-claves del signo Aries son:

 1.  “Y la palabra dijo: Que la forma sea buscada nuevamente”.

El Hombre

  1. “Surjo, y desde el plano de la mente, rijo”.

El discípulo

(De Astrología Esotérica. Volumen III del Tratado sobre los Siete Rayos. Recibido tres años después que A.A.B.

dio las conferencias sobre Hércules en Nueva York).

Escrito por Alice Bailey

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